Había hecho construir un faro de treinta metros en
el inmenso páramo, para poder imaginar el mar tras las ventanas de su mansión
en las noches sin luna.
En los largos insomnios quedada aturdido por las ráfagas
de luz intermitente que a ningún navío podrían orientar.
Esa noche se sintió más solo que nunca. Con sus
escoltas, asistentes y resto de personal velando por su seguridad y cuidado,
ignorantes de la órbita de sus sueños, cargados de pesadillas, sólo tuvo ganas de aullar.
Cuando el cansancio le rindió, soñó que los efluvios
de las rosas del jardín delantero se filtraban por entre los resquicios de las
piedras centenarias, hacían requiebros sobre los regios muebles importados y le
envolvían en un aire irrespirable. Notó en sus piernas el balanceo de una
cubierta. Se sintió en la proa de un crucero sin tregua que arribaba a unos
arrecifes. Éstos le pedían cuentas por haber sido relegados por el brillo del
poder y arañaban el casco bajo sus pies.
El aire nocturno irrumpió por la ventana
enloqueciendo los cortinajes, elevando un rugido de marejada y volteando la
foto de su primer posado en el velero que logró comprar tras seis años
trabajando de croupier en un casino que
miraba al mar.
Despertó sudando, miró la foto y se dejó tranquilizar por el ama de llaves, quien en pocos minutos le trajo dos pastillas blancas como perlas en un plato nacarado y un vaso de agua azulada con olor a salitre y a teca recién barnizada.
Cuando deposito el vaso en su sitio y agradeció a su ama de llaves la prontitud y el esmero en atenderle, se dejo llevar por un dulce sueño, del cual era el autor, con su carta de navegación compartida con la mujer de su vida, la que hacía que no necesitase faro alguno que le iluminara la travesía. Esa que al perderla hizo que abandonara el mar pero no sus señas de identidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Es muy bella y optimista tu continuación. Quiero creer que sí, que en efecto esa mujer está haciendo el equipaje para llegar a la mansión del mafioso. Entregarán a las estrellas su amor recuperado y jamás muerto, y podrán derribar el faro de los deseos por cumplir. Porque los estarán viviendo.
EliminarUn abrazo.