Tengo un cuerpo
Dos certezas
Y tres dudas.
El
cuerpo va haciendo con sus genes, su entorno y sus quehaceres.
Una certeza es que, un día yo me habré ido,
como sería absurdo obviar, pero más absurdo andar recordando, pues a esa cita
nunca se llega ni tarde ni pronto. Se es puntual al estilo suizo de precisión de
latidos hasta el último, y ni uno más.
La otra certeza es que cada cuerpo
habita, de forma arbitraria una piel que le ha tocado en suerte. Herencia, accidentes
y sucesos van conformando esa forma externa que envuelve un ser.
La primera duda es la que me planteo, sobre si la inteligencia artificial logrará llegar a ser de verdad operativa
en términos absolutos. Sobre si en verdad un software tendrá la capacidad suficiente,
no ya para adaptarse a situaciones cambiantes, sino la de no hacerlo si así lo
decide, y equivocarse.
La segunda duda es sobre hasta qué punto
la ciencia, podrá seguir invirtiendo en mejoras para la supervivencia en el ser
humano, o en fuentes alternativas de alimentación para esta especie altanera pero excelsa, reluciente y harapienta.
La tercera duda es irresoluble. Es sobre si lo que yo acabo escribiendo en tinta, sea algo más que un producto de
dos su-mandos: de física y química de mi cuerpo y mis vivencias, arriba o debajo de un papel cuadriculado
escolar, más un cacharro, tan perfecto por la investigación electrónica, que me corrige las faltas. Pero deja este párrafo en la letra que quiere.
Mientras voy despejando las equis de las
ecuaciones, me limito a vivir el hoy, con este cuerpo. Llevando en mi pantalón una
ridícula libreta de ahorro, donde el haber y el deber llegan a un balance
equilibrado.
Uno soportable y asequible, para este día que amaneció por unas leyes cósmicas, cuya
certeza a veces se me escapan por los agujeros en los bolsillos.
Pues yo te dejo cuatro respuestas, aunque no sean a tus dudas. Ni a nada.
ResponderEliminar-En las ecuaciones, mejor despejar la y. O la uve doble.
-Dios existe, o no.
-Cuando mi piel se pone morena por el sol, mi cuerpo sigue pálido.
-Un vaso de vino, o siete, al día mejora la percepción de las cosas.
Y una pregunta, una, de mi parte. ¿Podría quitar la exigencia de verificador de palabras para nuestros comentarios? Es un poco incordio. Gracias.
Abrazos, siempre
Tus propuestas han sido útiles respuestas, sonre el mantel de mi mesa, como frutas variadas, que detrás de una ensalada de lechuga y ecuaciones, acabé con un postre de café con dos bombones.
EliminarUn gran abrazo.
Hoy estás muy reflexiva despejando ecuaciones, incógnitas, y es que hay días que amanecemos algo extrañas, aunque lo importante es seguir amaneciendo, pero no todos los días van a ser iguales.
ResponderEliminarUn beso.
Hoy será ayer pronto. Con lo que vendré mañana. Qué me espera por menú, entre pitos y flautas, anunciando un buen debut.
EliminarNo hay dos días iguales, la ecuación es cambiante, y nos permite variantes que nos permiten seguir.
Un beso, María.
Y nunca lo sabremos...
ResponderEliminarBah, da igual.
A mí lo que me fastidia no saber es que había antes del Big Bang...
Ves, eso si que me gustaría saberlo.
Besos.
Pues otro Bing Bang previo, en tira y afloja de tiempos siderales que se expanden y se encogen en una noria lenta según nuestra humana visión de una minúscula galaxia.
EliminarVes, eso tan grande lo veo hasta comprensible. ;-)
Un beso, Toro.
Mientras deshaces la incógnita, vivamos alegremente un presente antes de que se convierta en pasado de un futuro incierto.
ResponderEliminarUn beso.
Y por si acso, marco con un equis en la quiniela de la vida el empate a 0. Cero tiempo perdido. Cero disfrute sin gozar.
EliminarUn beso.