Siguiendo la iniciativa de Dorotea, sobre la vejez, mi aportación es la que sigue
─ Venga mamá, aligera un poco,
que nos cierran la entrada
─ Qué más quisiera, pero los
pies no me dan para más, Pedro.
─ Soy Luis, recuerda que papá
murió hace dos años
─ Si tú lo dices, será verdad,
pero vino a verme esta mañana, mientras desayunaba, y quería que le diera un
cuerno del croissant, ya ves tú.
─ ¿Y se lo diste?
─ Claro, lo que no sé es cómo
cayó en la mesa el trozo que corté para él
─ Igual porque lo imaginaste. Quédate
aquí sentada un momento, que le digo al de la entrada que nos espere.
─ Vale
Luis le dice al de seguridad que espere
un momentito, que su madre está descansando. El tipo se asoma para verla en el
banco, llevando un pez en una bolsa de plástico. Avisa que está prohibido abandonar
peces en el estanque, ni tortugas. Luis cada vez ve como peor idea regalarle un
pez naranja para que se entretuviera mirándolo. La anciana no se entretenía con él, y propuso llevarlo al Retiro. Así es como ha organizado esta excusión absurda. La residencia le ha advertido que han
de regresar antes de las nueve, y acaban de sonar las ocho. Ve cómo cierran las
verjas del parque, regresa con su madre y se sienta al lado.
─ Ese sonido era el de las puertas,
que se cerraban. Si quieres regresamos a la residencia, y me quedo con el pez,
así no te has de molestar por él.
─ No, ni lo sueñe, es para mi
hijo, que se llama Luis, pronto sale del cole y le prometí este regalo por su
cumpleaños.
─ Vale mamá.
Una anciana, llevando una bolsa
con pez, cogida del brazo por un tipo alto, se pierde por la avenida de unos recuerdos.
El tipo también se resbala por el tiempo, y revive una tarde, con una mujer con pez, y una pecera, de su infancia ya lejana.
Palabras 305
simplemente leer la palabra vejez me deja mal
ResponderEliminarNo hay años en la vida
sino momentos vividos
Sin edad se puede vivir mejor
Sólo por la palabra es mejor pasar página. Un abrazo
EliminarEs triste llegar a esa edad y que los recuerdos se pierdan y la mente juegue al escondite con las vivencias.
ResponderEliminarTiemblo al pensarlo y quizás por eso, me impongo la obligación de "tablas de gimnasia para el espíritu", para que no se anquilose.
Triste, pero real y escrito bellamente.
Besos.
No te pasará. Estoy segura. Pero llegar a la vejez es haber vivido.
EliminarUn abrazo grande
La triste historia de la vejez, con una pérdida irreparable de la memoria, se repite, pasa de madre a hijo. Los recuerdos de la infancia y de la juventud permanecen, sin embargo, inalterables.
ResponderEliminarUna historia triste pero muy bella.
Un abrazo.
En la vida, muchas cosas pasan de madre a hijo. Aquí creo que pervive el cariño, ese afecto imposible de destruir de un hijo hacia la madre.
EliminarMe alegra que te gustara, porque como decía Serrat, todos llevamos un anciano dentro. Un abrazo grande
Una historia que sin duda se repite muchas más veces de las que queremos. La vejez y el olvido una consecuencia de la edad.Un triste relato pero a la vez amoroso porque tiene el cariño de su hijo. Un abrazo y feliz jueves.
ResponderEliminarNo todos los ancianos tienen demencia, y hay una, medio normal, que llamamos demencia senil, y que no es tan destructiva como el Alzheimer. La vejez no es bonita ni fea, siempre que se mantenga la mente, es una consecuencia de vivir.
EliminarUn abrazo enorme, y feliz día
Buen relato de una realidad triste y cercana. Llegar a esa situación creo que no merece la pena.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo sé. Si toca vivirlo como hijo, se vive y no se quiere dejar ir a quien ha sido tu madre. Hablo en pasado, porque a veces no nos reconocen. Yo he tenido enorme suerte, y tengo, porque mis tíos mayores de novena años, salvo una, están estupendamente.
