Una iglesia de Barcelona |
La Ana que yo conocí
Y dispuso de su risa para alejar a los fantasmas
Planificó su alegria entre niños e
incubadoras
Y desplegó su sonrisa entre la sangre y los miedos.
Desde sus ojos, la vida simple y dura,
renacía.
Desde su corazón, el lacerante dolor, esquivo
o fiero, se transformaba en esperanza.
En nosotros
Se nos escapó de esta cercanía prosáica de los
amaneceres
Se emancipó del dolor del quehacer de los
hospitales y de los sinsabores.
Planificó la sonrisa en el cielo entre nubes
de algodón de feria.
Desplegó sus alas para esperarnos y quitarnos
los miedos a volar.
Desde nuestros ojos y nuestros corazones, no
hay dolor que no podamos transformar desde su forma de mirar.
Esa mirada limpia
que ella, a mí en particular, me invitó
a compartir.
Me quedo con tu risa, tu valentía y tus gafas
de colores.
Tu risa que me traía aromas de complicidades
blancas.
Tu valentia en encarar los avatares cotidianos
y tu incuestionable partida. En tu conciencia de la brevedad del ser.
Tus gafas de colores que nos alegraban las
frías cuestiones de la metodologia, las variables y los resultados del chi
cuadrado. Desde tu certeza de que sólo lo bien hecho, bien està.
Me quedo con tu forma de ser, que yo, alguna, vez también quisiera ser.
Como las uvas de un racimo, que se van seleccionando para hacer un buen vino, así nuestro recuerdo de las personas que nos acompañaron se agranda, supliendo su ausencia con la grandeza de su ejemplo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Soy un poquito prosaica yo para estas cosas del querer. No pueden irse porque están en mí.
EliminarDentro de mí, como las mejores uvas, germina día a día lo que ellas pudieron y yo permití que me contagiasen.
Las notas de ausencia las contemplo desde sus propios ojos, y eso me serena. Me regresa a su vivir.
Un abrazo
El sentimiento que me provocan tus palabras hacen emerger lágrimas doloridas, por la pérdida aún reciente, por los recuerdos fraguados, por la dura lucha del que queda, por tantos llantos que apaciguaran los ahora escarpados sufrimientos. El bálsamo llegará como una bendición por las obras bien hechas y el ejemplo de la persona que dejó hondas huellas de alegría e integridad.
ResponderEliminarÁnimo en los momentos tristes que la vida nos depara!
Gracias Pilar. Nos dejaron con quince días de diferencia. El enorme bálsamo que dejan es saber que, siendo como son, no dejan de ser en cada uno de los que tuvimos la enorme suerte de conocerlas.
EliminarGracias. Un abrazo
La voz de los cielos, la de silencio o la del alma son un continuo que permanece en los afectos del corazón.
ResponderEliminarHay una luz de ellos que nos deja impregnada el alma para siempre.
Me uno en tu dolor y recibe un abrazo de luz que reconforte tu corazón y el de sus seres queridos, de todos y cada uno de sus deudos.
Las almas tienen voz a veces Lucía, en el silencio de nuestro propio corazón. Y estas mujeres, en sus voces fuertes y vivas, nos iluminan los sentidos cuando pensamos en ellas. Por eso, no pueden irse del todo.
EliminarHasta que yo misma me vaya, ellas están en mí, brillando.
Un abrazo
Las personas que han significado algo importante en nuestra vida, formando parte de ella, siempre nos dejan esa última lección maestra. La de la partida. Por ello podemos recordarlas de por vida con una gran y dulce sonrisa de complicidad. Porque lo más bello de esta vida es haberla podido compartir.
ResponderEliminarUn besote y perdona el abandono al que te tengo sometida, que no por ello me olvido de ti.
Ahora me sabe mal haberte dado tanto trabajo. No, por favor.
EliminarHaber compartido la vida es de lo poco que nos llevaremos de ella.
Y agradezco, que aunque sea a través de la pantallita, podamos compartir textos y afecto.