Aquel ave se sentía el cisne más bello del
estanque, y es que hasta el pato más orgulloso le admiraba cuando nadaba con la majestuosidad de un príncipe blanco y orgulloso. De hecho le gustaba más dejarse admirar por los patos que por los dos congéneres de su charca.
Lin, la granjera, hacía guardia por tal de retorcer el cuello del pato más gordo, porque tenía una receta recién encontrada de su abuela, pero el marido, Ming, tenía intención de que la granja medrase para comercializar sus patos, y rezaba por la enorme suerte de tener tal semental, al que cuidaba con esmero. Un día la mujer no pudo más, y en descuido hizo prisionero al pato feliz
El cisne le buscó, sin éxito. El marido, intuyendo el destino del animal, fue a la cocina , donde pilló a su mujer con las manos en el cuello del pobre pato. Al lado, un cuchillo del tipo Kai Seki Magoroku Yanagiba, descansaba sobre una madera.
- ¿Qué haces, mujer?, ¿cómo se te ocurre matarlo?, preguntó alarmado, mientras arrancaba de las manos la comida en ciernes
- No lo mataba, le daba un masaje relajante en el cuello, querido Ming, alegó la mujer, aceptando que el marido le dejase sin el ingrediente principal de su comida
- Te creo, dijo a regañadientes, pero prométeme que no volverás a traer el pato a la cocina
- No volverá a pasar, lo prometo. No me volverás a pillar.
No le queda mucho al pobre animal :)
ResponderEliminarUn beso.
Esa mujer con la receta y un cuchillo es un peligro. Porque advierte que no la volverán a pillar, pero nada dice de volver a intentar matarlo :-)
EliminarUn beso
Un bonito relato. Está claro que a esta mujer china le gusta el pato laqueado, por ejemplo, así que al pobre animal me temo que no le queda ya mucho.
ResponderEliminarUn beso
Creo que le anda mirando con ojitos de cocinera desde hace días. Pobre pato :-)
EliminarUn beso
Me parece que no va a cumplir la promesa, y como el marido no esté al loro, cuando se descuide le rebana el pescuezo al pobre pato.
ResponderEliminarBesos Albada.
El tema era ese, que lo importante para ella es que no la encuentre con las manos en la masa, del cuello del pobre bicho
EliminarBesos
Más sincera no puede ser jajaja… Bien clarito se lo ha dicho; a la próxima, no la pilla!
ResponderEliminarGracias por sacarnos sonrisas en este lunes, mi querida amiga 😊
Bsoss enormes, y muy feliz semana!!😘
Yo que el marido empezaba a buscar otro semental patuno :-)
EliminarUn beso grande y feliz lunes, Ginebra
Pues sí, sincera es.
EliminarSi es que innovar en la cocina se está convirtiendo en una obsesión. ! Pobre pato !
ResponderEliminarBesos
Se experimenta tanto con la cocina, que pronto habrá un sorbete de pato desoxigenado :-). Yo, sin embargo, cada día me tiro más a los vegetales.
EliminarBesos
Es que era muy tentador lo de hacer que diga que no la pillarán, pero no que no desista de hacer su guiso.
ResponderEliminarUn abrazo
El marido debería vigilar su propio cuello...
ResponderEliminarBesos.
Tienes razón, con la determinación de esa mujer, mejor poner tierra por medio, no sea que en un arranque de rabia use el cuchillo contra él :-)
EliminarUn beso
Un toque de humor siempre viene bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que con pocos patos y un cisne de adorno, el estanque está para pocos platos, así que sólo faltaba la insistencia de la mujer en cocinar :-)
EliminarUn abrazo
Jajaja Me da a mi que no era vegetariana. Ese pato tiene los días contados.
ResponderEliminarUn beso
No sé yo si fue buena idea casarse con una mujer que come carne, pensándlo bien :-)
EliminarUn beso
Está decidida y eso no lo frena ningún Ming, nacido o por nacer. Abrazos
ResponderEliminarAhí seguro que no sirven las promesas, debe salivar la pobre mujer cada vez que da de comer a los patos, así que yo los cambiaría por gallinas ponedoras.
EliminarUn abrazo
Y en la próxima tentativa, que no ande cerca el marido, que le puede caer "la del pulpo".
ResponderEliminarGracias por el humor.
Besos.
Pobre hombre también, porque entre la determinación de su mujer por comer pato, y que parece que maneja los cuchillos, yo que él emigraba a Brasil
EliminarBesos
Jajaja. Gracias por aranca una sonrisa a primera hora de la mañana. Que mania le ha entrado a la dueña por hacer la receta de la abuela. Creo que no hay quien save al pato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como no haga vegetariana de golpe, yo tampoco creo que el pato se salve :-)
EliminarGracias, Josefa, por tu lectura. Un abrazo y feliz lunes
Jajajaja menudo masajito relajante al cuello cualquiera se fía de ella jajajaa.
ResponderEliminarMuy buen relato con humor, me ha encantado.
Besos enormes.
No veo mucha salvación para el pato. Tal vez que se haga vegetariana la mujer, pero salvo eso, ese pato acaba en la cazuela seguro :-)
EliminarUn beso, y que esas sonrisas permanezcan en tu cara por mucho rato.
Ahhh jajajaajja pero que bueno, excelente, me has encantao, tiene muchas aristas este relato jajajaaja.
ResponderEliminarTienes aristas, porque los humanos somos seres poliédricos, imagino.
EliminarMe alegra que te haya gustado el post. Un saludo y bienvenida a este rincón