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Sus controles indicaban que todo iba bien, sin embargo su inquietud iba en
aumento de semana en semana. Buscó, sin encontrar, el momento perfecto para
explicarle que durante aquel fin de semana con su hermana, había salido de
fiesta y había tenido un desliz. Podía estar embarazada de Carlos con mayor probabilidad, se dijo en todo
momento.
Al final, dejando pasar el
tiempo, las contracciones del parto llegaron a ser tan frecuentes que la inminencia de dar a luz le permitía poca
capacidad de reacción.
La niña, una mulatita preciosa,
había nacido al fin y Laura la abrazó entre aterrorizada y amorosa, mientras miraba a Carlos. Éste cortó el cordón umbilical y acarició
la cara de ambas. No dijo nada. No preguntó. No mostró inquietud alguna, tras la primera sorpresa.
Laura esperaba alguna reacción de enojo, pero él estuvo en todo momento dedicado
a atenderlas a ambas. Cariñoso y solícito, babeaba al mostrar la niña a los
familiares y amigos que acudieron al hospital. Si alguien tuvo preguntas, no las dejaron aflorar.
Cuando la nena cumplió los tres
años, tras su primer escolarizada, preguntó a su padre por qué no era blanca y
rubia como él o su mamá.
- Como nos queremos, nos da igual que te parezcas o no,
y a ti no ha de importarte-dijo, mirando a Laura, quien doblaba ropa sobre la
mesa del comedor.
Bonita lección de amor, en este bello relato.
ResponderEliminarBesos.
Imagino que es una prueba muy dura. Un desliz si creo que pueda olvidarse, pero el bebé es un recordatorio, así que eso el amor y lo demás tonterías.
EliminarUn abrazo ´
No lo veo como un comportamiento posible, aunque pueda parecer plausible.
ResponderEliminarUn beso.
Sucedió, tal cual en la Maternidad de Barcelona, en la década de los treinta, durante la república, cuando era el único lugar de huérfanos con el sistema de educación Montesori. El padre nunca cuestionó, ni ella llegara a dar explicaciones, imagino que ambos sobrentendieron que el amor podía mucho más que las interfrencias. Claro, eran otros tiempos :-)
EliminarUn beso
Como bien dices eran otros tiempos.
EliminarUn beso.
Una bonita lección de amor en este relato. Un abrazo .
ResponderEliminarHoy en día creemos que somos tolerantes con muchas cosas, pero luego resulta que no tanto. Este caso, basado en la realidad, nos dice que hay hombres que en verdad saben amar por encima de las normas. Porque seamos francos, cuántos hijos puede tener un hombre fuera del matrimonio y cuántos hijos son engendrados por otro hombre, y sin embargo quedan como hijos "normales"
EliminarEl amor sí lo puede todo. Un abrazo
Como bien dices en el título, a quién le importa. Esa niña es feliz y eso es todo lo que cuenta. Besotes!!!
ResponderEliminarEs lo que cuenta, que esos padres se aman y construyan un buen ambiente en casa. La niña es feliz, ellos también, pues oye..poco más a decir
EliminarUn beso
Si a quienes debiera importarle no les importa, entonces tampoco a nadie más. Aunque algo así es muy difícil que no importe de esa manera, sin preguntas.
ResponderEliminarUn beso dulce.
La realidad que vemos no siempre es la que creemos. Un matrimonio árabe tenía seis hijos. Él resultó ser estéril. La vida es así de bromista. Pero es la felicidad lo que cuenta
EliminarUn abrazo, Dulce, Feliz miércoles
Y es que es cierto, "¿a quién le importa...?"
ResponderEliminarUn abrazo.
A nadie le ha de importar. Al marido habría que aplaudirle, eso sí.
EliminarUn abrazo
Un relato muy bonito , cargado de ternura y compresión , ya que otro Carlos diferente estaría con la mosca en la oreja , te deseo una feliz tarde besos de flor.
ResponderEliminarOtro Carlos no sólo se habría cuestionado la fidelidad de ella, sino también si se veía capaz de criar a la nena. Sin duda, un ejemplo.
EliminarUn abrazo grande
San Carlos del Ciervo Sumiso.
ResponderEliminarUna gran persona, sí...
Besos.
Un marido d elos que no abundan, sin lugar a dudas. :-)
EliminarUn beso
Supongo que el perdón más justificado, es aquel que se hace por el bien de los niños. En este caso, además, parece que el amor también fue motivo para no tener en cuenta el desliz… Aunque no creo que a la práctica fuera sencillo...
ResponderEliminarBuena historia para reflexionar…
Un abrazo grande, y muy feliz noche, querida amiga 😘
Como decía a Alfred, esto sucedió, tal cual. Por supuesto ella debía haber explicado, pero si no tuvo repercusión afectiva, tal vez no valía la pena. Él es un enorme ser humano.
EliminarUn abrazo
Cuanta ternura, me encantaría que fuera real. Un abrazo
ResponderEliminarEs muy tierno. La nena la conocí en el Clínico, en los setenta. Catalana de puta cepa, era una mulata adorable, y esa era sus historia.
