Allí donde el aire suena a aire y huele a menta, como la ribera alegre que acompaña al arroyo embravecido. Un sístole de euforia y alborozo. Un soplo de risas entre las manos
Allí donde se cruzan los rasgos de la noche, con las chiribitas de las miradas consumidas.
La euforia de un saberse, de un estarse. De un sentirse intensamente vivo
Allí donde el remanso de las sombras, se detiene aletargado entre silencio, como una mar plana en la neblina. Un latido entrecortado y un suspiro atenazado. Un velo de oscuridad en las paredes.
Allí donde se recogen y entremezclan los sones de desidia y atonía, la vista cargada de ceniza.
El letargo de un no ser, de un no estar. De un sentirse intensamente ausente.
Albada. Lo he leido tres veces y sigo igual de perdido. Seguro que es por el cansancio, estoy de turno de mañana y llevo desde las 04:45 en pie.
ResponderEliminarMañana le doy otro vistazo.
Un besote
La foto, por supuesto, tú la habrías hecho mucho mejor. Es una simple foto de los dos perfumes que uso. Eufhoria y Opium.
EliminarPerdona.
Al no verse las marcas, pierde cualquier sentido.
Lo tiene para mí en el momento en que constaté lo opuestos del simbolismo.
Un divertimento. Que, es evidente, no supe expresar.
Un abrazo, y de nuevo, disculpas.
Como se pierden los aromas de un perfume, que poco a poco abandonan la estancia, donde durante un tiempo, fueron testigos de tu presencia y el deseo que la misma provocaba.
ResponderEliminarSeguramente despacito. Pero la verdad es que no lo relaciono con deseo alguno, sino con lo que transmito a través del aroma. Pero lo cierto es que hay en concreto que me tiene fichada y que se fija en si llevo caramelos de ragaliz. Ya ves qué cosas.
EliminarLos misterios de la asociación de olores y personas.
Un abrzao