La oigo en la ducha con el dial en la emisora de toca curro, sin importar la hora y sin pestañeo de calendario.
Se regala una dosis extra de leche corporal con olor a coco y alegría. Se fricciona primorosamente con ella los dedos de los pies para que aguanten, sin perder el paso, la melodía que llegue con cada cara e historia; las manos para no dejar caer las expectativas que depositen en ellas y los bíceps para aguantar el peso de otras cargas sin que las agujetas le devenguen intereses.
Con el sabor a un café y a dos tostadas con mermelada de sonrisas, da un último vistazo al espejo de su alma y un pellizco de colorete a sus pestañas.
Al llegar pasa revista a los espacios, los estados de ánimo, los registros de actividad, los materiales y enseres que conformarán su jornada. Revisa, especialmente, el armario de los sueros isotónicos de manzanas verdes, y el stock de viales de dosis de ataque contra la desesperanza.
Encara entonces el universo de estreno diario con el uniforme y el ánimo a punto. Sus herramientas más preciadas abultan poco: miradas cómplices en el dolor ajeno y oídos libres de prejuicios o tapones.
Y ahí la veo llevando en la batea de acero inoxidable productos varios: guantes de quita y pon para las manos que nunca son de usar y tirar, pomadas y ungüentos contra el desánimo, gasas de esperanza, esparadrapos varios para fijar guiños de empatía, pinzas para agarrase a la vida, desinfectante de miedos, congojas y desasosiegos varios, y algún artefacto por catalogar.
Lleva siempre a mano dos contenedores de residuos: uno rojo para tirar las lágrimas del dolor y los suspiros que alivian, y otro amarillo para los sueños rotos que se han de volver a tejer, y que ha de manipularse con precauciones adicionales.
Extraordinario recorrido por la preparación ante el enfrentamiento diario con las penurias ajenas, con ilusión y esperanza a raudales para con los que sufren. Me gusta, un abrazo.
ResponderEliminarGracias Alfred por tu lectura y amable comentario. Seguramente hay profesiones que tienen un afrontamiento similar en su quehacer laboral.
EliminarUn abrazo.
Homenaje para las buenas enfermeras (casi todas lo son)
ResponderEliminarBesitos
Gracias Luis por leerlo de ese modo.
EliminarCasi todos los profesionales que tratan al ser humano, en especial, en situaciones de vulnerabilidad, merecerían un homenaje.
Pienso en bomberos, policías etc.
Un abrazo.
Albada, te felicito. No sólo por el contenido sino por el continente. Muy brillante puesta en escena de esa jornada que se inicia antes incluso de comenzar la tarea cotidiana de un/a profesional, tantas veces anónima pero indispensable para que un pueblo, un país, pueda seguir su discurrir a pesar de sus dirigentes que no ven más allá de sus narices.
ResponderEliminarAunque ya pasó el 14 de abril, ¡Visca la República!
Abrazos
Las tareas anónimas, tienen detrás de la cara un alma, que aunque difícil de cuantificar en el balance económico, está en el " haber" de cualquier empresa o país.
EliminarY que en los balances económicos debiera valorarse.
Gràcies Groucho.
Simplemente entrañable como tú. Gracias por escribir así y por ser como eres.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias!!
EliminarUn saludo Anuska y bienvenida a este rincón, que puedes considerar tu casa.
Un abrazo.
Si además de cuidadora exquisita de enfermos se te presume 'cuitadora sin par de la palabra', poco o ningún añadido cabe que no sea felicitarte.
ResponderEliminarImpecables tus dos facetas.
Mi abrazo expreso
Hay muchos trabajos que manejan materiales frágiles como cristal de Bohemia. Como enfermos, ancianos y niños. Deben manipularse como las cajas que avisan en color rojo con su rótulo de FRAGIL.
EliminarEn la artesanía de las palabra y los ritmos, eres un motivo de inspiración, por la maestría que posees en ese arte. Te felicito.
Un fuerte abrazo
Entrañable relato hecho con primor y con amor sobre un trabajo que parece ser más que eso: Una indeclinable vocación. Enhorabuena por el relato y por la vocación. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Francisco por tu lectura.
ResponderEliminarOjalá todos pudiéramos disfrutar trabajando. De esa forma nadie se ganaría la vida en algunos oficios donde, un mínimo de vocación sí es imprescindible.
Un abrazo.
Realmente, si no fuera por lo que es, dan ganas de enfermar y ser tan mimado. No hay duda que son trabajos vocacionales, aunque también hay que decir que en los últimos tiempos, las vocaciones no son lo que en antaño.
ResponderEliminarPrecioso Albada, un besote
Gracias Cormorán. La vocación o talento natural para algo, seguramente se entiende hoy diferente a otros tiempos.
EliminarEn lo esencial, seguimos mostrando las actitudes para algo. Lo llamen y midan como sea.
Un fuerte abrazo.