Ejercicio de Taller
Ese viaje a Costa Rica era el
deseo de mi vida, el destino soñado, el sueño cumplido. Esa mañana me desperté
temprano, como siempre, y estaba la primera en el desayuno del hotel. El
autobús iba medio vacío, sólo diez personas, contando a la guía, una mujer de
unos cuarenta años que nos contó muchas cosas de esa reserva natural a la que
íbamos. Equipada con un poco de todo, no
me faltó ni el repelente de mosquitos, ni un antinflamatorio potente por si me
picada algún insecto. Todo fue muy bien. Salvo mi interés desmedido por captar
esa imagen mil veces observada en los documentales de la tele dos.
Puse mi mapa sobre la piedra más
plana que encontré en esa jungla densa de naturaleza desbordada. La guía había
sido muy taxativa al prevenirnos que no nos despistásemos, pero la mariposa
emperador estaba tan a punto de quedarse quieta que no pude seguir al grupo.
Rezagada, no me puse nerviosa.
Tenía mi brújula, que coloqué sobre el mapa, pero debí colocar el mapa al
revés, porque acabé en una colina donde no había nada de lo prometido en el
paquete de excursiones. Tuve mucha suerte al encontrar a una pareja de
canadienses con agua y comida, y lo que es mejor, con contacto con su hotel,
cercano.
Ha sido una aventura intensa, con
fotos que nunca pensé poder hacer. La mariposa estaba brillante, quieta,
impávida ante mi móvil, y ya me veía concursando en algún certamen de
fotografía. Pero pasó lo inesperado. Tuve que ir tan deprisa el lavabo que el
móvil me resbaló del chubasquero de plástico, y allí quedó un smartphone del
Carrefour, de los baratos, junto a mi impotencia y la regañina de la guía.
Tenía toda la razón, así que me disculpé con ella y con el grupo de españoles.
El viaje prosiguió, pero nada fue igual. Me sentí perdida sin mi móvil, La
brújula debí dejarla olvidada en algún lugar, porque ya no la vi más.
Me atrevería a afrmar que en todos los viajes ocurren pequeñas (o grandes) desgracias, que luego, con el tiempo, las relativizamos y se transforman en anécdotas que nos gusta compartir con los amigos. Este es, sin duda, uno de esos casos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creí haberte contestado. Esto es un rollo. Sí, los viajes se hacen con anédotas
EliminarUn abrazo
Anécdotas típicas de uno de esos viajes en los que las ilusiones puestas superan los logros personales en disfrutarlos.
ResponderEliminarUn beso.
Es verdad que tal vez no hay tener inmensas expectativas. Por si acaso ;-)
EliminarUn beso
¡Hay que repetir el viaje! ... Con el móvil colgado del cuello.
ResponderEliminarUn abrazo
Me piro en un mes. Me ataré el móvil al cuello. ;-)
EliminarUn abrazo
Avatares e incidencias que pueden ocurrir por mariposear, jej.
ResponderEliminarJajaja. Es mi deporte favorito.
EliminarUn abrazo
No te preocupes por la brujula. El movil también tiene brujula. Ah , no...que tampoco tienes😛 movil
ResponderEliminarBesoss amiga
Jajaja. Me quedé sin nada salvo los recuerdos de lo vivido. Es decir, lo principal.
EliminarIré pronto. Espero que sin problemas. Un abrazo amigo
Hola, Maripau. El viaje no fue lo esperado, pero es que los viajes que nos quedan en el recuerdo son los que nos traen experiencias no esperadas. Salirse del camino marcado suele ser arriesgado, pero sin duda mucho más estimulante a nivel de experiencia. A veces es bueno dejarse llevar y dejar olvidado el móvil. Un abrazo!
ResponderEliminarPerderse callejeando es lo que más me gusta en las ciudades donde voy, no creas.
EliminarUn abrazo
Sin móvil ni brújula... Tendrás que seguir el vuelo de la mariposa...
ResponderEliminarUn abrazo.
Siguiendo a las mariposas se llega muy lejos, seguro.
EliminarUn abrazo, Rafael
La brújula de las ansias fue su perdición, toda una aventura en tu relato.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Igual quería perderme. El inconsciente es sabio ;-)
EliminarUn abrazo
Muy entretenido, una aventura y con sorpresas... no se puede pedir más!
ResponderEliminarMe encantó.
Un abrazo!
Gracias. Es ficción hasta que vaya el mes que viene. ;-)
EliminarUn abrazo, Luna
Vaya odisea, al menos no se la comió un puma.
ResponderEliminarMuy buen ejercicio.
Un beso y buen finde.
Jajaja. Pobres pumas, tan bellos.
EliminarUn abrazo
Nos ocurre como a los perros, que fuera de casa somos más indefensos. Con el inconveniente de que encima nos orientamos mucho peor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto de blogger va fatal. Te contesté, seguro. Pues sí. Somos como medio ciegos, por no conocer.
EliminarUn abrazo, Macondo
muito interessante tua experiência, incidentes acontecem, tudo faz parte, importa que os lugares sejam lindos. Beijos https://botecodasletras2.blogspot.com/
ResponderEliminarMuchas gracias. Luego paso por tu blog.
EliminarUn abrazo
Una gran aventura. Muy lindo texto amiga. Saludos.
ResponderEliminarGracias. Veremos en la realidad.
EliminarUn abrazo, Sandra
Aprendiendo a orientarse...
ResponderEliminarSoy una negada. Me cuesta mucho orientarme. Suerte del Google Maps.
EliminarUn abrazo, Ana
Un viaje medio accidentado, medio buscado, pero felizmente en ese extravió. Un abrazo grande para tí.
ResponderEliminarSe extravía la brújula, lo que es una idea estupenda, y que me acabas de ofrecer.
EliminarUn abrazo, Flor