Estaba muy indignado. El viaje
a Marrakech había sido un fracaso. El estilo peculiar de agobiar y timar a los
turistas por parte de los autóctonos le había dejado un mal cuerpo, que esperaba dejar atrás en unos minutos, no bien
pisara el aeropuerto.
Antes de entrar tuvo que pasar
por el escáner su maletín de cabina y su mochila. Sabía que, en ese control, su
cantimplora metálica con agua podía causarle algún problema, pero se alivió al
ver que no. La cola en el mostrador de la aerolínea de lowcost le permitió confirmar
que no era el único de los viajeros que estaba deseando pisar un país
occidental, y de paso, constatar que el departamento de inmigración del país
tenía cosas absurdas, como tener que rellenar la misma hoja que a la llegada,
cuando poco importaba dónde se había alojado durante la estancia, pero, por
supuesto, rellenó el formulario.
Tenía que hacer la cola de emigración.
Las dos garitas de los agentes estaban cerradas. Era la primera comida
nocturna del ramadán, y era imperioso que pudieran comer, aunque a la media
hora reabrieron, y volvieron a admitir pasajeros
que se iban del país. Después de que le estamparan un sello en el pasaporte, tras
ser mojado en un tampón de tinta roja, sólo le faltaba pasar el control
de seguridad. No sacó la cantimplora de la mochila, que, al ser metálica, además
de verse claramente, sonaba cual sonajero, pero tampoco le dijeron nada. Sólo
le obligaron a dejar atrás una botellita de agua envasada y quitarse las deportivas. Al fin llegaba la
puerta de embarque.
Por supuesto, Vueling salía con retraso. En la zona de
Dutyfree no podía pagar con la moneda del país excepto en los bares, así que, a
falta de llevarse de recuerdo algún imán
que se había negado a comprar regateando,
pudo cenar de maravilla. Si no fuera porque las salsas picantes solían
producirle diarrea.
Anunciaron el embarque al fin.
Ya sólo le faltaba un último control de equipaje de cabina. Un agente de la compañía iba
poniendo brazaletes de “Bodega” a muchas maletas de mano, pero la suya la debieron ver tan pequeña que nadie hizo gesto alguno de querer llevarla a la bodega de la aeronave. Pasó un último escáner, y ante su asombro, tampoco le dijeron nada
sobre la cantimplora. Ya en el avión bebió un buen sorbo de su agua.
Consiguió dormir, seguramente por agotamiento, siendo despertado por un súbito
apretón de tripas que le obligó a ir al aseo. Pero ya se avistaban las luces de Barcelona desde la ventanilla del avión.
Joan Laporta en 2005 se quedó en calzoncillos en El Prat
Joan Laporta en 2005 se quedó en calzoncillos en El Prat
Entretenido relato de esa vuelta de viaje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, eso de viajar, con el tema de la seguridad, es de una variedad de anécdotas que da para el libro gordo de Petete. En calzoncillos como Laporta tal vez no te hacen quedar, que luego pidió disculpas por haberse enfadado y reaccionado de manera excesiva, pero eso de los zapatos, cinturones etc es pesado. Los atentados de Bruselas, o de Estambul, justifican un buen control. Lo entiendo. Pero como no saques aparatos electrónicos de la maleta, te la deshacen, y eso es pasarse un poco también, pero quede claro que la seguridad es lo más importante, y yo en particular me lo tomo con toda la calma del mundo
EliminarUn abrazo
Viajar está cada vez más tedioso.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, la seguridad ha complicado bastante la aventura de viajar. No por ello hay que renunciar, pero sí que tenemos que cargarnos con mucha más paciencia
EliminarUn beso
Hay que entenderlo, es por nuestra seguridad, por la de todos, pero que te hagan quitar los zapatos, encender el ordenador es muy cansado. Pero... no hace mucho al pasar pité y el policía me regaño por llevar un collar metálico tan grande, pedí disculpas y pase el control, llegue a destino con mi collar que era de plástico y con mi navajilla en el bolsillo. Abrazos
ResponderEliminarjajaja. En un aeropuerto te quitan un cortauñas o un encendedor con abrechapas incorporado, o te te dejan pasar lo mismo en otro. Parece que la causa es que no hay un protoolo extricto, sino que cada país adecuaa la normativa a su propio estilo.
