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Encontré unas conjunciones perdidas por el laberinto de un espacio parecido a casa encantada.
Unos tiempos verbales buscando acomodo iban y venían dándose con el codo ante una interjección mal colocada, que iba quejándose de cómo podía ser que la hubieran puesto en una fila tan atrás.
Cuando entraron en escena los sujetos, con sus centenares de adjetivos, buscando espacio entre la multitud, sentí que se acercaban unos signos de puntuación errantes, buscando sitio donde pausar a mis desbocadas palabras, dispersas por la mesa, y temiendo lo peor, un rifirrafe entre adjetivos, como era habitual, salí a la calle.
Las palomas aún dormían en las barandillas de ático deshabitado de enfrente y las calles olían a recién regadas por la lluvia suave de la noche.
Desde la acera se escuchaba el guirigay de fonemas y llamadas al orden por parte de un tiempo verbal imperativo.
Escuché cómo unas interrogaciones reivindicaban por qué esa buena mujer se comía parte de ellas, dejando sin poner la primera, con su punto arriba, como un zarcillo de obsidiana, con lo bonita que era.
Cuando regresé del parque y ante la ausencia de disputa aparente , entré en el escritorio con el llavín de mi pluma, que ahora es un tecladillo de tres al cuarto, y si el silencio lo permite, escribiré sobre el mundo de esos pequeños, casi diminutos mundos, que se abren en pocos caracteres, en un intento de ser una historia que contar.
Si sólo quería decir que siempre ponían Don Juan Tenorio en la tele por estas fechas, y recordar cómo doña Inés se mira en la luna, mientras don Juan se aplisa su capa de un negro oxidado por el tiempo!.
Rememorar que había un soplo de luz cautivo de la luna, entre unos limoneros y ante unos olivos.
Esos soplos, que a veces, adormecían los ojos ante la tele de tubo, con un suspiro.
Realmente bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Macondo, eso del jugar, que me gusta casi tanto como escribir.
EliminarUn abrazo.
Ay! qué preciosidad de texto Albada. Me encanta tu escritorio de palabras, adjetivos, verbos y sujetos. Soplos, olivos, silencios y diminutos mundos.
ResponderEliminarPrecioso desde luego.
Un abrazo amiga.
Podría ser el tuyo, Laura, ahí las palabrillas con sus cosas, como un patio de luces donde acaba uno sabiendo de todos, hasta lo que van a comer.
EliminarEstás invitada, Laura.
Un abrazo
Hola "maestra de las palabras"
ResponderEliminarSencillamente precioso.
Un alumno.
Un divertimento sobre el clásico programa de cada noche de difuntos, Sí. Años y años con la misma programación. Quise hacer este pequeño apunte, jocoso, por jugar.
EliminarJa! Un cordial saludo;-)
Este texto como la gran mayoría de lo que escribes es una belleza, me ha encantado. Un abrazo.
ResponderEliminarLos ojos con los que los miras, Lucía.
EliminarEl hilo que nos une es de seda, aguanta abrazos con apapachos, por lo que te mando uno grande.
Con que pocas cosas se puede hacer un mundo alternativo, de sueños y pasiones, del que disfrutamos todos enormemente.
ResponderEliminarUn beso.
Con grandes y pequeñas cosas, se acaba pudiendo hacer de todo!!. Hasta grandes cosillas y enormes nimiedades.
EliminarUn beso de Bic cristal o Bic naranja, como te uaste más, Alfred