Tomado de Internet |
las dos Giocondas
Ahora, recuperada la lozanía del primer lienzo, las dos
Giocondas luchaban por su espacio. La joven, recién expuesta, le decía a la mayor:
- ¿No estás cansada de sonreír en el Louvre? ¿por qué no nos
retiramos al Prado?.
La mayor contestó
- ¿Al Prado? quía, yo prefiero el mar.
Para no ceder entre París y Madrid, el consejero de El Prado
propuso que ambas imágenes fueran expuestas en L´Hermitage durante tres meses.
La joven, en la nueva ubicación, se
quejaba de la inmensidad nocturna del museo, y la mayor de las corrientes de
aire del pasillo. Para colmo, apagaban por la noche el transformador de la luz
de emergencia, porque los flahses de los japoneses calentaban sobremanera los
cristales que las protegían. A las dos semanas, ambas estaban hasta el gorro de miradas, de
flashes, de gente y de estar tan quietecitas.
Querían poder ver otras dependencias, otras paredes, a otras
personas, así que decidieron escapar al sótano de los restauradores. Pasaron
por las salas de Egipto. Se detuvieron ante lo ignoto, jamás habían oído hablar
de tales maravillas, y envidiaron el
estado de conservación de algunas momias, así que, siguiendo con la idea de
visitar a sus restauradores, prestas, siguieron su paseo, con el mármol fresco
en sus pies desnudos y la esperanza de encontrar alguna momia o lienzo por
reparar ellas mismas. Era medianoche, y
llevaban siglos sin coger un pincel, ni una aguja, ni nada de nada, sólo
sonriendo a un tal da Vinci, un pintor muy bueno, pero aburrido, y a su pupilo. Querían buscar
a la Venus de otro florentino, por compartir experiencias.
Los ropajes les pesaban en exceso, así que se quedaron en enaguas,
llegando donde los restauradores tenían, en sus anaqueles, filas inmensas de
pigmentos, pinceles, lupas e hilos de diversos materiales.
En el suelo se apilaban bastidores sin lienzos, y rollos de
telas pintadas escondían las maravillas que había que restaurar. Entre los
restauradores estaba Cinzia Pasquali, quien ganó el concurso internacional para
la restauración de una pieza prestada por la Galeria Uffizi y que se había
deteriorado.
De pronto un profundo perfume inundó la sala y advirtieron que
una sombra se acercaba entre aroma de incienso y pachulí. Ambas se escondieron
tras un Adonis sin manos, y ante su asombro, apareció en el dintel de la puerta,
muy cansado, el David de Miguel Ángel, quien había hecho el camino a pie, desde
Florencia.
- Un poco cabezón- dijo la joven. La mayor no la oía, aunque
también pensaba en proporciones, y su mirada estaba fija en otra zona.
Se dirigieron a la zona de trabajo de Cinzia y describieron
la Venus de Botticelli, como una pelirroja un poco descocada, algo entrada en
carnes y con cabello del todo imposible de dominar. Ellas tenían bien presente
la postura forzada que tuvieron que mantener como modelos de Leonardo y no
pudieron evitar una cierta envidia. Le sugirieron reparar un poco por aquí y
otro por allá, un tinte, un buen maquillaje, en fin, mejorar el aspecto. Mientras
la mayor orientaba los cambios, David seducía a la joven, quien llevaba
demasiado tiempo sin un hombre de piedra cerca. Entre bromas y veras, se
animaron a hacer tonterías por los rincones, ante la mayor, quien les acabó
dejando en paz, porque ella también había sido más joven.
El vigilante diurno, al llegar al pasillo de las Giocondas
sufrió un desmayo. Los cristales y los bastidores estaban en el suelo, sin
lienzos. Pulsó la alarma. Se congregaron otros vigilantes armados, se cerraron
las puertas,y con los policías inspeccionando el sótano, exclamaron en aleluyas
nerviosas al ver los dos cuadros y un David en un rincón.
Muy bueno. A fin de cuentas las obras de arte se merecen poder campar a sus anchas y disfrutar hasta la eternidad de alguna que otra escapada nocturna. Nosostros, en cambio, tenemos que contentarnos con decir aquello de "a vivir que son dos días"
ResponderEliminarMe ha encantado tu imaginación y originalidad.
Un abrazo.
El "discóbolo" ni te digo lo que piensa de su postura por toda la eternidad. Nosotros tenemos el privilegio de ver estáticos a esos seres que inspiraron obras que inspiran vida.
EliminarMe alegra te gustase. Un abrazo Josep Mº
Un paseo nocturno de lo más merecido. :)
ResponderEliminarUn beso.
Merecido, qué horror tantos siglos ahí sonriendo con una mirada que no entendemos. Pero ahora, con el paseo, se entiende mejor, creo :-)
EliminarUn beso, Alfred
El Prado, El Louvre, La galería Uffizi, un paseo por obras de arte reconocidas con un final muy literario y erotico.
