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sábado, 23 de junio de 2018

Por San Joan, salen a pasear los recuerdos

Imagen de Ayuntamiento Mataró - Tomada de Google

Traducción de un canción de Serrat . 

Contiene la nostalgia de las noches de Sant Joan, cuando los críos y  adolescentes recorrían las casas buscando muebles viejos para quemar en la hoguera, y las chicas se vestían preciosas estrenado escotes y labios en flor. Y los chicos se iniciaban en eso de estar junto al fuego, de la hoguera y las hormonas, junto a las brasas, de un fuego que acababa. y  de un mar de cálidas emociones derramándose por sus cinturas. Yo lo viví sólo un poco. Pero es que solamente éramos eso, debutantes de amoríos de quince años, y es que tan sólo teníamos quince años cuando ensayabamos viejas palabras de amor, frente a las hogueras, y ante un mar de sensaciones nuevas por desabrochar. 

"Un anochecer cuando el verano abría los ojos por aquellas calles donde tú y yo nos hemos hecho mayores, donde aprendimos a correr, sobre un palmo de arena se alzaba una hoguera por San Juan. Entonces un trozo de madera era un tesoro y con una mesa vieja ya éramos ricos. Por las calles y las plazas íbamos de casa en casa para quemarlo todo aquella noche de San Juan. Éramos cuatro golfillos. No sabíamos gran cosa de las lágrimas que hacen que gire el mundo. Íbamos entrando en la vida. Nunca una mentira nos era necesaria y nada nos quitaba el sueño. Los años me han alejado de mi calle y se han perdido aquellos compañeros de juegos. El bueno y el que estorba como si tal cosa. Parece que todo se haya quemado en el fuego de San Juan. Y ahora, este anochecer otra vez veo a los mozalbetes recogiendo leña por la calle. Corren. Como yo antes corría. Les llamo y me miran como si fuera un gusano extraño y pasajero. Dadme un trozo de madera para quemar o la cogeré de donde pueda, como ayer, como si no hubiera otra. Yo he sido como vosotros. 
No quiero sentirme viejo esta noche. Que un trozo de madera vuelva a ser un tesoro. Que con una mesa vieja sea rico. Por las calles y las plazas iré de casa en casa para quemarlo todo esta noche de San Juan.

viernes, 22 de junio de 2018

Futbolero hasta el fin

Imagen del ! Marca", de Google


Desde los cinco años llevo grabados en mi corazón los colores de mi club. Aún hoy repaso cada noche, antes de dormir, unas  alineaciones de ensueño, esos regates imposibles que imagino, unas  chilenas de infarto, algunos pases al espacio sideral del estrellato,  y unos golazos espectaculares con cuyo vívido recuerdo me recreo y brinco de júbilo, incluso dentro de este estrecho e incómodo ataúd.

Verano, por qué no

Foto de Aguirrefotox Instagram


Abanicos y sandía
Helados y pies con chanclas
Pareos y sombrillas
Fiestas mayores varias.
Gafas de sol, tardes con siesta
Incendios y retenciones
Niños que entretener
Anheladas vacaciones
Maletas en par abiertas,
cubitos en las orillas.
Olor a melocotones

Y es que el verano se infiltra,
en escotes y tirantes,
en chiringuitos de playa,
y en los anhelos viajantes,
en las moscas pegajosas
y en mi corazón radiante

miércoles, 20 de junio de 2018

Pintando

Óleo de Tomasa Martín. Tomado de Google

Precisión de pie de rey, 
medida exacta
fuente de savia, 
candela y sed
Consiguiendo dar forma 

desde un pincel.