EliminarUn abrazo, y porque los años no nos afecte a la mente.
Muy melancólico y tierno.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias, Amapola Un abrazo
EliminarLa vejez llega, sin darnos cuenta...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Cando llegue, que nos pille preparados, y con la mente despierta.
EliminarUn abrazo, Rafael
Los recuerdos sé pierden por las vías de la mente sin necesidad de llegar a la vejez.
ResponderEliminarAbrazos
Hay una memoria selectiva, necesaria para sobrevivir, pero perder la memoria así en general, es una tragedia.
EliminarUn abrazo, y bonito viernes
La vejez está ahí, esperándonos, es cuestión de distraer esa espera para que se alargue.
ResponderEliminarUn beso.
Decrepitud y vejez no son sinónimos ¿eh?. Por cumplir años, Alfred.
EliminarUn beso
los extremos se tocan, llegar a la vejez es el momento de creer en los Reyes Magos y salir de paseo con un sombrero rosa. Un abrazo
ResponderEliminarParcialmente, pero más lo veo como libertad y no prejuicios, ya ves :-)
EliminarUn abrazo, Rodolfo.
Desgraciadamente es una realidad muy patente, llegar así a la vejez es mejor no llegar. cuando todo te confunde y los recuerdos te abandonan el mero hecho de pensarlo siento escalofríos.
ResponderEliminarEs un microrrelato muy bueno Alba.
Un abrazo y buen resto de semana.
Es que produce escalofríos. No se elige, pero hay vejeces muy dignas, pero mucho. Y otras que dan pena. Ojalá pudiéramos elegir bajar del tren antes de perder la identidad.
EliminarUn abrazo, y por un bonito día
Todos llegaremos, unos mejor que otros pero es ley de vida. La pena es llegar vestida de recuerdos y con un pez en la mano.
ResponderEliminarMuy bien, Alba.
En este caso, la vejez era eso, verse con un pez en la mano, y no saber quién te acompaña. Muy triste, pero se da.
EliminarUn abrazo
Una historia conmovedora a la que has dado vida, si hay algo bueno es que se tienen el uno al otro para seguir soñando en esos recuerdos que no envejecen, aunque la realidad sea muy distinta.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Aquí el hijo es primordial. Otros no habrían entrado en la ternura de entender a la madre.
EliminarUn abrazo, y por un bonito fin de semana
Los recuerdos si son buenos nos mmantienen con vida. Saludos
ResponderEliminarLos malos también, si son de la infancia. Hasta las canciones de la infancia perduran.
EliminarUn abrazo
Es un precioso relato, muy conmovedor, nada fácil debe ser ir perdiendo la memoria para los que la rodean, pero de algo estoy segura, el amor esta intacto.
ResponderEliminarUn abrazo :)
El amor está más que intacto. Tal vez el hijo se están preparando para llegar a la edad y condición de la madre. Cosa que no todo hacemos.
EliminarUn abrazo, y por un día perfecto
Hola Albada.. Es triste, muy triste llegar a no poder reconocer a las personas amadas, a tener que depender de otros para todo, triste, muy triste.
ResponderEliminarUn relato muy sentido.. Un abrazo.
Lo malo es que no podemos elegir la vejez. Pero estas con demencia, sobre todo con Alzheimer son una tragedia, son devastadoras para quienes viven con el anciano.
EliminarUn abrazo y por llegar a anciano con la mente intacta
Es triste llegar a la vejez sin memoria, muy triste. Y el caso es que es otra etapa de la vida y ahí debemos llegar, pero me da mucha pena cuando veo a quiénes han perdido la memoria.
ResponderEliminarBesos enormes.
Es que sin identidad, digamos, sin saber mucho quién somos o son quienes están al lado, me parece una manera de vivir muy precaria y triste.
EliminarQue no nos toque. Un abrazo enorme
Es a lo que mas temo, es esa parcela de la vejez que me asusta, sobre la desmemoria se ha escrito bonito, pero a realidad no lo es. Contigo hemos jugado con un pez naranja y me ha gustado. Abrazos
ResponderEliminarEs horrible, pero se puede escribir bello de todo, de la muerte incluso, pero hay demencias que implican estar muertos en vida, y es devastador.