ResponderEliminarY una imaginación, que ya has demostrado en otras entradas.
¿Para cuando algo más largo y definitivo?
Besos.
Tengo al Discóbolo muy disgustado, la verdad, porque su posado fue largo y anda con agujetas, esperando que una Gioconda, no importa cuál, le haga disfrutar de travesuras en cualquier rincón de un museo cualquiera. Tiene preferencias, sin embargo, pero ya veremos si le dejo salir en otro post. :-)
EliminarHay que levantar las alfombras de los museos. No sé si sabría, pero tengo a Groucho Marx, mi marxista preferid, llamando a mi puerta hace semanas. Un abrazo grande y feliz finde
Magnífico relato. Inspirador.
ResponderEliminarGracias.
Ni te digo, tengo cola de esculturas para jugar :-)
EliminarUn abrazo
Yo todavía dudo que esté sonriendo, la verdad.
ResponderEliminarY bueno, todos nos merecemos un libre albedrío de tanto en tanto, ¿no crees? Aunque pesen las vestiduras.
Un beso enorme y buen finde :-)
Todos nos merecemos poder jugar y hacer travesuras. Es verdad. Esas obras de arte, ahí, tan quietas me dan como penita
EliminarUn abrazo y feliz tarde
sería divertido imaginar que en los museos, por la noche, cobran vida los personajes de los cuadros. y cuando encienden las luces por la mañana, todos vuelven a sus puestos. puede haber hasta historias de amor pictóricas. a la gioconda, novios no le faltarían...
ResponderEliminarabraazos!
De hecho he suprimido muchas imágenes que iba teniendo al escribir. Con los museos me pasa como con las mercancías de los supermercados, mes es fácil imaginar aventuras nocturnas, sin el foco de las personas sobre ellas :-)
EliminarUn abrazo y feliz fin de semana, con arte, si es posible
Bien hecho. Una bonita escapada más que merecida.
ResponderEliminarMuy buen y original relato, querida amiga.
Abrazo grande, y feliz finde 💙
Escapada nocturna merecida, ya lo creo, pobretas ellas tan quietas.
EliminarGracias, Ginebra. Un abrazo grande y por un finde sensacional
Alarde de imaginación y sentido del humor. Supongo que tendrás cola. Ojalá la aproveches, para nuestro deleite.
ResponderEliminarUn abrazo.
Imaginaba muchas aventuras con más protagonistas, bodegones incluídos :-)
EliminarUn abrazo
Un relato muy original. De mano de tus letras me he imaginado ese paseo bien bien merecido.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Era un posible paseo. El Louvre tiene tantas obras que da para imaginar muchas aventuras
EliminarUn abrazo grande, y buen finde
Del arte también se puede escribir, (y bien), como en tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por supuesto, del arte y de las grandes obras, se puede y se debe escribir.
EliminarUn abrazo y por un finde cargado de arte, Rafael.
Jajajjaaa, un poco cabezón eh, jajajjajaajajaja
ResponderEliminarGracias por tu imaginación y tu excelente humor.
Besos.
Bueno, las proporciones, si le miras las manos a ese David, no sé yo..
EliminarGracias por tu lectura, Toro. Un beso y feliz finde
Hay que poner humor como ponemos sal a diario, la vida es como un fogón, según eches así saldrá de bueno o menos bueno, mira que me gusta la gioconda.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Un beso Albada.
Es la sal de ia vida, el sentido del humor, a mí no me cabe duda.
EliminarUn abrazo y por un sábado bonito y reparador
Muy bueno y una gran imaginación, me ha gustado :))
ResponderEliminarUn beso
Me alegra que te haya gustado. No es más que un divertimento, pero mira, sonreía al escribir.
EliminarUn abrazo y feliz fin de semana, Carmela
Jajajajaja, qué bueno tu relato!!
ResponderEliminarMenudas fiestas deben armarse en los museos cuando se apagan las luces...
La Vénus de Botticelli ¿entrada en carnes? No sé si las Giocondas saldrían victoriosas de sus propios juicios si se quitasen la ropa. (Sí, lo digo de picada, soy más del criterio estético de Rubens).
Un abrazo grande
Creo que eran ganas de cotillear de las pobres Giocondas, aburridas ellas.
EliminarMe alegro que te haya gustado, Alis. Un abrazo y feliz finde
No sé cuando fue, pero no debe hacer mucho publique sobre las dos Gioconda otra vez sobre cuadros famosos saliendo de marcha y es que la pintura da para mucho, lo mío solo fue un conato de entradas comparadas con la tuya, Has extendido la cultura con maestría y la has hecho cercana. Un abrazo
ResponderEliminarES un tema apasionante. En este caso ponía el link, de hace años, y que me daba la opción de jugar con la posibilidad de que estuvieran juntas.
