Se perdió entre hojas de
marihuana y sándalo en flor. Rojiza, entre la espesura de su anunciado verdor.
En la penumbra de su alma
herida dilapidó sus quince años en avatares confusos de recordar.
Los dispuso en una raya de
ansia y amargura cabalgando a lomos de una aventura por domesticar.
En la huida se deslizó al
lado más negro, al más oscuro de su razón. Aún inconclusa. Por su edad.
Por emerger entre sus
faldas de lino y los rojos collares de coral, por un amor malherido,
simplemente se dejó caer.
Hoy, con la mirada repescada
de entre las nubes que dejó atrás, me aferro a su imagen de rubia y pálida
inocencia.
Esa niña, de estraperlo,
anidó en mi corazón. Y ahora que es una mujer, no la volveré a dejar escapar.
Niña de estraperlo...
ResponderEliminarQue imagen!!!
Bien echo.
Cuídala siempre.
Besos.
Gracias por tu lectura.
EliminarLa niña ha sabido y podido regresar. El laberinto en el que entró, al final ha abierto una puerta de tupido follaje, para dejarla volver a casa.
No dejaremos que se sienta presa y quiera volar, porque será libre dentro y por fuera de sí misma.
Un abrazo.
Con su inocencia perdida, estropeada como una lagartija sin cola, sumida en la oscuridad que la falta de razón proporciona,utilizando las cuentas de coral de su collar para una letanía de lamentaciones, que una mujer con corazón no desearía.
ResponderEliminarSaludos.
Puede regresar. Perderse en una edad de transición es posible. Y algunos se pierden entre sustancias y neuronas sin acabar de colocar.
EliminarElla ha regresado a casa. El futuro está de su parte, y su corazón también. Estando en paz, el pasado pasará.
Saludos cordiales. O un abrazo.
Alegrémonos por ello.
EliminarMejor un beso.
Todos los adultos nos alegramos por la vuelta de los niños perdidos en una isla de Peter Pan, que jamás debió construirse.
EliminarUn besote, cómo no. Sonoro, por favor.