EliminarUn abrazo, Ester
Todo nos va llevando a la vejez, y vamos perdiendo capacidades... NO sé, quizás la lectura positiva sería cultivar la conciencia de que a pesar de que el tiempo pase, seguimos siendo esas almas curiosas y llenas de vida.
ResponderEliminarEl relato es triste, me recuerda a mi padre que vivió esa situación...
Gracias por tu sensibilidad.
Un beso.
La vejez es ir perdiendo facultades, como el oído, la rapidez de reflejos etc, pero si la mente está intacta, no importa, la verdad.
EliminarLamento que tu padre pasara por esto. Un abrazo grande y bonito vienes.
Infelizmente conheci casos retratados da forma que você nos trouxe Alba.
ResponderEliminarHay muchos casos como le que yo expongo, que es ficción. Gracias. Un abrazo
EliminarRecordaba aquel dicho que pasaba de boca en boca y que nadie escribió jamás. Pasaban los años y las generaciones, llegaban los últimos años de su vejez tal y como zapatos viejos gastados que se resisten a no ser usados más. La casa era un amasijo de recuerdos colgados en las paredes y de adornos en algún mueble. El paso del tiempo era reflejo de infinitos momentos impresos en fotografías; recuerdos de un tiempo que marcaba una fecha casi olvidada y cargados de rostros con sonrisas provocadas para decir que de alguna manera en aquel momento se era feliz. La soledad se adornaba de recuerdos lejanos y olvidos de lo que se hizo hacía unas horas. Parecía como si todo lo vivido resultara no tener el don de la perpetuidad, que la vida fuera una película hecha a medida con un final imprevisible. El miedo a la muerte se traducía en continuas visitas al médico por temor a contraer lo incurable y el médico le decía que se cambiaba por el. Las horas pasaban sin saber que hacer. Salía mil veces a la puerta de la calle para encontrar a alguien a quién saludar pero al parecer, aquellos rostros de su calle pertenecían a desconocidos, gente y más gente como venidos de otros sitios. A veces le preguntaba a María su edad y su hija se enfadaba por ser la quinta vez en el día que se la hacía. Comprendía lo limitadas que tenia sus facultades y ponía toda su voluntad en superarlas pero aquel dicho viajaba por el tiempo como algo perdurable. Decía..." La vida guarda el espíritu de lo inmortal y cada persona nace con la capacidad de sentir. Quizás, lo más bello de todo sea lo irrepetible del espíritu humano y...la memoria de saber que se ha vivido". De un tiempo lejano vino el recuerdo de su madre que cuando lo tenía en brazos le susurraba al oído lo que ahora era el espíritu de su recuerdo. Recordar los primeros años de vida en la madurez, era volver a sentir la vida desde la inocencia.
ResponderEliminarUn bonito texto hacia ser mayor, y saber que un día fuimos niños.
EliminarUn abrazo, amigo
Hola, amiga!
ResponderEliminarUn relato muy interessante e bién escrito. Me emocionei con tus palabras.
Perder la memória es muy triste e no reconhecer aqueles a quem amamos, ni quem somos.
La vejez es una realidade para todos nós, pero que nuestra memória se mantenha satisfatória.
Besos y salud.
La memoria es vital, por eso es tan triste ver que alguien la pierde.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Se entremezclan sucesos y recuerdos pero lo importante es que allí, entre esos dos, aún existen lazos entrañables que no la vejez ni los que rechazaron el pez lograron empañar. Un abrazo
ResponderEliminarEstán muy unidos y tiene complicidad, cosa que entre hijo y madre hará posible que el hombre viva relativamente bien la demencia de la madre.
EliminarPor los peces de colores. Un abrazo
Increíble bellísimo relato que me ha emocionado y dejado sin palabras, sobre todo el final, me encanto
ResponderEliminarHay complicidad y amor, por eso te ha llegado, creo.
