La musa de mis versos dormidos,
se asemeja a un crisol de sensaciones.
Arracimando sentimientos y luces,
abrigando la génesis de mis cantos,
seduciendo cual meretriz a mis sentidos.
A ella lego las palabras que me inspira,
las risas que sus silencios me provocan,
las quimeras que se montan en mi pluma,
y el tiempo que se escapa en desbandada,
entre los dedos de espuma blanca y luz dorada.
Aquí estoy, intentando captar ese instante endecasilábico, ese tiempo que se escapa en desbandada... Potente.
ResponderEliminarAbrazos
Si yo pudiera, te enviaba a mi musa, pero como bien sabes, son tremendamente esquivas si se las presiona.
EliminarLa tengo revoloteando alrededor de mi pelo, ahora que no uso peine, y a menudo la escucho cuchichear en el aire de pasillos desarbolados. Ya se sabe, las musas...
Broma. Un abrazo.
La musa revolotea, a veces nos deja un lápiz para apuntar y otras nos lo quita, pero su zumbido no cesa a nuestro alrededor, recordándonos lo que nos gusta escribir.
ResponderEliminarUn abrazo.
La mía es revoltosa, y errática.
EliminarCaprichosa a ratos como niña malcriada.
Pero si tengo lápiz a mano, engancho al vuelo sus sílabas.
Sin más.
O no.
Sí!
Un abrazo.
Musa de tinta que nos abre las alas de las palabras y los versos, hermoso, muy hermoso.
ResponderEliminarNo te la puedo prestar,
Eliminarporque es esquiva y caprichosa,
pero si asoma por tu pelo
ni se te ocurra ignorar.
Un abrazo