Violinista, escultura de dam Nogales. Tomada de Google |
Como podía pasar, he estado leyendo. Acá y allá, como comen
los pajarillos, es decir…picoteando. Es un vicio que Internet me viene a mano, y
yo, que no sacio mi curiosidad casi nunca, me dejo llevar por los caminos que
se van abriendo en cada clic de mi ratón inalámbrico. Luego le dejo anidar en
algo que me atrae y me dejo abducir, no teman.
Cómo he recordado frases de Einstein, es fácil de adivinar,
porque no hace falta bola de cristal, ni máster de adivinación online. Lo que
pasa. Que una imagen produce un recuerdo de algo escuchado, o leído, o sentido.
En este caso ha sido la imagen de un violinista. Una escultura es lo que me ha
llamado la atención. Es de bronce, y no sé por qué me ha llevado a una imagen de Einstein, de cuando cumplía cincuenta años.
Mientras tocaba ese instrumento.
La frase de la siguiente guerra mundial, o esa tan en uso
por los tiempos que vivimos, respecto a los límites de la estupidez humana, por
supuesto que han acudido a mi mente. Pero, lo que son las cosas, me quedo con
una que tiene que ver con la voluntad, como él decía también cual inmensa
fuerza. Pero la voluntad concreta de amar. De dar. De darse. Sólo entendible a
partir de una cierta edad.
La Madre de Calcuta decía, con su manera religiosa de
entender la vida, que “Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido”. Yo, con menos sentido de la inmortalidad que ella, me quedo
con la que he elegido de Albert Einstein y que hoy, en este instante, me llama,
porque la siento mía “Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que
nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos”.
Albert Einstein, con su violín, cuando cumplía cincuenta años |
No implica que algo te regresará de lo que ofreces. Porque
no está en los planes que nada recojas a cambio. Porque si es así, no es lo que
yo interpreto de la frase. Es simplemente darse porque sí, porque nos enriquece
el hacerlo, desde las entrañas. Sin motivo exacto. Sin la ley de sentirse obligado
por nada. El impulso de ofrecer amor para que algo de esa fuerza llegue y florezca en el corazón del otro, para
que, tanto si llegas a verlo florecer como
si no es así, el darte te haga sentir
feliz.
Poco hubiera pensado Albert, que tantas décadas después, una
mujer pensaría en la profundidad de esa
frase suya, y cómo había disfrutado pensando en el uso que él hubiera dado a
esta herramienta de Internet. :-)
Me alegra que una mujer, después de tantas décadas, al filo de un violinista, nos recuerde una de las muchas e interesantes citas de un genio, que en esta en concreto, nos da la valía de la edad madura, empezar a devolver lo recogido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al hilo de una foto de Internet, las ideas, imágenes y sensaciones se hayan cosido...para reflexionar sobre algo que cada vez tengo más claro. Pero eso es que me hago mayor!.
EliminarLa otra cara de la reflexión!. :-) Un beso.
Decía mi abuela que todo, todo lo que hacemos lo hacemos pensando en el placer de nosotros mismos.Yo pienso que con la edad, quizás, necesitemos más de los demás y por eso nos cambia el pensamiento. Los niños lo quieren todo para ellos, y yo estoy en la edad que quiero recibir más que dar...A ti...no pensaba que tuvieras cincuenta años...
ResponderEliminarUn beso.
La edad es razón imprescindible para madurar. Que no confundo con envejecer jamás. Hay quien con ochenta no ha madurado, y recuerdo al señor de La Vegas que quería traer el Eurovegas a Madrid, por decirte un ejemplo.
EliminarTengo cincuenta primaveras madurando para eclosionar cada Abril, pero yo diría que de momento...más me gusta que no me pesa. Un beso.
Yo huyo de los demás.
ResponderEliminarSupongo que es para compensar.
Besos.
De todo ha de haber. Irá a temperamentos y a lecciones de vida, imagino.
EliminarMe gusta pasear por los rincones de tu blog, así que ofrecer mucho más de los que crees. Un beso y martes precioso. Una frase poco intelectual eh? :-)
Me gusta la frase. Y la escultura.
ResponderEliminarUn abrazo.
La escultura me gustó, y mucho. El caminito hasta llegar a la frase, como ves, fue como fue...pero llegó a la frase que ayer sentía como que muy mía. Cosas que pasan. :-)
EliminarUn abrazo, y que la vida nos permita madurar como los buenos frutos.
Y la madurez se hace más plena cuando nos olvidamos de esa frase para arrebatar a otro un asiento de autobús, colarnos en el mercado, hacer una venta fraudulenta o mojar la ropa al vecino de abajo. Discrepo de Einstein, sus ojos para ver el mundo eran demasiado perspicaces para captar la realidad.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Me has hecho reír. Sin duda la vejez tiene un puntito de juguetear, o gamberrear, o dejarse de qué dirá la gente...que en ocasiones es deseable, porque implica salud. Te lo digo ahora, que desistí de buscar lo correcto, lo útil, lo valioso de los actos que hacemos.
EliminarSe nota que, ya que sigo jugando siempre que me lo permiten, tampoco tengo yo la inteligencia del gran Albert. Un abrazo.
Mi felicitación, Albada. Foto, texto y cita de Einstein, excelentemente conjugadas hacen de esta entrada una lectura algo más que bonita.Es interesante,intimista y reflexiva.
ResponderEliminarUn abrazo.
<eres muy amable, Fanny. Estoy en una etapa en la que acabo por escribir exactamente lo que sale, sin filtrar apenas. Supongo que es notorio, pero es que ha de haber etapas, en tanto que estamos vivos, y además de respirar....maduramos!.
EliminarUn beso!
La verdad es que me gustan las esculturas con más volúmen, por lo que la que muestras me parece más bien lo que quedó después de una explosión o del paso de un huracán. Pero es interesante como a tí esta escultura te lllevó a la fotografía de Einstein y de ahí a una de sus frases. Se dice, y seguramente Einstein estaría de acuerdo, que el cerebro humano tiene esa extraordinaria capacidad de asociar cosas sin relación aparente, cosa de la que un cerebro cibernético no sería capaz. De esto deduzco que no eres un robot sino una persona de gran imaginación y mucha sensibilidad (que es lo que se ve, además, en lo que escribes en tu blog).
ResponderEliminarOtra frase de Einstein, que tal venga también al caso es: "El más alto destino que puede alcanzar una persona es servir, más que mandar". No tiene que ver con la madurez sino con una actitud frente a la vida, que puede adquirirse o no con la edad, porque he visto también que la madurez, etária, lleva a algunas personas al más grande de los egoísmos.
Mañana escribiré sobre una escultura de un gato, de la ciudad de Cali, porque me encantan las esculturas con cuerpo. Esa me llevó por ese hilo de asociación de ideas, de flashes.
EliminarEsa otra frase de Einstein, no relacionada a la edad sino a la dicha de dar en sí misma me gusta también. Pero la vida no es hacer frases, sino pasar por ella haciendo y dejando, un algo inmaterial que nos haga imperecederos de alguna manera.
Y sí, como decía a Amando...hay ancianos juguetones y egoístas como niños.Y oye..que me parece bien también!.. Un cordial saludo.