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sábado, 29 de febrero de 2020

En un funeral

Imagen de Aquí


Seguimos sin poder dar con el asesino. Creo que eso de la jubilación anticipada del comisario López ha sido  nefasto para el caso. Y para él, porque ya es mala suerte que te acabes jubilando para tener un infarto masivo a los pocos meses.   Decía el detective Martínez que organizaría un funeral de los buenos para nuestro compañero, pero vaya cosa cutre. Es en una pequeña capilla, muy cerca de su casa, a la que el finado iba de vez en cuando, más para descansar en verano que por fe en la Iglesia, según me había dicho. En sus pesquisas  aparece un sacerdote, pero esa pista ya nadie la siguió.

Somos cuatro gatos. Reconozco a una hija de López, creo, quien alguna vez vino por comisaría. Lo que me sorprende es que en la última fila, la madre de la niña asesinada se muestra seria y afectada. Cuando el cura empieza a hablar  me produce escalofríos. Me repugna, me inquieta.  Tiene la voz cascada, como de fumador y de borracho. Y ese  aspecto desaliñado me produce malestar.  Un arañazo cicatrizado cruza su mejilla izquierda ostensiblemente. No sé por qué pienso que puede estar implicado en el caso. Luego recapacito y pienso que la madre no estaría en esta iglesia de barrio si ella sospechara algo extraño. 

Me sorprendió que el cura del funeral fuera golpeado hasta morir días después, pero no en exceso. La madre de la niña debió de hartarse de pasar por comisaría para nada y hace días que no viene a preguntar por la investigación. Al menos no veremos su mirada inquisidora.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Mi encuentro con Joaquín, en jueves

Imagen del blog de Demiurgo

Siguiendo una iniciativa de  El demiurgo de hurlingham, esta es mi aportación.

Hace un par de días regresaba de Madrid en el AVE, y me colé en primera clase como otras veces, pero esta vez creí soñar al descubrir a Joaquín, tras un libro. No puede ser, me dije.   Es el autor que más esquinas del ser humano ha plasmado en sus canciones. 
Le abordé sin alharacas, preguntándome por qué viajaría así, sin su equipo o su mujer, e hice como que no le conocía.
—¿A Barcelona?
—Parece evidente, señora- me dijo, me resultó extraño que me hablara como farfullando-
—¿Por trabajo  tal vez?
—Por visita médica- dijo con una sonrisa, evitando acto seguido mi mirada, y queriéndose  proteger con el libro de Proust. Precisamente con esta respuesta me sonreía, ¿Por qué sonríes, cabrón?,  me pregunté-

Saqué mi ebook y me dispuse a leer, sin darle, ni darme , más minutos  de  conversación  Fue él quien cerró su "En busca del tiempo perdido 6. La Fugitiva". Fue él quien aclarando su voz, rasgada y rota, empezó a hablar de un caída tonta semanas atrás, y que no quería que nadie supiera que iba a buscar una segunda opinión en la Ciudad Condal.

El viaje no es muy largo, pero suficiente para que hablásemos de esos amores que matan, de los hijos y los gatos, del pá amb tomaquet y de los bocadillos de calamares del Brillante, de Chavela  y de Joan Manuel Serrat. Cuando le dije que había ido a ver a esos “dos pájaros de un tiro” años atrás, se limitó a sonreír de nuevo.  De lo que más  habló fue de su mujer Jimena y del miedo real a ser una carga para quien,  tras tantas "aves de paso", anidó en su corazón, de puntillas.
— Los "peces de ciudad" os debéis a quienes, huérfanos de campos verdes, bebemos de caracolas marinas cuando estamos en Madrid- le dije, guiñando un ojo, antes de apearme en Tarragona-
—No deje que "a la orilla de su chimenea" se plante quien no lo merezca- me respondió con otro guiño, el suyo pícaro y certero

Al bajar del tren recordé el instante exacto en que mi único amor me despedía diciendo " no quiero que viajes al pasado, y vuelvas del mercado con ganas de llorar ". Levanté la cabeza, me subí las solapas de mi gabardina, y me quedé pensando en ese andén. Saboreando un viaje especial, a un poeta inmenso y a un pasado de besos con sal.

