Imagen de aquí |
La mujer de la limpieza, ya en casa, me quita el arnés y casi me saca un
ojo. Lleva las uñas pintadas de azul y creo que son artificiales. Y largas. Al menos me quita el bozal sin hacerme daño. Qué gusto. Me pone más agua
en el cacharro, un bol metálico que me marea cuando el sol le da de pleno, saca
el pienso del armario y pone más en el otro recipiente, también de acero
inoxidable. Enseguida se coloca una bata de cuadros y se pone a hacer "sus
cositas".
La aspiradora resuena por el recibidor y el comedor. Me escondo bajo tu cama, Laura.
Cuando llega con una fregona, que va metiendo con poco cuidado bajo el somier, tengo que salir de mi escondite y me acabo
colocando en la ventana, apoyándome en el respaldo del sillón con orejeras. Desde allí
vigilo la calle. Ni rastro tuyo. El olor a planchado me entretiene, y por el agotamiento de la
noche en vilo me quedo dormido en el sillón. En sueños persigo una mariposa blanca, juguetona, que me esquiva con
gracia. Sé que no quiero cogerla, y menos comérmela. Una vez me tragué una mosca y casi vomito,
pero la emoción de perseguirla me fascina. De pronto suena una canción latina estridente. Me despierto. Escucho.
—Bien, todo bien.
Sí, ya saqué a Bruno de paseo.
Sí, mujer, tranquila. No, no es molestia, lo he hecho con
gusto. Vale. La espero pues.
Tu voz al fin. Suspiro. Ella ha dicho mi nombre. Eso implica que has preguntado por mí. Eso es que vuelves pronto. Eso es que vienes. Me emociono. La ilusión me desborda pero la tranquilidad también. Noto el cansancio de la tensión y subo a tu cama. Por encima del suavizante huele a ti.
—¿Dónde vas caballerete?
—Pues ya lo ves, a ponerme en su cama, a descansar, que he
pasado un miedo de aquí te espero, pienso mirándola.
—Baja, perro malo, que acabo de cambiar la colcha…será
posible… qué perro más malo. No quiero bajar. Estoy exhausto. Quedo en duermevela. Creo que ronco porque la señora asoma la cabeza y me mira, sin reñirme esta vez. Sonríe. Me desconecto un poco.
Son las dos cuando escucho tu cafetera destartalada de coche viejo. Monto guardia en la puerta, muevo la cola, quiero ladrar, pero me contengo, gimoteo bajito. Pronto abres la puerta. Llegas y te abrazo, y me abrazas. Se me escapan gotas de orina. Te obligo a que te quedes conmigo agachada un ratito. Meto mi morro entre sus manos. Sonríes, me acaricias la
cabeza. Te emocionas y los ojos te brillan un instante.
—Hola mi chico guapo. Ya está, ya estoy aquí, cacho guapo, me dices.
Te dejo levantar, te sigo hasta el cuarto de plancha. Saludas a Lupe, me acaricias de nuevo, dejas el dinero de la señora y ésta acaba por irse. Yo soy feliz y como con apetito los crispis de colores.
Las 17 horas. Te sientas a escribir en el estudio. Estás a punto de leerme lo que has escrito, pero al mirarme decides que salgamos y cierras el portátil. Pelas una manzana para tu merienda. En la cocina me das la piel cortada a trozos, la vida es bella. Te escucho ducharte luego. Huelo tu champú. Susurras una canción de amor. Te vistes, me siento a mirarte. El reloj marca algo que debe querer decir que es mi hora de pasear. Te calzas, me preparas. Estás a punto de coger la gabardina azul. Todo es un mundo mágico y hermoso a tu lado hasta que, preparados para salir de paseo, suena tu teléfono y empiezas llorar.
Dices varias veces las palabras "Papá", y "Hospital". Estás temblorosa. Te resbalas por la pared para dejarte caer al suelo, deshecha. Sollozas y yo me rompo por dentro, Laura. Ignoro qué es papá, No comprendo qué ha pasado que te afecta tanto. Intento lamerte, pero me rechazas. Deja de importarme salir o no. Solo existes tú. Vulnerable, indefensa, pequeña. Me estiro a tu lado. Te miro, moviendo mi cabeza un poco, por captar qué puede estar doliéndote. Te miro, Laura, pero no sé qué hacer.
Te dejo levantar, te sigo hasta el cuarto de plancha. Saludas a Lupe, me acaricias de nuevo, dejas el dinero de la señora y ésta acaba por irse. Yo soy feliz y como con apetito los crispis de colores.
