- Buenas noches. Hola a todos. Me llamo Luis y tengo un problema: por ser sincero, hasta conmigo mismo. Reconozco que soy compulsivo. Supongo que todos habéis sufrido situaciones similares a las mías y que por eso estamos aquí.
Me costó aceptar venir a “ Sinceros Anónimos”. Fue mi familia la que insistió en que debo asistir a esta terapia. Bueno…la familia que aún me apoya porque como bien sabéis, la sinceridad es muy difícil de sobrellevarse en el ámbito familiar, aunque siempre mejor que en las relaciones sociales o laborales, como todos sin duda ya tenemos claro.
Como sincero compulsivo soy incapaz de mentir, aunque sea ligeramente o incluso por piedad. Quizá con vuestra ayuda sea capaz de dar un giro a mi vida y solucionar este problema.
El frágil equilibrio entre saber mentir con sutileza y ser una persona “falsa” es lo que yo no domino. Soy incapaz de mentirle a nadie, ni a propios ni a extraños, ni en temas trascendentales ni en cuestiones frívolas. Me parece inmoral y no puedo evitar ser sincero.
Tuve una novia que procuraba entender que esa sinceridad compulsiva yo no podía controlarla pero tras varios meses me dejó. Yo no creo que a nadie le haga gracia que le respondan que sí a la pregunta “-¿Estoy gorda?”, por citar tan sólo un ejemplo. Yo sabía que mi respuesta le dolería, pero es que tan sólo pensar en no decirle la verdad me provocaba un dolor de estómago insufrible. Durante mucho tiempo me consolé pensando que la culpa era suya: si no quería saber la respuesta, ¿para qué formulaba la pregunta? Pero hoy por hoy quizá mi respuesta hubiera sido “ estás muy gupa”, que también era cierto...
Los ejemplos son incontables. Cuando aquel camarero asiático me preguntó si lo había tomado por tonto cuando cuestioné su afirmación de que su comida china siempre era de gran calidad ..., como siempre, respondí sinceramente y al llegar a casa tuve que ponerme hielo en el ojo izquierdo. Eso sí, hielo de primera calidad.
O aquella amiga que perdí cuando me preguntó si su gato era adorable. ¿Cómo iba a decirle que sí si era uno de esos felinos sin pelo?...
En definitiva, son tan sólo unos ejemplos de lo peligroso que puede llegar a ser para las relaciones sociales e incluso para la integridad física esta sinceridad compulsiva.
Mi estrategia de permanecer callado ha fallado: en algunas ocasiones lo han tomado por indiferencia o no he podido evitar que un ademán de mi cabeza responda por mí, con lo cual no he tenido más remedio que terminar dando explicaciones por mi gesto, decir la verdad y volver al problema de siempre.
Gracias por la cálida acogida y espero que, entre todos superemos esta enfermedad tan mal entendida e infravalorada por la ciencia.
María, la tutora de la terapia, le dirigió unas palabras:
-En primer lugar, darte la bienvenida Pedro. Está claro que tu problema es grave pero puedes estar tranquilo porque tiene solución y entre todos la encontraremos. Ya has dado el primer paso. De nuevo, bienvenido a “Mentirosos Anónimos””.
Albada, empezaba a sentir un hondo pesar por el pobre desgraciado, obligado toda su vida a ir con la verdad por delante, recibiendo las consabidas bofetadas de los que no acepta la certeza de la cruda realidad, cuando nos descubres que se trata de un pobre diablo que sigue a pie juntíllas las normas sociales establecidas, para satisfacción de la tutora, ante un nuevo caso para su estudio.
ResponderEliminarGracias Alfred por tu lectura, interpretación y comentario. Toda obsesión o compulsión es negativa y ese aspecto es el que me interesó para jugar a dar la vuelta al calcetín.
ResponderEliminarUn abrazo.
Albada, en mi caso he de reconocer que no me hubiera importado que no le hubieras dado la vuelta al calcetín. La primera parte, es absolutamente genial, muy bien escrita, sarcástica y llena de detalles. Creo que con eso hubiera bastado. La vuelta al calcetín le da más trama, pero yo me quedo con la fabulosa primera parte. Abrazo
ResponderEliminarLeo tarde este relato, pero, terminando esta semana laboral, me hacía falta esta sonrisa, Albada, jajaja, gracias. Ya me vino a partir de la pregunta de la novia, pero ese final me dejó KO. Y hasta ese detalle (la pregunta de la novia), la lectura me sugería enlazar con cuestiones más serias y alguna reflexión, así que... primero reflexión y luego risa ¿quién da más?.
ResponderEliminarUn abrazo y besos