Pescado fresco



Comienzan a acumularse en la superficie del planeta. Como gotitas minúsculas de plástico azulado, como perlas perdidas de un collar diminuto e infinito. Sobre la arena resultan extrañas, y sobre los rincones de las rocas se  acumulan sin piedad. He ido a ver el mar, y esa superficie me ha ofrecido hoy una estampa nunca vista. A mis pies, en la arena, han llegado decenas de bolitas y he mirado al cielo. Madre mía, qué locos hemos sido,  qué inconscientes, me digo consternada, mientras pienso en las tripas de los peces. Otra opción que se me ocurre es que un satélite artificial haya tenido algún percance, pero lo dudo. 

Imagen de Aguirrefotox



He decidido que no compraré pescado fresco en las próximas semanas, por si acaso.


La mudanza

Imagen de Aquí


Tras la mudanza, el piso vacío que alquiló le parecía más pequeño de lo  que recordaba, tal vez porque los muebles, ahora ausentes, vestían paredes y suelo.  Cuando oyó una especie de graznido, que resultó ser el timbre, y aceptó que el ruido era, en efecto, ese timbre de su piso, se dispuso a sortear cajas de cartón de variado contenido.  Lo consiguió, con sólo dos morados en las espinillas, según supo después.

Ahí estaba una mujer de escándalo, con una belleza inquietante pero incuestionable, quejándose de los ruidos. Pronto empieza, se dijo. 

—Perdone, soy la de abajo, y ya imagino que no quiere molestar, pero lo está haciendo al arrastrar lo que sea que arrastra.
—Pues le pido perdón, pero también paciencia, porque acabo justo de despedir al  camión de mudanzas-le dijo,  un poquito enfadado pues le parecía realmente que no había motivo para quejarse-. 
—Ya le explico y lo entenderá. Trabajo de noche, todas las noches, en un hospital, y no tengo más opción que dormir de día, me cueste lo que me cueste- afirmó la mujer del segundo.
—Pues ya lo tendré en cuenta, no pierda cuidado- respondió Luis.

Pasaron las semanas y  él se acostumbró a ir con zapatillas, no poner lavadoras de día y vivir lo más silencioso que pudiera. Empezó a vigilar el descanso de ella, con un dispositivo de espejo que le permitía mirarla desde su balcón. Casi nunca coincidían en la escalera o el ascensor, pero con el paso de los  años, y con el horario cambiado, Luis ha acabado por solicitar el cambio de turno, para acomodar su vida a la de ella, y ahora es feliz, aunque duerme muy poco.

Pensando en Alis

martes, 25 de febrero de 2020

Volando va la ilusión

Imagen de Aguirrefotox

El bus salía con retraso. Ella, con sus dos maletonas, debía llegar al aeropuerto a la hora debida, pues le faltaba que envolvieran los bultos,  facturar con tiempo y pasar el control de seguridad.  Llegaron a la terminal dos.  Justísimos de tiempo.

Con el pelo hecho una madeja, sudando por el esfuerzo y con dolor de tripas,  se  dispuso a pagar por el envoltorio de los dos bultos, para hacer cola luego en el mostrador  de su compañía de vuelo. Muerta de cansancio, y de nervios, escuchó al tipo que la precedía sobre que igual cancelaban el vuelo, por viento. Y así fue.  Con el mismo tipo, quien viajaba con una mochila por todo equipaje, se organizaron para pasar las diez horas que demoraría el vuelo hacia La Paz. Con tanto tiempo muerto  la amistad se fue forjando. Ella no recordaba tantas risas, ni él tanta educación y timidez.