EliminarSon los tiempos que corren. Un abrazo
Sinceramente creo que viajar se está convirtiendo en una tortura. No solamente por lo engorroso de viajar en avión sino que vayas donde vayas vas a encontrarte con montones de turistas...
ResponderEliminarBesos.
La única pega de eso de viajar, acaba siendo lo de encontrarse con turistas como uno mismo :-). Estoy segura que viajar es una manera de crecer, de integrar otros paisajes y otras gentes en nuestro sentir. El precio vale la pena, pero masificados todos los rincones del globo, cada vez me planteo más si no es un precio demasiado caro
EliminarUn beso
Me pregunto: ¿que hubiera pasado si la cantimplora es del Madrid?.
ResponderEliminarBesos.
Estoy casi segura que habría sido lo mismo en ese caso y aeropuerto. El fútbol ambos clubs en particular tiene legiones, auténticas legiones de seguidores por todos lados. Messi y Ronaldo son las palabras, nombres en este caso que mejor se conoce de España.
EliminarBesos
Estaba pensando yo lo mismo que Juan L. Y también que últimamente tus protagonistas tienen la imperiosa necesidad de encontrar un baño.
ResponderEliminarSimpático relato.
Un abrazo.
Pues creo que ambos equipos tienen muchos fans pero elegí que la cantimplora fuera del Barça porque tengo una en mi casa, y del Madrid ninguna :-). Lo de ir al baño de form súbita es la ocurrencia de recordar lo fácil que es que nos agarre una gastroenteritis en algunos viajes. Ya sabes la inspiración es caprichosa.
EliminarUn abrazo
Lo de coger un avión ya se está convirtiendo en algo muy engorroso, y a mi lo que más me fastidia, es que a uno lo pueden dejar en pelotas, y luego los terroristas y la mala gente pasa pistolas, cuchillos y lo que les da la gana. A mí ya me ha ocurrido en varias ocasiones que después de quitarme de encima, todo lo que llevaba de metal y demás, el escaner ese de los cojones me ha pitado, y como no sea el empaste de una muela, otra cosa ya no llevaba. Muy bueno tu relato.
ResponderEliminarBesos Albada.
Es un fastidio la verdad. El año pasado, creo que por estas fechas, el personal de tierra de Barcelona hizo huelga de celo, y las colas hicieron perder miles de vuelos a pasajeros indignados. Luego nos explicaron que querían mejoras laborales más que justificadas, pero hasta que no pusieron a guardia civiles en esos controles, fueron días de convertir eso de viajar en una agonía. Ojalá este año no haya huelgas, sobre todo porque las condiciones de trabajo de los aeropuertos sean correctas, porque cada verano somos los rehenes de personal de aire o de trenes, lo que hace una odisea salir de los destinos. La huelga de controladores aéreos de diciembre de 2010 fue épica. Pero me gusta viajar.
EliminarBesos
A mí me quitaron una pinza de cejas... Tampoco sé para qué leches llevaba yo una pinza de cejas en el equipaje de mano pero hacía poco que se habían recrudecido los controles y no estaba yo tan puesta en todo lo que no se podía llevar.
ResponderEliminarLa última vez que estuve en USA me libré de quitarme los zapatos porque me cogieron para un proyecto experimental que estaban probando, donde se selecciona a ciertos pasajeros para pasar un control más laxo (el proceso de selección supongo que consistirá en la mera observación visual y nacionalidad de los pasajeros, así que es algo de lo más prejuicioso). Eso sí, me pasaron un rodillito por las manos para ver si había manipulado explosivos. Besotes!!!
Qué bien traído el caso de las pinzas de cejas. La observación visual como forma de hacer dos tipos de controles es mu peligroso, pero me sirve muy bien, con ese rodillo de manipulación de bombas, (jolines, qué ratoncillo de laboratorio fuiste), es como para pensar ...qué tan frecuente es manipular pólvora, pero no sé yo, porque imagino que los terroristas las fabrican en sus casas ¿no?.
EliminarEso de viajar y sus anécdotas, que no quita la gracia de hacerlo. Un beso
Viajar en medio de lo cotidiano y esquivando los imprevistos, pueden dejarnos experiencias duras o desagradables. Feliz retorno a casa.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Esquivar los imprevistos es el deporte a practicar en cada viaje. Pero de hecho es una forma de afrontar la vida, si uno lo piensa, así que tu reflexión, llevar la actitud a lo cotidiano me ha parecido genial.
EliminarUn abrazo