Ha llegado a Barcelona, en el AVE. Ha habido una amenaza de bomba, seguramente de los grafiteros, que andan revolucionados tanto en Madrid como en Barcelona. Por suerte ha tomado un tren muy temprano, porque en esta ocasión quiere hacer algo de turismo. Sale de la estación para fumarse un puro antes de tomar el metro. Previamente a acudir a su cita médica en la Barraquer, esta vez, sin Amalia, quiere hacer algo diferente, ver con mayor detalle el barrio Gótico, por ejemplo, se ha dicho.
Ya bajo tierra de nuevo, Lola está frente al músico y Luis queda a su lado, escuchando también al violinista. No es Anne Sophie Mutter, pero suena un concerto número cinco de Mozart bastante decente. Ella mira de reojo al tipo grande con gafas de culo de vaso que, tras echar unas monedas, se apoya en la pared, con su bolso al hombro, escuchando. Ella no tiene prisa, y el sabor del mojito tomado en un bar le ha dejado un sabor especial en sus labio., Imagina. sin querer, una maravillosa antesala a otros placeres, musicales y amorosos. Mientras sigue de pie recuerda unos ojos bien distintos, unos negros del ayer. Unos que se llevaron secretos y que dejaron pesares, pero que también le habían hecho feliz en muchas tardes del mejor y el peor año de su vida, como un azúcar de caña en su corazón sin rumbo. La melodía la lleva a esa última tarde con él, en la que dejaron de jugar a hacerse daño, y sacude la cabeza, para alejarse del músico y de su espectador. Es mejor dejar el pasado atrás, se dice.
Ya bajo tierra de nuevo, Lola está frente al músico y Luis queda a su lado, escuchando también al violinista. No es Anne Sophie Mutter, pero suena un concerto número cinco de Mozart bastante decente. Ella mira de reojo al tipo grande con gafas de culo de vaso que, tras echar unas monedas, se apoya en la pared, con su bolso al hombro, escuchando. Ella no tiene prisa, y el sabor del mojito tomado en un bar le ha dejado un sabor especial en sus labio., Imagina. sin querer, una maravillosa antesala a otros placeres, musicales y amorosos. Mientras sigue de pie recuerda unos ojos bien distintos, unos negros del ayer. Unos que se llevaron secretos y que dejaron pesares, pero que también le habían hecho feliz en muchas tardes del mejor y el peor año de su vida, como un azúcar de caña en su corazón sin rumbo. La melodía la lleva a esa última tarde con él, en la que dejaron de jugar a hacerse daño, y sacude la cabeza, para alejarse del músico y de su espectador. Es mejor dejar el pasado atrás, se dice.
Luis mira cómo se aleja por el corredor una mujer, de abrigo blanco, que al caminar deja suspirando a las luces del pasillo subterráneo, mientras las baldosas se acomodan dichosas bajo sus tacones Al cabo de un rato, por la galería del trasbordo que él tenía que transitar, Lola se tuerce un tobillo. Va caminando con una cojera evidente. A él le importa poco que tenga un tacón de menos. Intuye que bajo ese abrigo late un corazón apasionado y una mente más lúcida de lo habitual. Mira el reloj y duda si pararse a ayudarla. Cuanto menos se puede ofrecer a llevarle los zapatos, porque ella insiste en llevar uno puesto y el otro en una mano, lo que le ha hecho sonreír. Lola accede. Salen a la calle, teñida de una luz de invierno que encandila las almas más deprimidas. Ese tobillo hinchado promete un esguince, así que él hace detener a un taxi, y cuando han de dar un destino, ambos se miran, augurando posibles sonrisas, imaginando luces más amables, música con mejor sonoridad y más bella ejecución.
Bonito encuentro en tu relato, el que nos dejas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un encuentro, muy común, de dos desconocidos, hasta ese instante. Aquí ha pasado que Lola y Luis se han querido relacionar un poco más, pero a veces ocurre. En la realidad también.
EliminarUn abrazo
La vida nos depara encuentros aparentemente casuales, pero hay quien cree que nada en esta vida es fruto de la casualidad. ¿Estaban, Lola y Luis, destinados a encontrarse? Si es el destino el culpable de ello, espero que sea amable.
ResponderEliminarUn relato contado con la naturalidad propia de quien sabe escribir.
Un abrazo.
Esta historia tiene una continuación. Ellos lo piden, y cuando unos personajes quieren ser, hay que dejarles volar.
EliminarLa vida es así, con naturalidad, espero :-). Un abrazo
Sé buena con ellos ;)
EliminarYa está el borrador terminado, se publica mañana, por no cargar el blog y a los amigos lectores, espero te guste. Creo que ellos quieren ser buenos :-)
EliminarUn relato amable, música, pensamientos al vuelo, pausas, un relato con el toque de la realidad que marcan las noticias. Un relato con final prometedor. Abrazucos
ResponderEliminarEs amable pero pide, a gritos seguir su camino, y les daré espacio. De hecho el borrador ya está a punto. Ese final prometedor, seguramente late en el final de mi texto.
EliminarUn abrazote, Ester y feliz jueves
A mí nunca me ha sucedido una historia así pero estoy segura que hay gente que se ha conocido en ese tipo de circunstancias que parecen sacadas de una película. Besotes!!!