Cuando al fin aterrizaron en Bolivia, ella, quien trabajaba cuidando a un anciano demenciado de Reus, tenía a su alcance un nuevo trabajo en una tienda de deportes,  y él tenía una amiga que le haría de Cicerone a tres mil metros sobre el nivel del mar

lunes, 24 de febrero de 2020

Autoengaño



Y ella finge que se lo cree, como cuando Luis era niño, y aparecía haciendo magia infantil que la dejaba con la felicidad en el rostro, y el asombro impostado ante un truco evidente, que calificaba de “insuperable”. Vuelve a mirarle. Tan estático, tan sereno en la postura, tan bien vestido, por una vez.  Lee de nuevo la tarjetita pidiendo una oración en su alma. Seguirá fingiendo que se lo cree por mucho tiempo, porque  sabe, sin dudarlo un instante, que si lo llega  a creer, ya no habrá vuelta atrás.

Participación en relatos en cadena de la Ser.  Más relatos para La Ser

domingo, 23 de febrero de 2020

Tan sola

Charlotte ante su tesis

La vi tan sola.
La vi tan impactada.
La vi, ante tanto saber, 
más que asombrada, 
temerosa de leer. 

En el tablón del bajel, 
infectado de corsarios, 
había hallado unos atajos, 
donde intentar aprender,
letanías sin rosarios.

viernes, 21 de febrero de 2020

Fenómeno gatuno

Imagen de Aguirrefotox

Tan misteriosamente como apareció, se cerró la obertura de la pared. Eulalia llevaba días sin dormir, y se hacía un cigarrillo en el callejón, subiéndose las solapas de su gabardina azul,  cuando el  resplandor  de un sol inexistente dio paso a una especie de puerta, por la que salió un gato atigrado en grises  y blancos.  Le miró desperezarse y echar a correr hacia  la calle principal. Justo cuando llegó a la esquina, creyó ver que el minino cobraba una forma humana pequeña.  Ella se frotó los ojos  y creyó haberlo imaginado.  

La prensa empezó a relatar sobre un niño de mirada felina que sembraba el caos en el pueblo y al que se le atribuían dos desapariciones. Eulalia lleva en el psiquiátrico una semana, pero nadie la cree.


jueves, 20 de febrero de 2020

Vigilancia privada en jueves

Imagen del blog de ¿Y qué te cuento?
Siguiendo la propuesta de Juan Carlos, vigilancia privada, mi aportación es la siguiente

Habíamos puesto la cámara por haber encontrado, dos veces, rastros de que alguien había dormido o pasado la noche en el replano de la terraza comunitaria. El encargado de la camarita viene una vez a la semana para visionar lo filmado, y sí, confirmamos la sospecha de que un vagabundo había  tomado cierto cariño a nuestro bloque de pisos, sobre todo porque la puerta de entrada, muy pesada, queda abierta más de una vez.

Ser presidenta de la escalera siempre es un incordio. Cuando el encargado me pidió esta vez que le acompañara a ver lo filmado la última semana, me quedé helada. Mi marido salía en las imágenes, cada día,  con una mujer  del brazo, que parecía recoger en la terraza y que no traía  a casa. Era como un holograma,  evanescente.  Lo del telescopio por Reyes parecía haber causado alguna alteración alrededor de él, pudiera ser, porque desde que sale cada noche a mirar el cielo,  es un ser diferente, más amable, y hasta diría que más sabio. Cuando luego llega a casa trae consigo un aroma indefinible, de quietud, lo que me había dado mucha tranquilidad y despertado cierta sospecha a infidelidad, pero desde ahora estaré apoyándole a que vaya  a la terraza, a mirar los astros.

