Él tenía en su mente el plan
perfecto. Había elegido con cuidado el atuendo para el salto. No era cosa de
quedar como un mamarracho ese día, se había dicho, con ese humor agrio que
ostentó siempre, y que no llegó a ser británico.
Haciendo buen uso de su memoria,
dejó el texto de apegos y enseres bien casados. Había donado cachivaches, ropa en buen uso,
libros y algunas figuritas que algún día significaron algo. El reloj bueno se salvó
de la quema, y unos gemelos que usara en su boda, restos únicos de un naufragio
de amor. Pocos enseres para pocos afectos resultó una ecuación sencilla. Llamó
a su amiga, una de las pocas que aún podía llamar así, deseándole una feliz salida
de año y óptima entrada del próximo.
Engalanado con una sonrisa
impostada, buen abrigo y gorra escocesa a juego, llegó temprano a la cena de navidad de la empresa, como era costumbre. Llegar tan pronto le permitía ver llegar a los
otros, gente anodina de obligada compañía. En el restaurante le ofrecieron un aperitivo
para que se le hiciera más corta la espera. Degustó unas ostras, de Galicia,
España, le dijeron. Tomó tres por no abusar. Desde el coronavirus el olfato no
le orientaba en nada, así que le extrañó sentir unos retortijones súbitos que
le llevaron al wáter, con prisas acuciantes.
Llegaron los compañeros, cenaron,
y sólo uno preguntó por él. Su jefe hizo notar que las ostras estaban en mal
estado, y poco después tuvo que ir al aseo, encontrándolo cerrado. Costó mucho abrir
la puerta atrancada por dentro, pero allí yacía Leonard.
La amiga se enteró de la muerte unos
días después, ya enterrado. En su casa encontró la carta de despedida, con su
letra imposible de falsificar. La intención de arrojarse al Sena no pudo
llevarla a cabo, hasta en eso tuvo mala suerte, se dijo. Silvie, recordando las
noches de charlas inacabables, tomó una figura solitaria del aparador que le había
regalado muchos años atrás. En una ceremonia sencilla, al alba, dejó que la
figura, un Leonard de cerámica, se hundiera en el río de la ciudad de la luz. A
oscuras para él.
Hay un dicho que dice "Uno propone y Dios dispone", creo que aplica bien para el personaje de tu relato. Para todo hay un momento y adelantarnos no siempre es lo aconsejable, menos aún apurar la muerte que nos sorprende cuando debe.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Es que ni para morirse `puede uno elegir, ya ves qué broma :-)
EliminarUn abrazo, Dulce, y buen finde
Hola Albada, tu pluma tiene magia que atrapa y es para siempre. Magnifico relato.
ResponderEliminarEws una gozada y no exagero ni mijita.
Feliz "puente".
Un besote.
Muchas gracias. Todo tema tiene su cara mostrable, y esto es lo que surgió al ver a una mujer en el puente de Alejandro III, no aparece en la foto, pero la mujer que me inspiró iba llorando.
EliminarUn abrazo
Preciso relato que nos ofreces, hay personas que hasta para morir tienen mala suerte. él lo tenia todo planificado, pero el destino le tenía guardado otra muerte tal vez más dolorosa que ahogarse en el Sena...Disfruta del viaje, que te inspira ajaj. Un besazo grande.
ResponderEliminarEl destino es de bromas macabras, para algunas personas, de manera literal :-) Muchas gracias.
EliminarUn abrazo grande, Campirela, y gracias
Paradojal relato. Hadta la misma muerte no escapa a lo insólito. Qué bien enhebras tus historias. Un abrazo desde este afecto colombiano. Carlos
ResponderEliminarGracias. La misma muerte puede ser esquiva, o demasiado asequible, aquí jugué con ambas cosas.
EliminarUn abrazo, desde España, Carlos
Así es la vida . Todavía no nos queremos enterar...nuestra suerte está escrita....