Las 17 horas. Te sientas a escribir en el estudio. Estás a punto de leerme lo que has escrito, pero al mirarme decides que salgamos y cierras el portátil. Pelas una manzana para tu merienda. En la cocina me das la piel cortada a trozos, la vida es bella. Te escucho ducharte luego. Huelo tu champú. Susurras una canción de amor. Te vistes, me siento a mirarte. El reloj marca algo que debe querer decir que es mi hora de pasear. Te calzas, me preparas. Estás a punto de coger la gabardina azul. Todo es un mundo mágico y hermoso a tu lado hasta que, preparados para salir de paseo, suena tu teléfono y empiezas llorar.
Dices varias veces las palabras "Papá", y "Hospital". Estás temblorosa. Te resbalas por la pared para dejarte caer al suelo, deshecha. Sollozas y yo me rompo por dentro, Laura. Ignoro qué es papá, No comprendo qué ha pasado que te afecta tanto. Intento lamerte, pero me rechazas. Deja de importarme salir o no. Solo existes tú. Vulnerable, indefensa, pequeña. Me estiro a tu lado. Te miro, moviendo mi cabeza un poco, por captar qué puede estar doliéndote. Te miro, Laura, pero no sé qué hacer.
Qué precioso relato.
ResponderEliminarMuy bonito.
Besos.
Los perros entiende que el amo sufre, aun sin entender el por qué. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo y feliz día
Qué poco dura la alegría en casa del... perro.
ResponderEliminarEspero que no nos dejes así... en ascuas.
Un abrazo.
Como me gustan estas historias con protagonista Bruno.
EliminarEsos diálogos con Bruno me atrapan.
Espero al siguiente, para quedarme más agusto.
Un beso Albada.
jajaj, la alegría dura poco a veces. No, de hecho para Laura es un trauma pero el perro no entiende nada, como es normal.
EliminarUn abrazo
Carmen, puede seguir, sin duda, pero creo que lo dejo aquí. La muerte del padre para ella sí es una batacazo, parece, pero para el perro no es comprensible, y creo que es una manera de dejar claro que para él, no importa la razón del abatimiento, sino querer estar por ella.
EliminarUn abrazo
Hombre, consigues muy bien uno se meta en la piel del perro. Guáu.
ResponderEliminarMe alegra que hayas podido ponerte esa piel. En un chucho mayor y sabio, pero ojalá todos pudiéramos hacerlo. No habría perros abandonados.
EliminarGracias. Un abrazo
Madre mía me tienes loca de amor por laura y cacho guapo jajja que bonita historia nos estas relatando , es como vivir la magia de esa unión entre la mascota y su amo que es cierto la hay ..espero que esto no termine aquí ..tienes una novela tierna entre tus manos ..gracias amiga por darnos unos minutos de ternura y amor de estos dos personajes ..
ResponderEliminarAbrazos muchos feliz resto del día.
Ese cacho guapo podría explicar la vida de Laura, desde su visión, claro, pero dudo que lo siga. He disfrutado mucho, sin embargo, con este personaje perruno.
EliminarUn gran abrazo, y feliz día, soleado aquí.
Esta vez he sido puntual en la lectura, je,je.
ResponderEliminarEsta parte es, si cabe, todavía más emotiva que las anteriores, de principio a fin. Una historia de amor incondicional entre especies, la humana y la canina, a cual más sincera y adorable.
Hasta ese final trágico para Laura tiene su parte tierna.
Me ha encantado, no solo por su fondo sino por la forma de contarlo.
Un abrazo.
Es una historia como millones, estoy segura, pero ha sido un gustazo poner voz a Bruno, de quien me estoy haciendo muy amiga :-)
EliminarUn abrazo, Josep Mª
Desde luego conoces a los perros y reconoces sus sentimientos. Unos relatos, una historia bien ambientada y bien escrita. mereces un aplauso y un abrazo
ResponderEliminarUsamos conceptos que ellos no entienden. Padre o madre para ellos no existen en su vocabulario :-), pero entienden tanto de los sentimientos que alucinarías. Para muestra un botón. En la adolescencia dos de mis hijos sólo querían llevarla con ellos a sus habitaciones. Leían, o jugaban con consolas, con ella encima, y le hacían confidencias, estoy segura. El resto de familia les sobrábamos. Y con una rodilla mía era de traca. Tart y Lego, perrita y gato sobre mi cama. Tenía una sçabana ajustable de franela partida en dos, y así había menos pelos en las colchas, pero allí, a los pies, estaban horas. Ella me perseguía por el pasillo, siguiendo mis muletas, dejaba abierta la puerta de la ducha, por seguridad, y ella montaba guardia, para lamerme luego los pies. Cuando nadie la necesitaba, iba su bola, pero nunca, nunca, tendré un cuidador como ella, ni mis hijos mejor confidente.