Más relatos jueveros del blog

miércoles, 19 de febrero de 2020

Lego, gatito dulce


Como un tigre diminuto, y con zarpas de mentirijillas, sigues mirando desde los brazos un mundo que te es ajeno. Que vas descubriendo entre juegos y experimentos. Con la curiosidad de ser un cachorro. Hasta que la veterinaria te explica, a su manera, lo duro que es vivir. Ay Lego, qué susto nos diste cuando la puerta te pilló la cola. Te encantaba hacer de Iindiana Jones esquivando los portazos.

martes, 18 de febrero de 2020

El tirón

Imagen de Aquí


¿Me oyes?, decía el agente, sacudiéndole los hombros. Le había visto cruzar la avenida corriendo, enfilarse en la valla y caer después al otro lado, quedando exánime. No tenía nada en las manos, ni en los bolsillos. De hecho no llevaba  documentación ni dinero. Al otro lado del barrio, María se apoyaba en la pared de un inmueble  deslucido,  donde una  relojería de barrio acaba de abrir.  Unas mujeres hacían corro a su alrededor, y le daban aire. Todos vieron huir al joven del tirón, pero nadie había visto a la joven, quien, colándose en la tienda, salía con los bolsillos llenos.

Luego de confirmar que la señora estaba bien, el joyero  hacía recuento de lo robado, para el seguro. Mientras tanto María, con la pareja de jóvenes,  se tomaba unas gambas con gabardina en el paseo marítimo de la ciudad. Ya buscarían luego un bolso vacío y viejo que yacía junto a un matorral.


lunes, 17 de febrero de 2020

El baúl

Imagen de Aquí


El baúl de lo viejo está cada vez más vacío, desde que acepté ser la canguro perpetua de los niños del quinto. Dos mellizas de seis años y un crío de dos. Le dije a mi vecina que no tuviera reparos en dejarlos en mi casa, desde que salían de cole hasta su regreso a casa. Me acabo de jubilar y habiendo sido madre en solitario, sé lo difícil que puede ser que te cuiden  a los hijos.

No me importa que vayan desapareciendo los juguetes,  o las ropas viejas, porque ya  tenía pensado donarlos, lo que me molesta es que encerraran al más pequeño cuando se durmió. Su madre y yo le estuvimos buscando y calibrando ir a la policía. Suerte que escuché unos gritos en el cuarto de los trastos. La complicidad de las nenas me están resultando inquietante. Sobre todo cuando afirmaron, pasado nuestro pánico, que yo quería quedarme con su hermano.


domingo, 16 de febrero de 2020

Al alba

Imagen de Internet. 

Cuando vuelas vestido de durazno, cuando ríes con risa de arroz huracanado, cuando para cantar sacudes las arterias y los dientes, la garganta y los dedos,...Neruda escribía a Federico.

El sol de nuevo arranca, 
al filo de  tu mirada, 
e ilumina a contraluz 
tu hoy, engendrado al alba.

sábado, 15 de febrero de 2020

Señor Comisario

Imagen de un local de Madrid

Ahora ya vestido parecía otro. No quedaba rastro de la tela de araña tatuada en el pecho que logró entrever, ni de las rodillas picudas, peleando con sus muslos, ni del aliento en su cogote.  Cómo iba  a reconocer a quien la había atacado  en la bodega.

—No, señorita, la rueda de reconocimiento no podemos hacerla con los hombres desnudos, -dijo el comisario-, pero podemos hacer que hablen, si lo desea.
—No vale la pena. Se limitó a gruñir, y luego, a gemir.

No pudo identificar a su agresor, como era de esperar. Salió de comisaría cabizbaja. No parecían creerla,  a  pesar del parte médico.

Mi participación para la Ser. Más relatos para La Ser

viernes, 14 de febrero de 2020

Amantes del amor


Ellos, los amantes del amor con mermelada de blanca luna, rebuscaban, entre la tinta, las caricias de sus cuerpos aliñados de poesía. Al llegar a la edad de los descansos, sin olvidar amor ni versos, entraron en la sala de mecer los recuerdos, y mirándoles, me quedé en silencio.

jueves, 13 de febrero de 2020

En el bus, en jueves

Imagen de Alfredo, la plaza del Diamante

Siguiendo la iniciativa de Alfredo, mi aportación es la siguiente

Empecé a espiarla por aburrimiento. El trayecto de mi autobús me proporcionaba el tiempo suficiente para escuchar música un buen rato y así, mis ojos tenían la libertad de observar. Me sentaba siempre al final. Sobre algunos de los viajeros  imaginé historias, pero ninguna tan tierna como la que imaginé para ella, mi musa particular.

