Los vi, desde mi asiento. Bajo la lluvia y con sus respectivos paraguas abiertos. Ambos esperando
el bus cuarenta y dos. Desde el café, y ante mi bebida mientras hacía tiempo
y buscaba fuerzas para salir a hacer el recado, me puse a inventar la razón por la que esperaban el bus.
Diseñé para ella un matrimonio
infeliz, aunque plácido, con dos chicos de instituto y un trabajo de
recepcionista de una oficina del edificio que estaba cerca de la parada. Para
él un divorcio ya reposado y una tarde
de compras por Barcelona, ya que llevaba una bolsa de unos grandes almacenes.
Cuando los vi charlar imaginé una conversación sobre el tiempo, distendido y cordial El autobús iba con retraso. Parecía que no les
importaba, aunque los otros pasajeros hacían gestos y ademanes de impaciencia.
La lluvia se tornó más y más violenta por momentos. En la marquesina, un grupo
de gente se apiñaba, y ellos seguían con los paraguas abiertos, intentando
protegerse las piernas.
En el café entraron dos hombres,
empapados, que se sacudían las americanas. No sé por qué pensé que uno de ellos
era el jefe, o el marido, de la mujer de la gabardina azul. Esperaba una relación, tal vez profesional, entre la mujer y el tipo de traje gris marengo, pero sería imposible de constatar. Luego el
piquete de independentistas se fue desplegando, con sus banderas esteladas y
sus carteles de libertad para los presos. No me atreví a hacer la gestión, que no era urgente. Los metros funcionaban, pero los autobuses y trenes
no.
Así, presa en la estación, entendí la necesidad de libertad que siempre di
por supuesta. Reconocí a la mujer de azul y al mismo tipo de cazadora gris, quienes ahora
establecían una conversación más íntima, con toques en los brazos por ambas partes, y
una mirada que de hora en hora se iba vistiendo de complicidad. Por fin mi tren
me trajo a casa, y a ella, quien resultó viajar a mí misma estación. El trayecto
me permitió imaginar mensajes, por la sonrisa de ella, del tipo con cazadora y de la tormenta que, tal vez, habíamos dejado
atrás.
Qué poco necesitas para montarte una historia. Imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo.
En realidad, no necesito nada, es verdad :-). A veces me sorprendo imaginando qué hace esa mujer con paraguas y bolso horrible, o ese bloguero que usa a Mafalda para vestir una ciudad inventada :-).
EliminarUn abrazo, y felzi tarde sin lluvia. O con ella.
La acción no se desarrolla en el barrio de la Mina, ¿verdad? Salud y calma.
ResponderEliminarjajaja, será que no, ni Raval ni barrio La Mina.
EliminarUn abrazo
Entrada repleta de olores, colores..
ResponderEliminarAromas de otoño por la lluvia caída.
Colores variados, como la chica de azul o el tipo de la cazadora gris, vamos como el día.
Me alegra que te hayas fijado en las diferentes sensaciones que asoman.
EliminarUn abrazo
Es increible tu facilidad para inventar historias, hacerlas amenas y con finales redondos.
ResponderEliminarBesos.
Creo que le pasa a mucha gente, pero esta vez quise escribir sobre la posibilidad. Todo lo que nos rodea tiene una razón de ser.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Cuando viajo en tren miro a las personas y me imagino sus vidas, monto historias, invento y paso el tiempo. Tu lo has hecho perfecto. Un abrazo
ResponderEliminarYa te digo, si es que es casi inevitable. Lo que pasa es que, en esta ocasión lo he puesto por escrito. Ficción, por cierto, por supuesto.
EliminarUn abrazo, Ester
Nos llevas a ese momento, en un rincón de la ciudad, con tus letras...
ResponderEliminarUn abrazo.
El momento era de espera, y la protagonista aprovechaba para inventar posibles historias. Bajo la lluvia otoñal.
EliminarUn abrazo, Rafael.
Gracias por tu visita y comentario al blog
ResponderEliminarte lo agradezco mucho
Besos
Siempre un gusto, Anna.
EliminarUn abrazo
12 de Noviembre de 2014
ResponderEliminarEsta mañana era especial. Te he contado miles de cosas y unas veces te reías y otras te ponías seria. Hemos paseado por el parque lleno de Otoño y mis ojos eran los tuyos y tu voz era mi voz. Después me has acompañado al trabajo siempre escuchando las cosas que te contaba con intimidad. También te has reido porque a veces soy muy gracioso según me dices y mi mirada se perdía allí donde guardo tus ojos expectantes, tu cuello, tus labios, el aroma de tu perfume enredado en el pelo, la curvatura de tus pechos desafientes, tu trasero cuando te agachabas a recoger algo...íbamos al baño a hacer mis necesitades y también te he deseado...
En el almuerzo hemos comido mi plato favorito y nos paseábamos por el salón, como cotillas de la clientela del restaurante y por el ventanal que daba a la calle hasta hacer interesantísimas nuestras ocurrencias acerca del personal. Hemos pagado y nos hemos subido al bus para llegar a casa.
Estábamos cansados después de todo el ajetreo del día y nos fuímos a la cama. Me abrazaba a tí con pasión y nos besábamos hasta sentir mareos porque no podía respirar. Me quedé dormido sobre tu pecho y tus manos en el sueño me acariciaban el pelo. Llegó la noche. Me despierto en tí y abrazo mi propia mentira. Creo que me he vuelto loco con tu ausencia y , lloro en la más pútrida soledad; avergonzándome de mis propios sentimientos...Estoy verdaderamente enamorado, agotado, roto, deshecho.
