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sábado, 28 de abril de 2012

Aroma a canela

http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=i7Kwjq_NhbA


El viento enmarañado  provocó la corriente de aire que dejó la casa alarmada, al perro en estado de alerta y que echó a volar sin rumbo a unos folios sin numerar.  Por un caprichoso azar se abrió abruptamente la puerta justo en el momento en que la ceniza de la varita de incienso caía sobre el quemador de madera.
Sonaba el estruendo de una tormenta en ciernes. Ella se apresuró a cerrar la puerta con ambas manos, notando la tensión de la madera, el pelo danzarín y ese olor dulzón  a primeras y gruesas gotas de lluvia sobre la grava. Cerró con llave y se tranquilizó. El perro bajó las orejas y se dejó acariciar mansamente. 


En esos momentos, en taquicardia aún, y sonando Allevi por todos los rincones de la casa,  había descendido al lado oculto de sí misma, y por un instinto atávico, sus talones la impulsaron a ascender hacia la luz. Cada mitocondria de sus miocitos tomó oxígeno, quemando con él un monosacárido, que le permitió impeler hacia el sol preludiado. Con los matices de luz, el blanco y el negro se transformaban en infinitos gradientes de color, dejando atrás la resaca de esa erudición imprescindible.
Propulsada por la sabia voluntad de su estupidez innata, llegó exactamente donde, objetivamente, no había nada. A ese tiempo de espera en stand by, en que el tiempo y sus coartadas formalizasen una alianza de no agresión.

Mientras las gotas repiqueteaban alegres en las ventanas, hizo el acopio habitual de linternas y velas, por si se cortaba el suministro eléctrico, tomó un trago de rooibos a la naranja  y ordenó de nuevo los papeles en el canto de la mesa. 

Cuando se sentó ante el ordenador, para retomar la impresión del borrador de la Renta el aroma a canela flotaba, casi tangible, por todas las estancias.


Antes de que su cubil la acogiera con terciopelos de Morfeo, quedó prendida, en otra varita de incienso con aroma a canela, la incuestionable  promesa, de que todo lo vivo, estaba destinado, matemáticamente, a su extinción. Incluso el aroma a canela que en vano alargaría su pretensión de acompañar los sueños...en algún momento, dejaría de alegrar, con su estigma, las paredes del dormitorio azul.    

viernes, 27 de abril de 2012

Hallada sin identificar


Se dejó llevar, como la hoja de un árbol de hoja caduca en el otoño, quedándose sin aire en la bajada y aterrizaba ahora, confundida en barro y lluvia, hecha un ovillo, bajo las ramas de un viejo algarrobo. Se incorporó, confirmando que no era un sueño, con sus tejanos empapados, la espalda húmeda y un castañeo en los dientes. En su mano derecha aferraba una pequeña llave, dorada y limpia,  y no tenía nada más. Sin bolso ni mochila, ni móvil ni sosiego, se dispuso a buscar la salida de ese bosque encantado en apariencia, de la única forma que su instinto le ofrecía: siguiendo unas señales en el suelo, escuchando los sonidos del viento de la tarde y guiándose por la luz que aún jugaba a su favor.

En el bolsillo derecho guardó la llave, por si era de alguna caja con cerradura, movió los dedos de los pies y se puso a hacer el camino al andar, como Machado, para si volvía la vista atrás poder ver la senda que nunca se ha de volver a pisar. Le dio por esquivar las lombrices amarillas del suelo  húmedo por el chubasco, las hojas marrones empapadas de agua, llanto y  rocío y se permitió golpear alguna piedra ovalada y grisácea.
Siguió, tensa y alerta, hasta hallar las huellas de un paseante previo,  de botas grandes, seguramente de algún hombre pesado y de caminar presto. Pesado por la hondura en el barrizal y presto por un talón marcado con decisión. El sendero por el bosque brillaba a ratos con reflejos del sol sobre las gotas oscilantes de las ramas y,  por fracciones de segundo, la extraña luz  iluminaba caprichosa la neblina, confiriendo en la nada, la ilusión de unas  imágenes con  textura a sueño por comenzar a dormir.

Calzada con unas náuticas iba colocando cada pie sobre una huella, con la infantil presunción de que nadie encontrara jamás pista alguna sobre su paso por el bosque este Abril. Cuando los ladridos de un perro y unas voces juveniles le indicaron que estaba cerca de algún pueblo fue cuando se preguntó, por primera vez, cómo había llegado allí.