Siempre tomábamos el mismo bus, y a la misma hora, como otros,  que íbamos al centro desde el extrarradio. Vestía su mirada triste y su libro de bolsillo, y a su paso por  el pasillo traqueteante dejaba un levísimo aroma  a Heno de Pravia. Le inventé una madre enferma y un padre autoritario, estudios por internet y una relación epistolar con amigas de la infancia. 

Pasó el invierno, y un día de primavera, con una falda con flores   y una blusa azul cielo, no encontró un lugar para sentarse si no a mi lado. Cerré los ojos, por miedo a mirarla y asustarla. O asustarme. El bus se averió. A mitad de una rampa y mientras llegaba otro, ahí nos pusimos a hablar. Había acertado con su vida, o eso me dijo,  lo que me sorprendió es que ella había imaginado, con precisión, la mía, acertando incluso en saber que, en las tardes, había hecho docenas de esbozos, con ella leyendo.

miércoles, 12 de febrero de 2020

El árbitro


Imagen de Aquí
El árbitro añadió catorce minutos, totalmente injusto.  Joselín no había hecho cuento cuando le golpearon en el hombro. Ni Javier cuando no acertaba a sacar de línea, es que estaba indeciso. Tampoco el entrenador nos entretuvo con consignas en cada cambio. Mi madre entró al campo, pero porque me sangraba la rodilla.  La verdad es que para una vez que íbamos ganando a La Salle, no queríamos llegar al final. Acabamos por perder, por goleada. Como siempre. Suerte del bocadillo tras la ducha. Porque lo de que lo importantes es participar no se los creen ni los padres.

martes, 11 de febrero de 2020

Calculando


Ante un cálculo complejo, con diatribas, por otro lado,  eternas, en torno al cero y al todo absolutos, me discuto con las coordenadas difusas de tu mirada, con tus universos paralelos, con esas realidades tangentes, o tangenciales, que me muestras o me escondes, y hasta con las máscaras o las prótesis que pruebas conmigo. 

Acabo en la necesidad de  tener en cuenta los infinitesimales matices intermedios de tus labios, de tus manos, de los acordes que exhibes en la guitarra invisible de tu cuerpo.

Y al final, el principio. O vuelta a empezar. Calculando-te, midiendo-te.

Imagen de Aguirrefotox


lunes, 10 de febrero de 2020

Universo de mates para Chema

Imagen de Curiosidades matemáticas

Me haces pensar en los símbolos del bachillerato. El infinito, en alfa, omega. Así como en las realidades tangentes, las integrales y las derivadas de unas clases de mates. Mi espinazo acaba de sufrir un escalofrío al rememorar ese tiempo.  Qué malos ratos de discusiones eternas con el boli, con el cuaderno y  el cartabón. Con la escuadra y el compás.  El pincho perforaba bien pero la varilla de lápiz,  qué redondas tan raras me salían, qué  forma de romperse el grafito. Un día, en mi casa, en uno de esos espasmos que le daba de repente a la puntita redonda de grafito, éste se quebró, saltó desde el papel, y trazando una parábola perfecta, fue a caer en el vaso de leche merendada. Qué risas nos regaló.  

No, si yo leía bien y hasta cantaba entonando, pero esos artefactos me trasladaban a un mundo confuso, repleto de incógnitas por despejar, resultados “irresueltos” y ecuaciones de difícil planteamiento, y de dudosa aplicación. Es por eso que, entre problema y problema, entre "x" y "z",  con la x me transportaba a las aspas del molino de un Quijote leído en las Teresianas, la z, de forma instantánea, me recordaba la película del Zorro,  y hasta las ecuaciones, con su “y” me sugerían pura y llanamente un tirachinas. Ni se me daban los “menos”, ni los “por”, así que en matemáticas, creaba  mundos paralelos en mitad de un paralelepípedo, o tomaba un octaedro regular y lo transformaba en uno mucho mejor. Pensaba en  periscopios  y,  habiendo leído a Verne,  la esfera, con su volumen, me  recordaba a una escafandra.

