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lunes, 28 de febrero de 2022

Desayunos artesanos

 


La propuesta de Desayunos Artesanos me ha hecho gracia y escribí en unos minutos este post. El handicap es que el diálogo que lo incia se ve en un vídeo. Pero me sugirió el milagro que necesita ese país precioso, imagino, porque llevo dos años queriendo ir y no permiten el turismo exterior. Feliz lunes, sin diamantes 


─ ¿Sabes lo que tenían para comer? Tres empanadas. Que miseria

─ Qué miseria.

─ Tres empanadas para dos, que sobrarían de ayer.

Bueno, lo que no saben es que las tres empanadas son como el pan y los peces del milagro de Jesús. Las hicieron el uno de enero, rogando a San Imposible del Santo Prepucio que cada día, por la magia de los milagros, se reprodujeran para el día siguiente, y  pusieron el plato vacío en la nevera ilusionados.

Ese día confirmaron que la inflación del mes previo había alcanzado el diez por ciento, y haciendo cálculos calcularon que los huevos, la docena, que costasen quince pesos argentinos el uno de enero el año previo, los encontrarían a doscientos pesos. Y eso que no son de importación, se dijeron, ya ni penar en un refresco de Cola.

Con el ruido de las tripas vacías, caminaron poco, por no gastar energías, y en la tarde, al filo del anochecer, se metieron en la cama, y vieron una película en la tele, argentina donde la miseria ya era la tónica del país que fuera una potencia sudamericana de primera magnitud.

Al día siguiente, el plato de la nevera tenía tres empanadas, para los dos, esta vez de pollo criollo y cebolla pampeña. Y así hasta hoy, cada día el plato contenía tres empanadas de diversos contenidos   Ayer, cuando la hija fue de visita dudaron si invitarla a empanada, porque el milagro podía acabarse. Decidieron hacer agua de limón, con azúcar, y así la invitaron a tres vasos de ese refresco natural, cuyo vaso guardaron en la nevera esperando otro milagro.

Hoy, 28 febrero, el plato de la nevera está vacío, pero hay tres vasos de limonada.

─Mala decisión tuvimos, negra─ le dijo Marcial a Covadonga. Otro día la invitamos a chuletón.

 Palabras 301

domingo, 27 de febrero de 2022

Odio la sinrazón



Veo cómo huyen, como haría yo. 

Cómo lloran, como lo haría yo. 

Cómo la rabia les inunda el corazón, 

como lo haría en el mío. 

Todos perdemos 

con las malditas guerras, 

lo que gana es la sinrazón.


Con toda la rabia ante Ucrania sigo con la novela, van saliendo personajes secundarios a cascoporro, pero espero no perderme en la madeja de hilos de colores que comunican a personajes y accciones, con respecto a la trama principal. A pesar de esa oscura y roja realidad, saltemos el listón con la intención de ser felices, como decía Serrat 


martes, 22 de febrero de 2022

Besos de colores, en jueves

 




La imagen en blanco y negro soy yo y mi primo Luismi, con unos  dos añitos. Siguiendo la propuesta de Mag, en su trastienda del pecado, sobre los besos, mi aportación es la que sigue

Esto de los besos es como los colores, de tonalidades casi infinitas. Y me gustan. Los blancos fueron los primeros de mi vida. De mi madre, de mis hermanos, de mis primos, de las amiguitas del colegio. Eran como algodones de feria, esponjosos y dulces. Dejaban una calidez muy plácida y confortable. Me quieren, se decía una.

Los naranjas eran horribles. Eran esos de las tías lejanas que no veías casi nunca. Y que tras ellos llevaban un pellizco en el moflete, que mantenían mientras se asombraban de lo grande que estabas.  Dolían. Los besos no, aunque no sabían a nada, pero los pellizcos interminables sí.

Los rosas eran alados, livianos, sencillos, con sabor a chicle y regaliz. Como picos de pajarillos que se juntaban casi por error. Tal vez los últimos rosas ya eran un poco con sabor a pecado, aunque no lo sabíamos aún.

Los rojos empezaron con las hormonas en desbandada, con los roces de pieles, ligeritos, sin acierto, con apuro y aún con calcetines hasta la rodilla. Pero un día sí sentimos que eran rojos, que llevaban ansia y búsqueda, placer y miedo. Pero son los de mejor color, y sabor, porque saben a vida, rezuman poesía, anhelos de seguir vivos, ganas de no morirse nunca. Ganas de que no se detengan, de que sigan volando como golondrinas en el cielo.

Los verdes son lo que regalamos a nuestros hijos, chispeantes, bailarines, con sonidos de trompeta y con el alma en los labios. Las lilas ya los conocemos muy tarde, si tenemos suerte, y saben a derrota, a final sin besos, a vía muerta, a sangre coagulada en la garganta. Por eso los evítanos, porque duelen.

Palabras: 280

Este blog lo seguiré, por supuesto, pero comentaré los blogs amigos sólo cuando entre para publicar o comentar en el mío. La novela es muy ambiciosa, y requiere dedicación mucho más extensa de lo que pensé. Un abrazo grande para todos



jueves, 17 de febrero de 2022

Apenas un minuto, en jueves

 


Siguiendo la propuesta de Neogéminis, aportando diversas frases como tema del relato juevero, mi aportación es la siguiente.

Fueron cincuenta segundos de horror. Me dijeron que el tramo de comunicación entre cenotes abiertos era muy cortito. Nada, pues a por él, me dije. Esos elementos del Yucatán son muy curiosos, porque, aunque México no tenga ríos externos, desembocando al mar, su territorio está lleno de ríos subterráneos, que cada equis metros se pueden ver desde la superficie.

