Siguiendo la iniciativa de Sindel, sobre presión, mi aportación es la siguiente.
El mayor que no acaba el desayuno.
El pequeño, que sigue sin los
zapatos.
El móvil, su compañera, que se apure,
que el jefe preguntó por ella
hace rato.
Las llaves, que no aparecen.
El ascensor que no funciona.
El perro del quinto ladrando.
El pequeño, que se tropieza.
El coche que arranca a la tercera.
Los niños que tardan en apearse.
Su plaza de parquing ocupada.
Las nueve y diez, primer día de
cole.
El jefe, que mira el reloj sin
disimulo.
La colega, que parece recién
pintada.
El ordenador que no arranca,
ha caducado su contraseña.
El jefe que quiere ya el informe.
La impresora se atasca, como
siempre.
Se ha manchado la falda con el café.
Grapa torcidos los folios.
El jefe afea sus formas
chapuceras.
En el lavabo no hay papel,
ni funciona el secador de manos.
Toda la falda mojada. Qué ojeras.
Las tres en punto, hora de
acabar.
El primer día de cole sigue para
los niños.
Deberes, novedades, cena. Con
quejas.
Ducha y lavado de dientes.
Remolones.
La noche la pilla con ganas de
llorar.
Qué presión, qué taquicardias.
Qué felicidad prometen, qué
ignorancia,
con el fin de vacaciones. Qué
sabrán.