Luego sonaba el timbre de fin de clase y despertaba, recordando aventuras con incógnitas insondables, hasta la siguiente clase.

domingo, 9 de febrero de 2020

Sin recuerdos importantes

Imagen de Aquí. Síndrome de Diógenes

Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para rellenarlas. La muerte del tío Anselmo nos dejó indiferentes. Llevaba décadas sin haberse relacionado con nadie. Pepe y yo fuimos cargados con maletas, para recoger sus enseres de valor, pero la maraña de objetos viejos, herramientas inútiles, bolsas de ropa de quién sabe qué origen y el hedor a dejadez nos hizo salir del piso,  tapándonos la nariz.

Ante un café,  acabamos por sospechar que su vida, centrada en poseer, no le había dejado espacio para amar. Quién sabe si en la otra vida, sin bolsillos, sería feliz.

Más relatos para La ser

sábado, 8 de febrero de 2020

Sueños son


Porque los deseos se engendran en las almohadas de los sueños. Esos que llegan casi sin avisar. Del hilo de una cometa. De un fragmento de canción. De hilares de fotos sepias. De un vestido en un cajón...y luego la vida enseña, que los sueños, sueños son.

Imagen de Aguirrefotox

viernes, 7 de febrero de 2020

Tendido al sol

Imagen de Aguirrefotox

Dejó su móvil en la almohada, con la nota de despedida. Ana y su mundo de infarto quedaban atrás. Se enredó con un  cabo del velero, y la botavara le dio en el occipucio, como otras veces, pero esta vez, con manos firmes,  agarró el timón y viró a babor y estribor, alternativamente, hasta que recuperó su intrincado rumbo. Mientras surcaba olas de mentira y espumas saladas, también inventadas, cayó en la cuenta de que el mascarón de proa, desgastado por años de intemperie y abandono, estaba deslucido. Consiguió echar el ancla  a dos millas de la costa, se puso las aletas y bajó por  proa hasta la efigie femenina que era el orgullo del velero. La ninfa escotada que ahora lucía fea y desconchada, una vez, no hace tanto, era la envidia de los siete mares conocidos, y de los desconocidos.  Con esmero y paciencia, la fue atusando, de forma que más que limpiarla, parecía, a los ojos profanos, que la acariciaba delicadamente, como si frotando con un paño impregnado en aceite fuera quitando de ella las últimas huellas de una etapa de desencuentro consigo, de laberinto inconcluso y de desamor viciado. Con manos ágiles y amorosas limpió su bella cara, sus cabellos al viento, sus pechos blancos, y en cada gesto ponía tanta dedicación, que esa labor, para otro  quizás rutinaria, se extendió durante unas largas y hermosas horas en que, lejos de sucumbir al cansancio, iba recuperando fuerzas y energías a medida que el mascarón volvía a brillar como antaño.

Cuando acabó, con agujetas en ambos hombros, un hematoma en el tobillo derecho y un hambre de lobo feroz, comió tres latas de fabada y las regó con una cerveza bien fría. Brindó con la mesana por una larga travesía y, como años antes,  tendió al sol su corazón renovado.

jueves, 6 de febrero de 2020

Volando nuevamente

Imagen de KATERINA PLOTNIKOVA


El crucero  se alejaba a velocidad ascendente, envuelto en un coro de algarabía casi infantil. El muelle, desierto desde hacía rato, quedó como testigo ciego de un gesto, desnudo ya de significado. Seguía ahí, moviendo la mano automáticamente, con la certeza de que ésta sí va a ser la última despedida de su primer intento en serio de dejarle ir.  