ResponderEliminarMe gusta el último gesto de Silvie..un buen toque final.
Un abrazo.😄
Ese gesto de Silvie tenía todo el sentido. La suerte está escrita, el destino seguramente también.
EliminarUn abrazo, y gracias, Berta
Tuvo la gentileza de hacerle dar el último salto.
ResponderEliminarUn beso.
Le dejó caer, al muñeco. No le hizo saltar, ya ves, aquí matizo que no fue un salto :-)
EliminarUn beso
No poder suicidarse del modo elegido y ya ataviado para la ocasión es tener tan mala suerte que ni siquiera podrá leer la noticia en el periódico. Felicidades por el relato y un abrazo
ResponderEliminarEs que hay quien tiene mala seurte, o buena, porque tal vez se hubiera salvado de la intoxicación y decidiera no suicidarse, eso nunca lo sabremos.
EliminarMuchas gracias, Ester. Un abrazo grande
La sonrisa siempre, dentro del drama y la tragedia. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cabe simpre el guiño cómplice de humor, me alegra que lo captes, siempre.
EliminarUn abrazo, y gracias
Consuela que la decisión estuviera tomada, pero es gordo que ya no pueda uno ni morirse como lo tiene planteado.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
Un abrazo.
Es que hay quien no puede elegir ni ese gesto final. Aquí hay una mano sustituta, de hecho :-)
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, Macondo
Al menos lo dejó todo bien preparado...un buen relato Albada y un final que me ha gustado mucho con el gesto de su amiga...una manera de acercarse al final que deseó.
ResponderEliminarUn beso.
Le ayuda a llegar a un final que por sí mismo no pudo materializar. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo enorme, Carmela
Tremendo relatazo! Que de tu mano siempre no deja de sorprender y dejarnos con la sensación de plenitud de haber leído algo bueno y talentoso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, no creo que brevedad y calidad estén reñidas, ni debe ser.
EliminarMuchas gracias de nuevo. Un abrazo grande, Luna
Me has dejado fatal; el tema de los amigos y los amagos o intentos de suicidio lo llevo fatal y éste, con esa sutil ironía, lo has narrado tan maravillosamente que el alma se me ha quedado encogida.
ResponderEliminarDe nuevo as sus pies.
Besos
Es que promover un moviento, aunque sea de piel erizada, es un halago enorme. La emoción cuesta de conseguir y me alegra lograrlo. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, y buen finde
Hola guapa, si por comer tres ostras en mal estado
ResponderEliminarYo me pregunto ¿Qué pasaría si te comieses una docena de ostras?
Pobre hombre que manera más mala de morir, te deseo una feliz noche besos de
Flor.
Pobrecito, se hubiera muerto igual porque nadie le auxilió en el wáter :-)
EliminarDestinos crueles. Un abrazo grande, Flor.
Un relato lleno de ironía y algo de humor negro, me gustó.
ResponderEliminarPaz
Isaac
Muchas gracias, Isaac. Me alegra que captes esa dualidad en las tragedias.
EliminarUn abrazo
Ostras?
ResponderEliminarNo, gracias.
Besos.
jajaja, lo único que se saca en claro :-)
EliminarUn beso
Este relato podría calificarse de tragicomedia. Una muerte planificada con tanto cuidado y tacto, se fue al garete, estropeándolo todo unas malditas ostras en mal estado. Una muerte menos digna pero igualmente efectiva. Una muerte anunciada, pero anticipada sin querer.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un abrazo.
Efectiva sí, eso sí, anunciada con tiempo, y ni siquiera lo cumple :-). Hay vidas así
EliminarUn abrazo, y buen finde
Muy bueno. Acertó el día, pro no la hora, ni la forma. Para qué planificar?
ResponderEliminarAún suerte de la amiga, que le hizo el apaño.
Besosss amiga
Acertó poco. Un tipo sin suerte, salvo con esa amiga ;-)
EliminarUn abrazo, amigo.