EliminarGracias. Un abrazo, María
Es triste llegar a la vejez y perder los recuerdos, lo viví con mi suegra. Un gran relato amiga. Saludos.
ResponderEliminarMe pasó con mi suegra también, y era agotador.
EliminarUn abrazo, y gracias, Sandra.
Me ha emocionado este relato, volveré más veces.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo, y siéntete bienvenido
EliminarHay que tratar de subir cada peldaño como viejo para llegar a la cima como joven. Eso sería lo ideal de la vejez.
ResponderEliminarEn cuanto al relato lo veo real y triste al mismo tiempo ya que perder la memoria es lo peor que nos puede suceder porque perdemos ese sumatorio de vicisitudes que a la postre son sabiduría de nuestro recorrido.
Abrazos gigantes y feliz día Albada.
Es una tragedia. La demencia digo. La vejez no, es haber vivido, es atesorar recuerdos, es no tener obligaciones. Es un regalo.
EliminarUn abrazo grande, y bonito finde
El tipo también se resbala por el tiempo y revive en una tarde de abril bajo la lluvia; con una mujer, con un pez en una pecera, rememorando su infancia ya lejana... cuando todavía se movía como pez en el agua.
ResponderEliminarCuando era pez libre, con sueños volando. Es verdad.
EliminarUn abrazo, y feliz día
Hace tiempo hice un texto parecido.
ResponderEliminarTierno.
Un placer leerte
Beso
Yo también, de una demencia avanzada. Y es triste.
EliminarUn abrazo
Has plasmado muy bien esas idas y venidas de las personas que las sufren unas mayores y otras no tanto ¡qué pena! Y además no contenta con eso has entremezclados recuerdos a eso se llama rizar el rizo y lo has hecho muy bien.
ResponderEliminarEra tentador dar ese toque de presente, refiriéndose al pasado, Tracy. Gracias
EliminarUn abrazo por un finde estupendo, con o sin reformas
Gracias a quién sea por no haber tenido que sufrir eso con mis padres.
ResponderEliminarNo sé si lo hubiera soportado.
Yo creo que no lo habría soportado pero la realidad es que la mayoría de hijos afectados se adaptan.
EliminarUn beso
por eso cuando una persona es muy mayor, aunque tenga sus dolencias siempre se dice "la cabeza la conserva bien". cuando se pierde la lucidez, es terrible para el propio interesado y para toda su familia...
ResponderEliminarabrazos!
Es que la mente es la que manda, y aunque lleguen con limitaciones, algunas enormes, si la mente funciona, no hay problema
EliminarPor la vejez sana. Un abrazo, Chema
Has escrito un relato excepcional. No todos los ancianos se van quedando sin memoria y se inventan la realidad. Tu anciana me produce pena y ternura. Las dos cosas.
ResponderEliminarOjalá la memoria (que es la identidad) estuviera intacta hasta el final de la vida. Ojalá...
Mi felicitación y un abrazo
Vejez no es decrepitud, como le decía a Alfred, lo malo es que no podemos elegir esa vejez sana. Se nos da, o no. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Ana, y feliz día
Tuve la suerte de que mis padres estuviesen lúcidos hasta el último momento pero no así mis suegros y fue muy, muy triste.
ResponderEliminarUn buen relato en el que nos planteas la cruda realidad en la que viven algunos de nuestros mayores. Un abrazo.
Me pasó lo mismo, mi suegra confundía a su hijo, su propia edad, su todo, se fugaba para tomar tranvías de la juventud inexistentes, etc. Y fue demoledor para el hijo.
EliminarPor una vejez sana, con la mente, si no intacta, centrada. Un abrazo
Hola saludos gracias por tu visita y por las amables palabras. Es muy triste ver a un ser querido que pierde todo como mi mamá.Saludos
ResponderEliminarLamento lo de tu madre, es devastador. Una pena enorme. Que sea llevadero.
EliminarUn abrazo
Cuanta tristeza hay en tu relato, por desgracia me toco vivirlo con mi madre los últimos meses de su vida.
