El café de aquella cena
no dio para mucho más
que para charlar de futbol
y de ese curioso mundial.
Nunca pensé que faltaran
chispas en nuestros labios,
complicidad en naderías
o pieles para las manos.
Ambos callados y mustios,
la magia se había evaporado
y no supimos alargar
el encuentro tan ansiado.
Un buen beso o un abrazo,
una caricia encendida,
tal vez tomarnos las manos
con la mirada ceñida.
Pero no supimos qué hacer
tras nuestra primera cita.
Quién sabe si viviremos
otra historia tan bonita.
Porque perdimos el tiempo
buscando calar muy dentro,
quizás tan alta ansiedad
fuera el gran impedimento.
Ahora sólo nos queda
olvidar el callejón,
la cena y hasta el café
y darnos otra ocasión.
Saludarnos como extraños.
Inventar la luna llena,
huir de los callejones
y desterrar las cadenas.
Olvidar expectativas
mirar con ojos de estreno,
dejar que las pieles hablen,
es lo que ya nos debemos.
Maripau González. La Pineda 2 de enero 2023