EliminarUn abrazote.
Me encantan las historias de amor. Yo crecí sabiendo que la paternidad es cosa que no debe importar a nadie más que a los directamente involucrados: somos cuatro hermanas, cada una de diferente color.
ResponderEliminarLa sexualidad es lago privado. La paternidad debería serlo. Las madres solteras son unas heroínas, siempre. Padres como Carlos deberían abundar más
EliminarUn abrazo
Creo que la otra parte de la pareja (y solo ella), sea el hombre o sea la mujer, sí tiene derecho a decidir a priori si le importa o no le importa; si perdona o no perdona. El hecho de que la niña pueda vivir en una familia unida es gracias a un padre generoso y a pesar de una madre falsa y cobarde.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso decía la niña, a punto de jubilarse cuando la conocí. Sin embargo su madre, cobarde como dices, fue la mujer más fiel, cariñosa y buena madre que pudiera haberle tocado en suerte. La vida es pedir perdón, de la manera que uno encuentre oportuna.
EliminarUn abrazo
¡Ah, qué bonita frase! "La vida es pedir perdón, de la manera que uno encuentre oportuna". Me gustaría pensar en otra cosa que no fuera pedir perdón, que exprese cómo una "compensa"o "restituye" o algo así. Creo que es una idea importante...
EliminarDesde luego la reacciñon de Carlos, por ejemplar y encomiable que pueda parecer, es cuanto menos sorprendente si Laura no llegó jamás, como parece, a confesarle ese desliz que ha dado lugar a esa niña mulata. De ser así, la falta de confianza y de sinceridad podía muy bien dar lugar a una reacción negativa por parte del hombre que ha sido engañado, al haberle ocultado la verdad, esperando que el bebé que crecía en su interior fuera suyo y no del otro.
ResponderEliminarUna historia (ignoro si cierta o ficticia) dura aunque, por fortuna para todos los implicados (especialmente la niña, el ser más inocente), con final feliz.
Un abrazo.
Está basado en una historia real. Yo conocí a la nena. Carlos fue un hombre excepcional, pero ya digo que no entiendo su infidelidad y menos le engaño en el mundo de la pareja. Tuvieron un hijo después y él no hizo diferencias entre los niños. Laura llegó a olvidar el affaire de aquella noche, aunque su hermana siempre supo de su arrepentimiento. La vida siguió, porque el amor era intenso.
EliminarPerdona por no contestarte antes, se me pasó este comentario tuyo, tan acertado, porque el final feliz siempre es el mejor final. Un abrazo
Desde luego la reacción de Carlos es de lo más generosa porque la niña no tenía ninguna culpa.
ResponderEliminarBesos
La grandeza del amor, seguramente es no culpar a quien no tiene culpa alguna. Es verdad.
EliminarUn abrazo
Una historia para la reflexion, saludos albada. Gracias por compartir!
ResponderEliminarBueno, es que un desliz no sé si de ha de explicar, y dudo que sea más importante que el amor. Por mi experiencia, sé que si la pareja va bien, no hay desliz posible, pero puedo entender que lo haya, y que sea un paréntesis de una tontuna sin trascendencia, aunque si el resultado es claramente el fruto de esa infidelidad, no creo que haya muchos Carlos, o Evas, por el mundo
EliminarUn abrazo
Las personas olvidan a su corazón y luego vienen los lamentos. La cosa es que alguna o alguno repiten y se juntan con un mulato hermano de una chica con rasgos asiáticos...total, el mestizaje ahora está de moda...
ResponderEliminarLas personas pueden tener esos deslices, pero no sé, si son reiterativos es que el problema lo tienen con su pareja. La infidelidad me parece un engañarse a sí mismo. Sí, el mestizaje es hoy en día una tendencia y no me parece mal. El amor no debería tener en cuenta el color de la piel :-)
EliminarUn abrazo y feliz sábado
un placer es leerte y disfrutarte mientras me deleito con tus letras
ResponderEliminarEres muy amable. Son textos, en su mayoría muy sencillos.
EliminarUn abrazo
Es precioso este relato, me ha encantado...
ResponderEliminarEl era su padre, desde luego.
Mil besos.
Ahí estaba el tema, ese señor es el único padre, y los miedos propios y prejuicios ajenos no han de contar ante el nacimiento de un niño.
EliminarUn abrazote
jaja, pues hay decir, que no un dicho, el padre dice soy quien compra sus zapatos, quiero creer que también soy el padre :-)
ResponderEliminarUn abrazo
El cuento es muy bueno... pero... no sé. Me parece imposible que eso pueda suceder.
ResponderEliminarYo no conozco a nadie con esa apertura mental, pero... no sé... igual sí existe alguien así. Quién sabe.
Enhorabuena
Por imaginar que no quede
Pues está basado en la realidad, curiosamente. Hay que amar a quien se ama
EliminarUn abrazo y por una tarde bonita