ResponderEliminarBesos.
Es que es frecuente, o bastante frecuente. Y es tremendo, pero como no se elige, no queda de otra que aceptar a los padres, si nos toca, como son.
EliminarUn abrazo, y feliz día
Tengo la suerte de que mi madre con 93 años tiene la memoria perfecta.
ResponderEliminarEn tu relato se siente la ternura de ese hijo hacia su madre, que bonito.
Un beso, Albada.
Tengo tíos de 95 94 91 91 y 90. Una de ellas está en la residencia, con demencia vascular. El resto están mejor que yo de la cabeza. Es como una lotería
EliminarPorque la vejez nos llegue sana. Un abrazo enorme
Una cosa es la vejez y otra la decrepitud. No conviene que vayan de la mano en nuestras vidas. Parecen lo mismo pero no lo son; aunque se acerquen. Los relatos que inciden en la ancianidad, aunque los valoro como este, me producen inquietud y desasosiego. Por qué será.
ResponderEliminarEs que no es lo mismo. Para nada. Y lo tengo muy claro. Para le texto necesitaba un algo de demencia y un mucho de ternura. Pero me quedo con la mente de muchos ancianos, más lúcidas y sabias que yo, por supuesto.
EliminarUn abrazo
Un bravo para ti hoy mujer poeta
ResponderEliminarGracias. Un abrazo
EliminarHola guapa , te cuento una cosa , sabes a lo que más temo de verdad , es que llegue el día en que mi madre no me recuerde , y no me quiera , ya que mi madre tiene 71 años y la pobrecilla en cuestión de 2 años a perdido mucho , esperemos que no le pase como a la mujer del relato , me a gustado tú relato pero me voy con lágrimas en los ojos , te deseo una feliz mañana besos de flor.
ResponderEliminarPrimero han de ver qué le pasa. Si es Alzheimer, y deseo que no, es ponerse en manos de especialistas y hacer medicación tratamiento de habilidades. Pero pueden ser mil cosas. Ellos no dejan de amar, es que parcialmente ya no son ellos. Eso es lo que hay que entender. Y seguir amåndoles, porque nos dieron su vida y nos sacaron adelante.
EliminarUn abrazo grande, y no lo dejes pasar.
Hola de nuevo amiga , sacamos cita para hablar mi padre y yo de lo que le había pasado y solo le a pasado una vez , y la medica le hizo unas pruebas y le hizo también pruebas físicas de todas clases y analíticas ,y de retentivas y un par de juegos de la memoria , y dice que no se lo explica pero no es alzhéimer , ella esta más en que puede deberse a una especie de "reseteo" que a veces el cuerpo nos lo hace , normalmente lo hace cuando estamos en la fase de descanso cuando estamos durmiendo , a ella le pillo estando con una fuerte subida de anginas , ya que estaba en estado febril , y de esto que te digo han pasado casi 4 meses lo que si te digo es que esta un poco sorda y eso no tiene arreglo , ya que dijimos de operarla del oído y el otorrino nos dijo que como tenía el tímpano roto , no perecía la pena ya que su perdida era de 75 % y no le garantizaba que oyese al 100% , era mejor ponerle un sonotone y eso hicimos y oye mucho mejor, bueno cariño eso es todo , de todas formas lo que te he contado es una impresión que tengo sobre esta enfermedad , ya que una vez que la cogen una parte de ellos se pierde en un limbo , y no vuelven a ser los mismos , besos de flor.
EliminarMe alegro. El alzheimer, descartado, ya es otro tema. La sordera ni importa.
EliminarUn abrazo grande
la mente esese juego caótico que tiene las reglas al libre albedrío. Es como la feria, siempre toca algo, sea un pito o una muñeca.
ResponderEliminarSomos como lso árboles frutales. Damos frutos año tras año, siempre frondosos, siempre de buen sabor y un día, sin saber cómo ni porqué, con el cuidado de siempre, se le caen las hojas, se va apagando, da pocos frutos y malos... y es que le ha entrado el momento de despedirse... Pero si ellos, por sí mismos no pueden luchar, ahí que hemos de arreciar para sacarlos adelante, y darles lo que ellos nos han dado sin más interés que el amor y la responsabilidad.