Ojos que nos llenan
encendiendo entradas,
con cada puerta,
como un chasquear de dedos
de cocción lenta

Desecho darles nombre
a tus palabras,
piel con piel de espuma, 
voz de mar con escamas

Trazo con mi pincel
la luz que irradias 



Óleo de Tomasa Martin. Tomado de Google

viernes, 15 de junio de 2018

La cantimplora del Barça




Estaba muy indignado. El viaje a Marrakech había sido un fracaso. El estilo peculiar de agobiar y timar a los turistas por parte de los autóctonos le había dejado un mal cuerpo, que esperaba dejar atrás en unos minutos,  no bien pisara el aeropuerto.
Un patio del palacio del visir El Bahía, para cuatro esposas y 24 concubinas 

Antes de entrar tuvo que pasar por el escáner su maletín de cabina y su mochila. Sabía que, en ese control, su cantimplora metálica con agua podía causarle algún problema, pero se alivió al ver que no. La cola en el mostrador de la aerolínea de lowcost le permitió confirmar que no era el único de los viajeros que estaba deseando pisar un país occidental, y de paso, constatar que el departamento de inmigración del país tenía cosas absurdas, como tener que rellenar la misma hoja que a la llegada, cuando poco importaba dónde se había alojado durante la estancia, pero, por supuesto, rellenó el formulario.

Tenía que hacer la cola de emigración. Las dos garitas de los agentes estaban cerradas. Era la primera comida nocturna del ramadán, y era imperioso que pudieran comer, aunque a la media hora  reabrieron, y volvieron a admitir pasajeros que se iban del país. Después de que le estamparan un sello en el pasaporte, tras ser mojado en un tampón de tinta roja, sólo le faltaba pasar el control de seguridad. No sacó la cantimplora de la mochila, que, al ser metálica, además de verse claramente, sonaba cual sonajero, pero tampoco le dijeron nada. Sólo le obligaron a dejar atrás una botellita de agua envasada y quitarse las deportivas. Al fin llegaba la puerta de embarque. 

Por supuesto, Vueling salía con retraso. En la zona de Dutyfree no podía pagar con la moneda del país excepto en los bares, así que, a falta de llevarse de recuerdo  algún imán que se había negado a comprar regateando, pudo cenar de maravilla. Si no fuera porque las salsas picantes solían producirle diarrea.

Anunciaron el embarque al fin. Ya sólo le faltaba un último control de equipaje de cabina. Un agente de la compañía iba poniendo brazaletes de “Bodega” a muchas maletas de mano, pero la suya la debieron ver tan pequeña que nadie hizo gesto alguno de querer llevarla a la bodega de la aeronave. Pasó un último escáner, y ante su asombro, tampoco le dijeron nada sobre la cantimplora. Ya en el avión bebió un buen sorbo de su agua. Consiguió dormir, seguramente por agotamiento, siendo despertado por un súbito apretón de tripas que le obligó a ir al aseo. Pero ya se avistaban las luces de Barcelona desde  la ventanilla del avión.

Joan Laporta en 2005 se quedó en calzoncillos en El Prat



miércoles, 13 de junio de 2018

Decisiones con espinas

Imagen de Aguirrefotox 

Mira que le había dado guerra con la decisión de mudarse. Pablo no entendía demasiado las razones, pero parecía que Ana sí. De acuerdo que les subían el alquiler del piso más de lo que habían calculado, pero no estaba preparado para dejar Barcelona, y no se veía capaz de aceptar que la ciudad de toda su vida le echaba  de su seno. Significaría perder la vida social fáil que llevaba, echar de menos la panadería y el quiosco de confianza y tener que madrugar por llegar a tiempo al trabajo. Esperando que ella llegara tarde de su salida con las amigas de cada jueves, él buscaba inspiración en el pozo de sus propias decepciones y sus triste augurios. Pensando en ella, esperando sorber el amargo cáliz de la derrota, sólo pudo notar la sensación de sus cálidos labios contra los suyos, y ese doloroso llanto en el que deseaba  sumirme, acabó por escaparse al recordar su risa franca. 

Es que ni hoy, que quiero ser infeliz, me vas a prestar un átomo de complicidad, se dijo. Más tarde el mensaje de Ana por wasap adjuntaba una foto de un piso más grande y soleado a tan sólo treinta kilómetros, y un corazón grande con besos. Entonces sí,  se echó a llorar. 

lunes, 11 de junio de 2018

Diarreas estivales


Había llegado al fin. Semanas de advertencias, llamadas telefónicas, wasap de última hora avisando de su llegada inminente. Mi vecina venía  a pasar las vacaciones en su casa, tras pasar los inviernos en las  Canarias, como cada año.