Hay demasiados recorridos aún por conocer, pero los cenotes abiertos, por supuesto los conocían los mayas. Y usaban, para sacrificios incluso. De allí sacaban el agua para el riego etc. Este al que me llevaron tras estar en uno tan concurrido que me dio mucha pena, estaba en medio de la jungla. Habíamos llegado en Jeep y me encantó lo solitario que se veía.

Sin traje de neopreno, ni aletas, ni nada allí que me tiré de cabeza. El corredor era más estrecho de lo que me habían dicho, pero mucho más largo de lo que imaginé. No pude dar la vuelta en él, y tuve que seguir buceando hasta la salida, en otro cenote adyacente.

No había escuchado al guía, quien tras decir que ese tramo era muy corto, advirtió que era la broma típica que gastaba a los pocos turistas que podía llevar en cada viaje programado de aventura. Más muerta que viva salí, ya con nada de oxigeno en mis pulmones, emergí en otro. Escuché a mi amiga gritando mi nombre.  Grité AQUÏ con la fuerza que me quedaba. Tuvieron que echar una cuerda con nudos para que pudiera salir, porque estaba sin explotar para el turismo.  

Ya en casa me he prometido escuchar todas las indicaciones en futuras excursiones de aventuras en la naturaleza. Si seré capaz de cumplirlo o no, eso ya lo veremos

Palabras 279



Desayuno con diamantes

 


 

FUERA DE CONCURSO DE Tintero de oro

Me vi ante un cofrecito. Lo encontré mientras cavaba un agujero para una palmera pequeña que pretendía plantar en mi jardín, ese pequeño y trasero que siempre tuvo la casa, aunque se diseñó como huerto, y mi abuela tuvo en él gallinas y patos.  La Colonia  Rosal, pueblo actualmente, fue construido para los trabajadores de una fábrica textil en los años cincuenta. Pegaditas ellas, eran casitas idénticas a ambos lados de una calle ya asfaltada cuando la conocí yo. Pequeña y de dos plantas fue mi paraíso estival.  Al morir mi abuela mi madre consultó si alguno de los hermanos la queríamos, pues la pondría en venta. Mis recuerdos de infancia me llevaron a pedir una hipoteca y aquí me instalé.

Recordaba a menudo que mi abuela decía conocer a un descendiente de los Romanov, rusos. Pero había sido una invención, supuse, para contarme cuentos en las noches. Sólo la íbamos a ver algunos fines de semana, y por las vacaciones del colegio, y en más de una ocasión era yo quien le pedía que me contara cosas de cuando era joven.   

Hacia variaciones de la misma historia, de cómo conoció en Paris a ese joven descendiente de los zares. Ya adulta llegué a pensar que tal vez un diez por ciento era verdad, y que cada vez lo adornaba con más y más aventuras parisinas. Me dejaba vestirme y enjoyarme con sus cosas. Una de ellas era una estola de piel de zorro ártico, decía, pero si bien parecía piel de animal, nunca supe si era o no de verdad. Entre sus “joyas” había pasadores de pelo, anillos de piedras semipreciosas, un collar de perlas, y otro de vidrios que relucían al sol. Yo me vestía con su ropa, sus zapatos y su estola. Me lo ponía todo. Me pintaba los labios, y me ponía colorete, y de esa guisa paseaba ante ella, mi abuelo, y a veces algún vecino, mientras ella me presentaba como en un pase modelos. Yo era feliz imaginando que me miraban, que un público inexistente me encontraba preciosa y arrebatadora. Eres mi Audrey Hepburn personal, me decía.

Luego enfermó. Una demencia que resultó tener nombre se fue instalando en ella de manera insidiosa, y, poco a poco, dejó de ser ella. En la residencia me decía que tenía que buscar mis joyas en el huerto. Por supuesto creí que era ese tipo de discurso de un pasado confundido, borroso y confuso de su mente enferma. Pero el cofrecito estaba allí, ahora en mi jardincillo con dos limoneros y unas margaritas. Dentro había un papel. Me dejaba mis joyas y me deseaba que mi cuento de ser diseñadora de moda de éxito se hiciera realidad.

Ahora que mi colección se presenta en la Milan Fashion WeekMilán, con un nuevo éxito, no dejo de pensar que ella me brindó mi desayuno con diamantes, el que inició mi carrera de diseñadora. Voy a verla a menudo al cementerio donde descansa, siempre vestida con un modelo mío. Me exhibo ante la tumba de ella y del resto de lápidas de esa callecita funeraria. Luego poso para una posible fotografía inventada, como cuando era niña, para dejarle, con un beso,  un ramo enorme de margaritas.

Palabras 520

 

 


martes, 15 de febrero de 2022

Gramitos de olvido



Amanece, así, como si nada.

Qué milagro seguir así de viva.

Y es que la vida es imparable,

y sigo pensando en ti.

 

Nuevamente,

como si fuera ayer el hachazo.

Como si fuera AQUÍ donde te fuiste,

como si viera NEVAR 

Entre reflejos del CRISTAL

Como si el RELOJ se hubiera roto

MIENTRAS los engranajes del tiempo

yacen sobre la almohada

 

Quedamente.

Calculando lo perdido.

Arrumbando los anhelos.

Desatando las tormentas.

Desandando lo vivido.

Solamente.

Deseando que alguna noche,

traiga unos gramitos de olvido


 LAS PALABRAS SON PARA RELATOS SOLIDARIOS