EliminarUn abrazo, y sí, el arte pictórico es todo un universo posible. Felzi finde
Tenía la sensibilidad para admirar y todo ello le condujo a buscar aquella sonrisa que ningún pintor pudo expresar. Estaba perdido donde encontrarla. Se pasaba miles de horas buscando un su interior la sonrisa de Mona lisa porque sin duda, acertaba con las pinceladas de su corazón y la busqueda de aquel enigma...Ella vivía sin duda mezclada entre la colmena de gentes que pueblan las aceras.
ResponderEliminarA cada labio, una expresión sin acierto. A veces se cansaba enormemente por encontrarla pero aquello se convirtió en un hobby pues sabría que llegado el momento, aquella respuesta tantas veces buscada, sería tan real como la Mona lisa.
Lo sábados eran visita exclusiva al museo. El guarda ya lo conocía y le permitía licencias que para un visitante eran motivo de expulsión...aquella sonrisa existía en realidad; se decía una y otra vez embargado en su mente a cada detalle; a cada certeza que le daba la Gioconda...
Ya se hacía viejo y con canas; casi rendido a la espera. Auqella tarde salía pronto del museo y había cola para entrar antes de que cerraran.
Pero en la cola había una mujer; una mujer que le acertó con un brinco en el corazón y supo que era ella sin duda alguna. El sabía que aquella sonrisa duraría sólo un instante y que él mismo era el testigo de una Gioconda viviente. No había error. Era ella. Se acercó a la cola de visitantes atropelladaente para tocarla; para guardar el tacto de lo eterno pero ella gritó como una loca cuando una mano la tomaron de sus pechos y la otra quiso rozarle los labios. El gritaba enloquecido: ¡¡La encontré, La encontré!! porque aquel enigma de su corazón ya no era enigma sino la razón a tanta búsqueda a aquellos años perdidos...
Cuantas veces perdemos la cabeza cuando el sentimiento puede con la razón...
Me ha encantado tu historia. Enamorarse de la sonrisa de la Monalisa al extremo de buscarla en la faz de otra mujer para hacerla suya.
EliminarMe ha encantado ese acercamiento, torpe y lunático del tipo, muy cómico. Un abrazo y feliz finde
Muy creativo relato y artístico sin duda, podrían contarnos el secreto de esa sonrisa.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Curiosamente el discípulo copiaba hasta las correcciones de Leonardo, así que, si de verdad hablaran entre ellas, podríamos saber qué esconde esa sonrisa, y tal sería algo banal. La sonrisa de quien sabe que Leonardo se abrochaba mal el traje y dejaba ver una lorza, por ejemplo :-). Prosaica razón donde las haya
EliminarUn abrazo y feliz finde
Una noche en el museo, que divertido para las Giocondas, sin duda que la pasaron de maravilla....me encanto el relato.....saludos amiga.
ResponderEliminarUna noche en la que algunas piezas cobran vida. Puestos a imaginar, todo era posible, por supuesto.
EliminarMe alegro te gustase. Un abrazo y feliz finde, Sandra
Ah, las Giocondas, siempre tan curiosas y revoltosas.
ResponderEliminarEllas, tan revoltosas, ya lo creo, tan calladas y quietas, con su vida interior que no llama la atención.
EliminarUn abrazo y feliz tarde
Cualquiera se fía de las obras de arte cuando les da por juntarse a dos o mas.
ResponderEliminarCuando se juntan, las obras de arte son inquietas y se hacen cómplices, para nuestro disfrute casi siempre
EliminarUn abrazo y por una tarde bonita
Noche de fiesta, noche de parrandeo. 🙂 Besos
ResponderEliminarYa lo creo. Los pobres llevaban siglos sin moverse. Aprovecharon la ocasión :-)
EliminarUn abrazo
Hay que ver lo que hace el arte jajajaj ..me gusto la manera que has tenido de relatar un episodio que de ser cierto es lo más ..Muy bueno .
ResponderEliminarFeliz noche de sábado.
Muchas gracias. No sabemos qué pasa en los museos cuando están cerrados. Imagina la de opciones que podemos imaginar si presuponemos la capacidad de estar vivos a esos retratos y esculturas. Sería l amonda
EliminarUn abrazo y feliz domingo, Campirela
Jajaja muy bueno, me han parecido de lo más graciosas estas Giocondas y sobre todo el humor del relato.
ResponderEliminarBesos
Pobretas, cansadas de estarse quietas ahí posando. Cuando coinciden, no pueden evitar hacer algo juntas :-)
EliminarUn abrazo, Conxita, feliz lunes
Entrada con mucho arte.
ResponderEliminar¡Feliz Abril!
Mucha sgracias, Manuel.
EliminarPor un abril cargadito de arte, ya que de política estará lleno, sin duda. :-)