Le abrí la puerta, por supuesto. Se puso a explicarme cosas de las islas, de su familia de allí, de un perro que ahora hacía compañía a su prima, de su misma edad, "nacimos con quince días de diferencia, ya ves", me dijo. Su verborrea alocada con los aspavientos de manos y movimientos de cabeza me estaba mareando. Desesperada, le ofrecí amablemente un zumo de frutas fresquito, y aceptó. Fui a la cocina a prepararlo. Se lo bebió con ansia, como había supuesto, y se marchó al rato con una torpe excusa. Escuché sus prisas en abrir su puerta. Espero que no se me fuera mucho la mano con el laxante

domingo, 10 de junio de 2018

Prueba superada



Me avisaron de que Pablo, el fanfarrón del pueblo, volvía a las andadas. Ni el informe del médico avisando de los peligros del alcohol para su hígado ya alterado, pudieron privarle de aceptar el desafío. Los leves mareos del principio aumentaron hasta  un vértigo de imágenes dobles y borrosas. Luisito seguía como si nada. Estaban solos en el bar, y el camarero miraba el reloj. Les sirvieron otra ronda. Desfallecía. Había llegado al límite, pero no podía abandonar ahora. 

Agarrado a la mesa, sudando sin cesar, siguió con la prueba. Lo consiguió: Catorce copas de una sentada. Su mejor marca. Luego perdió el conocimiento. Luisito, algo achispado, llamó a la ambulancia. Pablo reapareció en el bar a los pocos días, pero ya nadie se encargaría de hacer bromas con su aguante.

Cuando fui al pueblo, meses después,  y pregunté por él, me llevaron a verle. Unas rosas amarillas adornaban su tumba  

Foto de Aguirrefotox instagram

domingo, 3 de junio de 2018

Tras el velorio


- Qué ojos más tristes tienes hoy Lola.
- Nada Pablo, que ayer fuí a un velatorio, de un compañero de trabajo, y entré a ver al difunto. Y no sé, me pareció ver una expresión feliz en su mirada ausente. Como un guiño a la vida juerguista, despreocupada y feliz.
- Estupendo ¿ cual es el problema?.
- Que no lo conocí así jamás. Era  tipo más anodino, gris y aburrido que he conocido
- A ver si nos damos cuenta de lo que nos dejamos atrás, justo cuando no hay solución posible
- Quién sabe, reconoció Lola, recordando el disgusto con el espejo de ayer, al probarse los bañadores y shorts del verano pasado. .

Les sirvieron los cafés, desnatado, descafeinado y con sacarina el de Lola, y solo y corto el de Pablo. Luego ambos miraron las tonterías de sus grupos de wasap y de facebook, dejando que ninguna emoción interna les afectase.

viernes, 1 de junio de 2018

Días de timba

 Imagen de Aguirrefotox 

Habían ganado el Gobierno y casi habían logrado salvar a sus corruptos.  Después de todo, había pensado él, tras aquella reelección in extremis, son sólo cuatro años más, y lo mejor era que podía dedicarlos a tener contentos a bancos y empresas, que luego le darían un jugoso puesto honorífico mientras cobrara su pensión vitalicia. En cuanto a los ciudadanos, era fácil tenerles contentos con el fútbol y unos datos macro-económicos de bonanza.

De noche, tras la jornada en el Congreso, se sentía como si hubiera trabajado en una plantación de caña y tuviera que apañarse un camastro con una brazada de paja. Por primera vez pensaba, con amargura, de qué manera había perdido todos sus bienes, como si en una última apuesta en una timba, una escalera de color le hubiera vencido. 

Su soberbio poker de reyes había sido insuficiente, ante la conjunción de aquellas corrientes en contra que había logrado acumular. Si hubiese sabido que la caída iba a ser tan dolorosa y tan poco planificada...

Ahora, ante la luna de Junio no se veía capaz de concentrarse. El dolor y la rabia le subían en oleadas invasivas, arrasando todos sus planes sin piedad. Ni siquiera se le escapó una lágrima sin embargo . Con la mirada perdida y el pulso un tanto débil, dejaba que su mujer diera las instrucciones al empleado de la mudanza.