ResponderEliminarA mí sí me ha pasado, la verdad, pero luego los compases de la música que suena hace que las historias de encuentros marquen derroteros diversos.
EliminarUn abrazo grande
Todo tan natural, plausible y real, que hace que el relato, con su prosa necesaria, nos parezca como si pudiese ocurrirnos a cualquiera.
ResponderEliminarYo, particularmente, he escuchado a Mozart, he olido el perfume de "mojito", he visto temblar a las baldosas y me he quedado con las ganas de saber de que manera termina esta encuentro.
Besos.
Mi intención era dejarles con la miel en los labios, con los anhelos encendidos, con las pupilas ardientes. Así que lo he seguido, en el mismo momento que daba a la pestaña "publicar".
EliminarEspero que te guste cómo ellos continúan. Bien es verdad que seguía sonando la música en ni casa ;-). Un abrazo
Me has engañado...pensaba que ibas a hablar de lo que había sucedido ayer en Barcelona y luego me has sorprendido con la ficción. Todo entremezclado que le da un tinte de naturalidad que bien podría ser una vivencia. Me gusta. Un abrazo.
ResponderEliminarBueno, la realidad es que la alerta fue porque una hebilla de cinturón, con forma de granada de mano, iba en un equipaje de una mujer que tomó el AVE en Barcelona, destino Madrid. Cuando se han querido percatar, el tren se había puesto en marcha, así que desalojaban Sants en Barcelona y Atocha en Madrid. pero claro, esa realidad era muy poco poética y quise cambiarla. Luis tenía derecho a estar en Barcelona con una historia propia por desabrochar :-)
EliminarUn abrazo y disculpa. Ya se ha creado, por deseo de los protagonista, la continuación de ese encuentro. hay siempre personajes que ansían cobrar voz y presencia y estos dos así lo han manifestado. Feliz jueves
¡Que la pasen bien!
ResponderEliminarUf, lo pasan fenomenal, entre música y guisantes congelados :-)
EliminarUn abrazo
¡Ay, me gusta imaginar un amor bonito! ¡ABRAZO! :D
EliminarParece el preámbulo de lago interesante ;)
ResponderEliminarUn beso.
Quise decir "algo"
Eliminar:)
El lago puede er un escenario para mil historias, por cierto :-) Los ascensores también. Sí, Alfred, la pareja de desconocidos tal vez se traten un`poco más
EliminarUn beso y feliz tarde sin lagos, con un lago de serenidad y placidez
:))))
EliminarHola guapa , yo creo que esto promete... Unas velas, música suave , cena ligera , pero eso si .... Cuando salga del hospital te deseo una feliz tarde besos de flor.
ResponderEliminarSeguro que la lesión no era grave. Ha caminado por el pasillo de un trasbordo, que siempre son largos, así que pensemos en velitas y una velada amable :-)
EliminarUn beso, Flor, y feliz tarde
La melodía se escucha con tu relato, y nos haces disfrutar de la música de tus palabras siendo nosotros espectadores.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, lo he leído varias veces, y aquí me he quedado un ratito.
Un beso enorme.
Es un texto de un encuentro muy normalito, con pocas alharacas. Un encuentro que parece augurar un algo más que un simple taxi. Me alegro te haya gustado, porque hay músicos en los Metros que realmente son excelentes yy quise que estos dos quedasen prendados ante su ejecución.
EliminarMuchas gracias María, un beso y feliz noche
No está tan mal torcerse un tobillo si el resultado es conocer a un hombre interesante.
ResponderEliminarSeguramente la pasarán bien juntos.
Besos, Albada.
Seguro, si son capaces de dejarse llevar. Cosa que no suele ocurrir :-)
EliminarBesos, Mirella y feliz viernes
Me dan ganas de apartar a Luis y llevarla en brazos.
ResponderEliminarBesos.
La mujer es un fruto maduro, que merece un Luis valiente. Por una vez que la vida que da un caramenlo, por qué comerse un marrón?, decía Sabina :-)
EliminarUn beso y feliz finde
Tu historia me recordó a la película "Infiel" de Dianne Lane y Richard Gere, claro que allí el desconocido que se enamora de ella termina muerto. Que Lola y Luis tengan mejor suerte.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Ese precio es exagerado. La peli, su es la que yo pienso, la he visto dos veces, cosas de la tele. Me pareció muy buena.
EliminarTendrán mejor suerte, ya verás. Un abrazote, Dulce
Sí, no me dolería esa torcedura en el tobillo si es amor para toda la vida.
ResponderEliminarUna historia en este relato que promete.
Un placer venir a leerte Albada, gran relato.
Feliz viernes.
Un beso
Muchas gracias, Carmen. Ese encuentro fortuito puede llevar a mil lugares. Tiene toda la pinta de poder y querer navegar. Sólo el tiempo dirá qué destino tomó.
EliminarUn abrazo y feliz viernes otoñal
Cuánto me ha gustado eso de jugar a hacerse daño. Hay amores que lo hacen.
ResponderEliminarPromete ser un encuentro feliz...
Muchos besitos.
Hay personas que están destinadas a encontrarse. Esas relaciones no son juegos de desamor, pero muchas veces nos topamos antes con otras personas que encuentran un morboso placer en hacer daño. Ignoro por qué.
EliminarUn beso