EliminarSí, la jovencita de diecisiete años se fue un día, y con ella mil historias de amor. Un abrazo, Ester, y feliz día.
Muy perruna estás tú últimamente...
ResponderEliminar;)))
Un beso.
jajaja, pudiera ser, Alfred. ES que Bruno me ha atrapado ns us redes, y ahora Laura empieza a generarme curiosidad, pero aquí lo dejaré.
EliminarUn beso.
Otra entrega de Bruno en la que nos llevas a ese mundo imaginario tan hermoso.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Es un mundo con relojes internos y con antenas rarabócicas ante lo que les rodea. Es hermoso...no sé si para todos los perros, pero Bruno es una mascota amada y suerte tienen ellos, tanto él como su amita de tenerse.
EliminarUn abrazo, Rafael, y feliz jueves
No me gustan los perros pero reconozco que es una releto entrañable.
ResponderEliminarUn abrazo .
Creo que aunque no nos gusten los perros, hay que reconocer que nos observan, y nos cuidan. Gracias.
EliminarUn abrazo
Me ha encantado vivirlo desde la perspectiva de Bruno. Al final, ellos intuyen nuestras emociones, aun cuando no las entiendan…
ResponderEliminarUn placer, querida amiga.
Abrazo grande, y feliz tarde 💙
No entienden muchas cosas. Palabras muy pocas, pero sí entienden la fidelidad y el cariño. Muchas gracias, Ginebra.
EliminarUn abrazo y feliz noche
Y tan feliz que estaba Bruno, pero al menos esta vez está con su dueña y sin duda le ayuda mucho. Has desarrollado muy bien la historia.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Ellos se sienten seguros con sus dueños, ssu aromas, en fin, sus rutinas.
EliminarUn abrazo y feliz noche, Dulce
Aunque lo dejes Bruno ya nos ha sabido contar sus peripecias y este relato final es el digno colofón de una bella historia magníficamente narrada.
ResponderEliminarEs un placer leerte.
Besos.
Espero que hay servido pata entender que ellos sienten.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Que interesante contarlo desde otro lado... ese Bruno me cae bien
ResponderEliminarabrazos
A mí me está cayendo sensacional. Gracias por ver este lado de la relación.
EliminarUn abrazo
¡Qué bonito, Albada!
ResponderEliminarMe ha encantado este relato narrado por Bruno. Me ha encantado cómo has podido mirar a través de sus ojos y sus emociones. Y el final es muy emotivo. Te felicito.
Besos
Pues muchas gracias, Alis. He disfrutado mucho, imagino que se nota.
EliminarUn abrazo y feliz noche
Se nota, se nota!!!
Eliminar:-)
EliminarEstoy convencido de que los perros detectan la angustia o ansiedad de sus amos.
ResponderEliminarBesos.
No lo sabes tú bien. Son radares, por completo.
EliminarUn beso
Pues sí que te has metido en su piel. Muy bonito. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias. El mundo desde sus ojos es otro mundo.
EliminarUna brazo y gracias
Vivía solo. Se llamaba Simón. Un trozo de huerto, la casa de toda la vida, una pensión y un perro tan viejo como el.
ResponderEliminarEl médico hace tiempo le recetó una mascota para sus nervios y muchos paseos por la carretera; que no se quedara solo en casa, que hablara con la gente. Fué a su amigo Mateo que era cazador y este le regaló un perro de los que se dicen son rateros. Con las dos manos juntas, le cabía en las palmas de las manos y el perrito con lunares claros y oscuros, se sentía inefenso sin su madre y, tiritaba de miedo.
El ya era mayor. Le cambió dos o tres veces el nombre como quién en una zapatería se prueba unos u otros zapatos hasta que le puso el nombre de Miedoso. De recién nacido hasta joven, no paraba por toda la casa investigando y jugando, lo revolvía todo; dejando caer cosas o haciendo faenas que enfadaban a su dueño hasta el punto de abandonarlo o devolverlo a su amigo el cazador. Simón ya no era hombre de juegos además de que los reflejos los tenía perdidos y aquella depresión hacía cada vez más de las suyas. Sin embargo Miedoso le dabe qué hacer para mantenerlo de alguna manera activo y a veces lo enfadaba pero, este viejo le tomó cariño y cuando el perrito dormía a sus pies, el calor de la fraternidad se le notaba en la mirada...