Un beso enorme, Albada.
Feliz fin de semana.
Es que la edad no perdona, como dices, ni para los árboles frutales. Como ha de ser. Cuando esa planta, o persona mayor necesita ayuda, sería egoísta y desagradecido no echar una mano.
EliminarUn abrazo grande
Una historia agri dulce pero que a la vez es enternecedora. Me encanta, besos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Un abrazo, y feliz día
EliminarEs triste, pero es muy tierno a la vez... La imagen final de los dos y el pez, conmueve.
ResponderEliminarBesos
Esa imagen es lo que uno observaría, suponiendo un lejano día de cumpleaños.
EliminarGracias. Un abrazo y por un domingo bonito
No es la edad, ni los años; es el trato que le damos que los hacen ser unos niños abrumados con las fantasías de la realidad.
ResponderEliminarSaludos dejo para ti.
Ese final es brutal, abrumados con las fantasías de la realidad.
EliminarSeguramente es así. Un abrazo, amigo
Cómo se juntan los recuerdos. La vejez nos vuelve a hacer niños, y los adultos les vuelven los recuerdos infantiles. No dejamos de sr niños- Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarQue no dejemos de ser niños esperado un pez.
EliminarUn abrazo, y bonito domingo
Tierno y emocionante relato de una demencia que se convierte en maquina del tiempo y permite revivir tiampos mas felices para ambos, pero sobre todo para...ambos.
ResponderEliminarcon lla primavera reflorece el dialogo por esta convocatoria
nesazoxxs amiga
Para ambos, como bien matizas. Lo que vivimos hoy, tal vez un día sea el clavo ardiente al que agarrarnos, y no lo sabemos.
EliminarPor la primavera. Un abrazo grande, amigo
Un micro que me toca el alma. Yo también he cuidado de mi madre con Altheimer.
ResponderEliminarLa ilustración, muy buena y ese diálogo...
Genial, amiga.
Un abrazo
Lamento que te tocara esa tesitura. Me produce temor eso de cuidar a alguien afectado.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, y feliz tarde
Hasta las memorias más privilegiadas tiemblan un poco en la vejez. A esa edad todos deberían tener un Luis comprensivo en sus vidas. Me pareció una historia muy tierna, Albada.
ResponderEliminarUn beso esperanzador.
Estoy de acuerdo, a cierta edad parte de la memoria se queda desfasada, pero ojalá si nos toca llegara cierta situación, tengamos alguien como Luis.
EliminarUn abrazo.
305 palabras de una increíble dulzura...
ResponderEliminarPaz
Isaac
Gracias, Ojalá siempre hubiera un Luis.
EliminarUn abrazo, Isaac. Feliz semana
Assim você me emociona, Chica.
ResponderEliminarBeijos.
Muchas gracias por tu emoción.
EliminarUn abrazo
Un bello texto, tierno y melancólico que nos hace pensar en la vejez, es lo que nos espera, y dando gracias siempre en nuestro día a día a la vida, por si podemos llegar al final del camino.
ResponderEliminarUn cálido abrazo, cuídate.
Gracias. Casi una reflexión. Porque lo lógico es que lleguemos a ancianos, o eso deseo. Todos podemos necesitar un Luis,
EliminarUn abrazo, y porque nos cuidemos para poder seguir esta ruta.
Qué ternura... Y al mismo tiempo reflejando la crudeza del paso del tiempo llevándose la vida...
ResponderEliminarUna belleza.😍
Cabía ternura y tristeza. La vejez en sí ni es triste, sino alguna circunstancia que llegue con ella.
EliminarUn abrazo
Que tierno! me encantó.
ResponderEliminarQue duro debe ser ver como las personas que quieres van perdiendo la memoria... por no hablar de que no te reconozcan. No quiero ni pensarlo.
Besos.
Es mejor no pensarlo. Y que no nos toque ser esa mujer en unas décadas.
EliminarUn abrazo