No puedo evitar seguir contándote cosas y en la nada vuelves a aparecer siempre comprensiva y tremendamente sensual. Te pongo música y paseas la mirada por cientos de CDs preguntándome sobre cada estilo musical. Me emocionas y te emociono al compas de algún disco de jazz. Te abrazas a mi y te beso el cuello. No me dejas hablar más y abrazados dormimos en el sofá, abrazados a mi propia mentira...
El amanecer me despierta frío. Estoy tiritando en el sofá más solo que la una y vuelvo a llorar. Creo haber perdido la razón y en la calle, los gorriones cantan su canción. Ordeno mis ideas, ya no estás tu. Durante toda la noche se ha escuchado mi tema de jazz favorito una y otra vez. Cierro los ojos un momento volviendo a la realidad..absurda realidad de lo cotidiano.
Un post precioso que nos regalas.
EliminarUn abrazo
Yo también me pongo a imaginar... y se me va de las manos.... :) Eres de Barcelona? besos
ResponderEliminarSi es que muy frecuente. Para pasar el rato va genial. Ayer en Barcelona, depende la zona, se vivió mucha tensión. No. Voy allí muy a menudo, pero luego tomo el tren, y para mi casa :-)
EliminarUn abrazo
¡Qué divertido es imaginar como puede ser la vida de los que se cruzan por nuestro camino! Yo a veces también he hecho ese juego, imaginando lo que se estará fraguando en cada casa, tras las puertas o entre los que están en un bar...¡Salen infinidad de historias imaginarias! Feliz noche.
ResponderEliminarInfinidad. No nos damos cuenta, o sí, de que tras cada persiana o puerta hay una historia. En los trenes, como no lleves un libro, yo diría que es inevitable asignar vidas a los pasajeros que nos rodean.
EliminarUn abrazo
a mí me gusta mucho fijarme en la gente que hay a mi alrededor, y quizá tanto como inventar vidas no, pero sí intentar extrapolar rasgos de su carácter a través de lo que se les escucha decir y su lenguaje corporal.
ResponderEliminaren cataluña se están viviendo tiempos tormentosos, que esperemos amainen...
abrazos!
Por los ademanes se puede intentar saber algo de esas personas, que no volveremos a ver. Es un juego. Pues sí, estamos con la resaca anunciada de la sentencia. Son muy pacíficos, es la reivindicación de las sonrisas, pero claro, si les dicen Apretad, pues carta blanca a esos tipos que hacen de la movilización su forma de vida. Secuestran la paz, las calles, el aeropuerto o las estaciones de tren, pero vaya, esto irá remitiendo, espero.
EliminarUn abrazo
Hola guapa , muy buen relato lo que da de si , la imaginación en espera en una parada de autobús , pues no te lo creerás, pero yo muchas veces , me asomo al balcón y suelo hacer eso con los vecinos de enfrente , te deseo una feliz noche besos de flor.
ResponderEliminarYa te creo, perfectamente. De hecho, en las esperas, lo raro sería no suponer algo de quienes nos rodean. Bueno,los jóvenes no creo, se han asilado con sus aparatos y auriculares.
EliminarUn abrazo y feliz día
Eres muy observadora y la verdad que imaginación no te falta, un placer leerte.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro te haya gustado. Es ficción mínima es este caso :-)
EliminarUn abrazo
"Así, presa en la estación, entendí la necesidad de libertad que siempre di por supuesta."
ResponderEliminarEsta frase es para enmarcarla.
Buen relato, Albada.
Besos
Muchos han estado presos de los manifestantes que querían paralizar Barcelona. Tal vez hay que sentirse así para valorar la libertad.
EliminarUn abrazo
Sí, imaginarle historias a la gente desconocida que nos rodea en un café, en una sala de espera o donde sea es algo muy entretenido que alimenta la fantasía.
ResponderEliminarEl resultado de la tuya es muy bueno.
Besotes.
Un pasatiempo inofensivo y gratuitos, que nos sirve, pues estupendo.
EliminarUn abrazo
Así vivimos, rodeados de historias que al ojo de un buen observador van surgiendo.
ResponderEliminarUn beso dulce.
No somos islas, ni estamos solos, así que es casi inevitable.
EliminarUn abrazo
Fecunda imaginación. La mente tiene alas de paloma y vuela, vuela, vuela...
ResponderEliminarMe encanto´ó.
Un abrazo.
Esas alas de paloma. Me encanta el concepto, porque nos provoca historias, y también miedos infundados, porque vuela, ya lo creo.
EliminarUn abrazo
La observación paciente es fuente de inspiración y la imaginación hace el resto.
ResponderEliminarUn escritor debe ser un buen observador. Solo así surgen historias como esta.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo. No hay escritor que no sepa observar, tal vez en exceso, pero sin esa capacidad, no hay historia que pueda ser contada.
EliminarUn abrazo y feliz día
Ay, ojalá haya intercambiado mensajes con él cuando iba en el tren. No sé, es como una ruptura de la monotonía, un poco de color para tanto traje gris y azul marino.
ResponderEliminarBesos.
Pues seguramente fue el inicio de una historia sentimental :-).
EliminarUn abrazo