Cuadro de Sandorfi |
La vecina de enfrente era insoportable. Cada noche, cuando él tenía que dormir, le daba por hacer gimnasia, con la luz encendida. Y además, con una música para fitness, o para zumba a todo trapo. Le desagradaban esos temas tan actuales y machacones. Pero si el volumen fuese más moderado lo habría pasado por alto. Tenía que dormirse temprano porque madrugaba. Era la misma vecina que luego salía de la ducha con tan sólo una toalla en el pelo y quien tenía un dálmata sin pedigree que ladraba mientras su dueña se ponía en forma. También se le oía ladrar por horas cuando le dejaba solo.
Llevaba tiempo con ganas de decirle que bajara el volumen de la música, y que educara a su perro, pero parecía que a los otros vecinos no les molestaba el guirigay. Un día se compró unos prismáticos. No para verla en mallas y camisetas ajustadas, sino por si alguna vez iba de excursión a la montaña.
Cuando la vecina empezó a salir con un hombre, no conseguía dormir hasta que el señor salía por la puerta del edificio de enfrente. No eran celos, sino necesidad de dormirse sabiendo que nada estorbaría su sueño.
Cuando ella y su perro se mudaron, prismáticos en ristre, se desvelaba esperando que alguna mujer del vecindario se decidiera a hacer gimnasia ante su ventana, pero ninguna se animó. Rastreó la nueva dirección de su querida gimnasta y se trasladó a un piso cercano. En el edificio de enfrente. No para espiarla, sino para poder dormir.
Llevaba tiempo con ganas de decirle que bajara el volumen de la música, y que educara a su perro, pero parecía que a los otros vecinos no les molestaba el guirigay. Un día se compró unos prismáticos. No para verla en mallas y camisetas ajustadas, sino por si alguna vez iba de excursión a la montaña.
Cuando la vecina empezó a salir con un hombre, no conseguía dormir hasta que el señor salía por la puerta del edificio de enfrente. No eran celos, sino necesidad de dormirse sabiendo que nada estorbaría su sueño.
Cuando ella y su perro se mudaron, prismáticos en ristre, se desvelaba esperando que alguna mujer del vecindario se decidiera a hacer gimnasia ante su ventana, pero ninguna se animó. Rastreó la nueva dirección de su querida gimnasta y se trasladó a un piso cercano. En el edificio de enfrente. No para espiarla, sino para poder dormir.
Es que cuando uno se acostumbra a algo, verdad?
ResponderEliminar:P
Besos.
Jajaja, seguramente es eso, aunque este tipo tenía claro que no, sino porque eso del dormir lo llevaba mal :-)
EliminarUn beso
Lo tuyo es escritura profesional. Se nota la formación académica, con el valor añadido de tu natural imaginación y perspicacia en la observación del mundo de tu alrededor.
ResponderEliminarFelicidades.
Besos.
Me alegra que te haya gustado. Me gusta fijarme en lo que me rodea, casi siempre en cosas nimias, pero la formación ha sido poca, no creas.
EliminarGracias. Un abrazo
Los humanos nunca nos terminaremos de reconocer.Ese lado masoquista que en algunos puede más que todo! O quizá sea esa necesidad de introducir la mirada en las actitudes ajenas.
ResponderEliminarBuscar excusas para la intromisión de la vida ajena yo creo que muchos lo hacen, o hacemos. En este caso el masoquismo el tipo lo ejercía hacia su dificultad de dormir, pero seguramente albergaba a un mirón o voyeur que no reconocía.
EliminarUn abrazo
Se llevaría los prismáticos, no quiero perderme nada. Me ha gustado, me he reido sin esperarmelo. Abrazos
ResponderEliminarjaja. Seguro que los prismáticos iban con él, quien no quería perderse nada de la nueva y antigua vecina.
EliminarMe encanta te haya hecho reír. Un abrazo
Y es que... a pesar de pesares, hay veces que queda un vacío clamando ser de nuevo ocupado… aunque un tanto de lejos, por eso del dormir… en paz…
ResponderEliminarMuy bueno, querida amiga, me quedé con una sonrisa…
Bsoss enormes, y muy feliz noche.
Llenar de excusas la imposibilidad de dormir es una opción. Aquí las interferencias de los ladridos del perro eran reales, las otras eran buscadas.
EliminarMe alegra que te dejara una sonrisa. Un abrazo y feliz finde
Se diría que al resto del vecindario le faltaba sensibilidad para captar las cosas que molestan.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Era un vecindario de pasotas, también lo creo yo. Un perro ladrador es de lo más molesto que puedas tener en un edificio. Lo de la música, claro, va a gustos, pero hasta Bach, a todo volumen, molesta.
EliminarMe alegro que te haya gustado. Un abrazo y feliz finde
Es lo que tiene vivir en comunidad hay que soportar ruidos a deshoras, a mí me ha pasado con unos vecinos, tener que escuchar música a todo volumen a altas horas de la madrugada.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Besos enormes y feliz tarde.
Es el recio por estar en la ciudad. Todos tenemos un vecino que molesta, aunque pocas veces pensamos que nosotros podemos molestar, sin querer, muchas veces
EliminarUn beso y feliz tarde, María
Divertidísimo!
ResponderEliminarUn beso.
Me parece fenomenal que lo hayas encontrado divertido. Porque me divertí escribiéndolo, claro.
EliminarUn beso
Se nota ;)
EliminarUn beso.
Jaja, de verdad memdiverti Imaginando al tipt ella tan ajena a sus cuitas.
EliminarUn beso y finde lindo
El ser humano con sus paradojas, qué verdad
ResponderEliminarAl final el tipo prefería dormir mal. Un abrazo
Muy bueno y bien cierto. El ser humano es un experto en burdas excusas para no asumir sus debilidades ante el resto del mundo.
ResponderEliminarEse era el tema. Tenemos tanta facilidad en buscar excusas par ocultar las debilidades, o a echar la culpa a cualquier cosa o persona antes que a nosotros mismos, que todos podemos ser ese vecino fisgón y sus excusas.
EliminarGracias por esa lectura tan precisa. Un cordial saludo.
Siguieno por aquí, me encontré a la vecina de enfrente, que me remitió a una clásica del cine:La ventana indiscreta.
ResponderEliminarLeerte me basta para quedar encantado sin necesidad de prismáticos, pero llevado por mi condición de fisgón.
Un saludo colombiano para ti.
Jaja. Es fisgoneo es casi siempre femenino, se lo imagina uno como a una cortina medio corrida, tras la que un rostro de mujer mayor pasa el tiempo. Quise darle la vuelta, buscando las excusas que todos encontramos alguna vez, para meternos en asuntos que no son de nuestra incumbencia.
EliminarUn abrazo desde España