Los previos ensayos le agarraron sin velocidad de crucero, con espasmos de desaliento, y cierto déficit de autoestima,  pero tras tomar lo que creyó un bebedizo, se supo al fin dueña de sus propias decisiones y, aunque sigue siendo esclava de sus recuerdos, olvidos y rencores, poco a poco va aminorando la velocidad de su mano, y al cabo de un rato ya es capaz de guardarla en el bolsillo. Dió media vuelta al fin, y llegó a saber dónde se encontraban exactamente los límites que crearon sus propios miedo. Entendió,  esta vez sí, que va a llegar a tocar con los dedos la cumbre azarosa, cubierta de espuma, que le fue esquiva hasta el momento. 

Sólo por eso valía la pena esperar a que la niebla se dispersase, a que las corrientes se calmasen y a que sus latidos se serenasen lo suficiente. Cuando, días después,  se enteró de que su amiga Lola le había preparado un té con menta normal y morondo, ya era tarde para regresar a su antiguo estado de cobardía, o a sus cuitas por encontrase a sí misma, dependiendo de él. No volvería a ser la mitad ni la muleta de nadie. No una vez más.

miércoles, 5 de febrero de 2020

Refranes o Paremias en jueves

Proverbios, de Pieter Breughel el Viejo

Siguiendo la iniciativa de La trastienda del pecado, Mag, mi aportación, con cinco refranes, es esta:

Luis eligió a Pedro, el más listo del instituto, para  que le acompañara  a la convocatoria de figurantes para una superproducción. Es que a quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Llegaron en bus hasta el pueblo medieval, tan pronto, que no había indicación alguna de dónde se realizaría. - Quizás no por mucho madrugar amanece más temprano, le dijo Pedro. Decidieron aliviar su desengaño con un bocata de jamón y una Coca-Cola. Porque los duelos, con pan, son menos. Tal vez por los nervios, le causó diarrea, y es que a perro flaco todo son pulgas.  Cuando le hicieron a Luis la foto, con la cara compungida, Pedro, quien estaba a su lado en la cola, aprovechó para que le inmortalizaran a él, a quien llamaron al día siguiente. Porque a río revuelto, ganancia de pescadores.  A la semana de la aventura, Luis estaba recuperado, y Pedro feliz por hacer de figurante en Juego de Tronos. Y es que nunca llueve a gusto de todos.

Cortito. 169 palabras :-)

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lunes, 3 de febrero de 2020

El barco del amor

Imagen de Aquí

Dejando instrucciones a su señora de limpieza, recientemente llegada de su lugar de origen, y soltera de nuevo, se había embarcado en el "Crucero del amor".Como el barco estaba lleno de casados y novios, y ella no quería compromisos,  se había dedicado a conquistar a quienes veía muy solitarios. Calibraba que ser infiel, es ese lugar, denotaba una relación en periodo de ruptura franca, o de soltería, como ella.

Se había sentido mal el segundo día, nada importante. Lo achacó a haber cogido frío, con el tercer amante tal vez. La recluyeron en la enfermería, aislada. El buque atracó en Nápoles, pero no dejaron bajar a tierra a ningún pasajero. Como había tantas actividades a bordo, a nadie pareció importarle, salvo a tres de los hospedados, quienes, a pesar de los avisos de tranquilidad por  megafonía,  rezaban día y noche por no haberse contagiado de un coronavirus de nueva hechura. Disimulaban, en diversas zonas, y mezclándose con la gente,  su preocupación en el barco del terror.

Inspirado en este barco

sábado, 1 de febrero de 2020

En la cocina de los recuerdos

Imagen de Aquí


Empezó a llorar. Primero de lágrima en lágrima. Luego en llanto franco. Intentó atajar la marea con el puño de su blusa. La visión borrosa era molesta, y los recuerdos de la última noche afloraron en su mente, como mantequilla derretida, dejando en carne viva sus temores. Esos besos con sabor a despedida  asolaban sus labios. Esperó, cándidamente, la embestida de unas manos en su cintura, como otras tardes. Lejanas y casi desdibujadas. 

Había nacido otro día. Preparaba su guiso de las buenas nuevas con espíritu  aventurero, pero al fin, la cebolla había ganado la partida. Una vez más.

Texto para Cadena de relatos, de la SerMás relatos para La Ser