Su rutina estaba fallando. Llevaba más de dos semanas sin hacerlo. Comenzó a sentir que la lengua se le secaba. Como otras veces, sabía que, pronto, comenzaría a temblar. El maldito síndrome de abstinencia se avecinaba y no encontraba a su alrededor nada en qué concentrarse, nada para saciar su sed. Tendría que improvisar. Ya llevaba dos días sin afeitarse y había apagado el móvil. Empezaba a estar preocupado de verdad. Era una especie de vicio en el que pasaba a vivir una nueva vida cada vez. Sentía que improvisar tanto era como mudarse, pero cada poco tiempo. En su caso la frecuencia era más o menos semanal, y así una semana vivía en el ártico ante un semáforo, otra estaba a punto de casarse, la siguiente se alojaba en una casona, y es que todo escenario le parecía bueno.
Se sentía un rehén de sus propias improvisaciones. Mañana no sabía dónde se hallaría y tenia la sensación de ser un okupa de palabras. Y es que, sin inspiración, se sentía como tarjeta de crédito sin clave acceso. Era un adicto a escribir microrrelatos, una nueva socioadicción para la que no han diseñado la descripción de la droga, todavía.
Cuando la inspiración no llega hay que aceptarlo.
ResponderEliminarY si no vuelve más, también.
Besos.
Dímelo a mí, que he tenido temporadas largas sin una musa que llevarme a la pluma. A veces pienso que son rachas, y que hay que aprovechar si es buena, y los micros salen disparados y ligeros, se abren paso con soltura y fluyen sin más, así como aceptar que hay otras rachas en las que nada te parece interesante, divertido, ocurrente, ni digno de gastar tinta.
EliminarSin más, es verdad. Un beso
A ti la inspiración no te falla.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
No estés tan seguro :-). Es una aventura de costumbre, leer y escribir, y hay temporadas en las que no apetece lo segundo, y uno se crea una necesidad ficticia, de hacerlo.
EliminarUn abrazo
La inspiración es rebelde, llega y no tienes un mal papel donde anotar, llega cuando estás en la cama y a la mañana ya no las recuerdas, o te dejan el folio lleno de garabatos cuadritos, florecillas pero ninguna frase, de momento tu llevas un tiempo con la inspiración sentada a tu mesa, compartiendo desayuno y comida. Abrazucos
ResponderEliminarEs rebelde. Las musas pueden tomar vacaciones, la pluma entretenerse con las faldas de las musas, éstas andar loquitas detrás de un Apolo cualquiera, pero al final, lo que yo planteo no es eso, sino la adicción a una rutina, escribir microrrelatos, en este caso. Socioadicciones, como la ludopatía o internet, no tiene sustancia tras ellas, pero existen.
EliminarUn abrazo y feliz jueves
Por lo que llevo comprobado, en el tiempo que te leo, inspiración no te falta y brillantez literaria, tampoco.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias. No falten las letras, los párrafos de, inspirados o no, textos para salir de la rutina diaria, de la vida cotidiana y su locura
EliminarBesos
Siempre está ahí, lo que pasa es que no siempre se deja atrapar. :)
ResponderEliminarUn beso.
Alfred, un día decíamos, ante un café y un té, lo que a veces llega a ser la rutina de tener un blog. Lo que nos da y lo que tan gustosamente nos ata. Esta entrada era recordando esa conversación precisamente.
EliminarUn beso grande, Alfred
Y es que escribir, al menos en mi caso, es una maravillosa adicción altamente necesaria… Y como tal, cuando uno deja de hacerlo por las circunstancias que sean, bien por falta de inspiración, o, por motivos personales, se desencadena ese malestar general, esa zozobra y sensación como muy bien has descrito…
ResponderEliminarLas musas están muy a gusto a tu lado… 😉
Bsoss enormes, y muy feliz tarde, querida amiga.
Era eso. Era escribir sobre el vicio solitario, ese vicio de puertas adentro de uno mismo, que nos tiene ahí, ante una pantalla, cada día. Es verdad que las rachas van y vienen, pero eso pasa en tantas cosas...Escribir es un preciado ligero vicio. Que no nos faltes musas y letras, comas y tildes, puntos y pausas.
EliminarUn beso grande, y un feliz viernes, lluvioso por aquí
Lo que pasa que a veces se quedan dentro las palabras y no fluyen como quisiéramos, y otras veces nos quedamos secas de palabras, como si la mudez se instalara en nosotros, y es que, también las musas necesitan descansar, tomarse un respiro, para volver a coger aire y seguir latiendo, y cuando ocurre como a ti, seguir escribiendo porque tus musas están muy vivas.
ResponderEliminarUn placer leerte siempre.
Besos enormes.
Es verdad que a veces las palabras enmudecen, se quedan adentro, o simplemente no encuentran la diana, o el tino donde verterse. Otras veces es que ni se asoman a los labios. Como en otras rutinas, si ésta se rompe, es como si algo faltara, aunque la escritura no sea una necesidad, se percibe como tal.
EliminarUn beso y un feliz finde