...y pasaron muchos más años. Simón con muchos mas años y Miedoso cada vez mas y mas sereno. Los días pasanban tranquilos y Miedoso se hizo un holgazán para buscar un rato de sueño con el hocico blanco de canas entre sus patas. Simón le hablaba muchas veces con la mano cálida que le pasaba por su lomo y el perro la lengua besucona. Ya le costaba más ladrar cuando llamaban a la puerta y el silencio se iba haciendo cada vez más profundo en la casa. A Simón se le olvidaban las tomas de los medicamentos y su vecina Patro se las administraba como si fuera su hija y hasta le llevaba comida para el y para el perro. Miedoso levantaba una mirada nostálgica a su dueño cuando en medio del sueño algo le despertaba y eso para el anciano, era algo impoagable.
Llegó la hora del adiós. Simón murió en su cama y con su perro al lado inquieto, ahullando lenguajes perrunos cuando una desgracia se cierne sobre su futuro...Patro entró como cada medio día y se encontró la escena desagradable.
Durante el entierro, su perro Miedoso no se separaba del coche fúnebre ni de la lápida del cementerio que contenía a Simón. El sepulturero lo miraba con cara de pena cuando los días iban pasando pero aquel perro, no se separaba de su amo...Lo echaron del cementerio y por las noches se le escuchaba ahullar preguntando por su dueño hasta que un amanecer, alguien lo descubrió muerto, flaco y con la mirada opaca...
Muy emotivo y pudiera ser real por completo. Cuando se crían desde pequeños, son de esa fidelidad que de verdad lleva a morir cuando el amo muere, o a recorrer 600 kilómetros hasta encontrar a su amo. Parece cosas de locos, pero en su corazón no son locos. Son fieles.
EliminarMuy bonita historia, Buscador. Un abrazo y feliz noche
Hola guapa , ya sabía yo que la alegría duraría poco , pobre de Laura y el perro
ResponderEliminarla verdad es que por experiencia te digo , que los perros detectan la tristeza y la muerte , en el caso de mi perro si había alguien enfermo sin llegar a fallecer , se ponía muy triste y lloraba mucho y no comía , te deseo una feliz noche besos de flor.
Los perros son mascotas muy atentas al ánimo, de la familia, del amo...Son animales, sin duda, pero diferentes a los demás.
EliminarUn abrazo
Una extraordinaria, tierna y muy bella historia de esos nobles amigos
ResponderEliminarPaz
Isaac
Ay, mucha gracias, Isaac.
EliminarUn abrazo
Me a encantado Bruno en estos relatos de principio a fin. Los perros son sensibles a cosas así....Cuando murió mi papa, su perro estuvo bajo el ataúd y hasta nos acompaño al cementerio...... Saludos Albada. Un placer leer.
ResponderEliminarSon muy especiales y de una fidelidad aprueba de todo. A veces con mayor fidelidad que muchos humanos. A muerte, literalmente.
EliminarUn abrazo y gracias
No tengo animales nunca los tuve Los de mi familia los quiero son profundos y tiernos tal cual es tu entrada
ResponderEliminarabrazo
Tener mascota es una decisión que hay que tomar con tranquilidad, porque implica cuidados de por vida, de la suya, se entiende. Los perros son especiales porque llevan mucho domesticados por el hombre y son gregarios y conocen la compasión.
EliminarUn abrazo y por un fin de semana bonito.
Siempre he tenido perros en casa, los quiero y los entiendo. Esta es una gran entrada, me encanta.
ResponderEliminarBuen finde.
Besos.
Seguro que lees desde un conocimiento mejor de lo que es tener una mascota. Me alegra te haya gustado.
EliminarUn abrazo
Un gran relato, Albada:
ResponderEliminarNuestros perros y gatos entienden muchísimo más de lo que nosotros creemos. Por ejemplo mi gato lo sabe todo, lo entiende todo. Lo físico, lo emocional, lo psicológico.
Estoy segura de que a los perros les sucede algo parecido.
Muy interesante estos cuentos en los que adoptas la perspectiva del perro.
Me ha encantado
Felicidades
Abrazos
Ana
Gatos y perros están con el hombre hace milenios, tal vez por ello han podido ponerse en la piel del ser humano. Saben mucho más de lo que creemos.
EliminarUn abrazo y feliz día