Escribo estas líneas mientras busco acomodo a una llave  primorosa  y reluciente que me entregó una muchacha, de ojos tristes, que apareció ayer cerca de Prades y que aún no hemos conseguido identificar. Hemos hablado con ella. La he escuchado activamente y sin llegar a comprenderla, me ha generado un interés enorme por darle un pronto regreso a su casa y a su vida. Cuando te mira y te ve, con esos ojos tan abiertos y esa cara tan triste no puedes evitar que te inunde un deseo infinito de protegerla. Estamos barajando diversas hipótesis, pero cobra fuerza por momentos, la posible ingesta, voluntaria o no, de alguna sustancia que no hemos sabido detectar aún  en el laboratorio. 

Ella habla de alguien llamado Phil, con h, y parece responder al nombre de Sara. Es alta y delgada, de larga melena marrón y leve acento gallego.  

martes, 24 de abril de 2012

El cisne negro


Luis se enamoró perdidamente de una figura que fue imposible adquirir por más esfuerzos y tiempo que dedicó a convencer al artesano. La ardua búsqueda de esa combinación de elementos, que permitiese ese aspecto único, le había llevado tres años de investigación, de pesquisas que acaban en callejones sin salida y en un distanciamiento progresivo de su familia. Pasó el tiempo, encauzó sus aficiones y su curiosidad en un trabajo que seguía cautivándole y la vida parecía estar en calma, cuando, el azar le llevó a un claustro de un convento, una mañana de Marzo y de forma totalmente accidental, pudo llegar a un secreto que ya no buscaba.  
Cuando al fin pudo obtener la fórmula, casi alquímica, sintió un alivio extraño, a destiempo, pero con sabor a ilusión renacida. Comenzó entonces una minuciosa revisión de artesanos del vidrio, aprobando al fin la pericia de un hombre flaco y veterano, que se cruzó en su camino, en un pequeño taller cercano a Poblet.
La figura del cisne se encargó con la única premisa de usar para su fabricación esa receta perdida, y que confería al cristal la propiedad de mantener una tonalidad base, pero de la que emanaba, con imperceptibles cambios de luz, una arsenal infinito de tonos. Esa peculiaridad iba asociaba a que en su manipulación no se usara más que agua para su conservación y por supuesto, una limpieza exquisita de manos previamente. De no ser sí, el color cambiante y embelesador quedaba convertido en  un gris anodino, hasta lavarla con agua fría nuevamente y secar la pieza con trapos de algodón virgen .
Nunca fue un recurso decorativo, y Eva lo sabía mejor que nadie. No en vano cuando esperaban visitas, la guardaban en la vitrina.
Esa noche aciaga sus manos estaban llenas de polvo del desván. Se sentía derrotada por la envergadura de la tarea de limpieza que había ido postergando. Podía pasar de largo de la pequeña peana con la preciada imagen alegórica en su equilibrio precario. Podía hacer un esfuerzo para vencer al cansancio y lavarse a conciencia, porque, el tacto del vidrio lograba  recomponer toda su tranquilidad en un instante.
Pero no. Cuando la hubo rozado con la yema de su índice, confirmó que ya no estaba en sus manos controlar las fuerzas desatadas, y supo que lamentarse  no cambiaría el resultado del impacto.
Los escasos fragmentos de cristal esparcidos por el suelo, contemplaban atónitos a una mujer desolada. Luis la besó con un amor invencible, y  la noche les encontró planeando otra figura que encargar, que en ningún caso sería la de un cisne negro. 

Nota del autor:
Los pigmentos a utilizar y forma de combinarlos se hallaron descritos en un pergamino, junto a una carta de navegación, en un cofre de madera. 
Actualmente estos documentos están custodiados celosamente en la memoria de un monje octogenario del Monasterio de Montserrat. 

lunes, 16 de abril de 2012

Musas de patio de luces


Retendría el poema entre mis dedos. Nació ligero e impecable entre el alicatado y el mandil, el aroma a orégano y a azul cielo.

Apagué el fuego, busqué en mi disco duro y confirmé, desolada, que lo que creí nacer en mí, era la radio del tercero A.

Los contornos de la musa se esfumaron entre el chup-chup de pasta burbujeante y la tenue levedad de unos acordes. Pasó tan veloz, que el cazamariposas no alcanzó a levantarse entre mis manos.

Pero... quiero pensar que nada que valga la pena es tan efímero.

sábado, 14 de abril de 2012

¿Competencias intangibles?

La oigo en la ducha con el dial en la emisora de toca curro, sin importar la hora y sin pestañeo de calendario.

Se regala una dosis extra de leche corporal con olor a coco y alegría. Se fricciona primorosamente con ella los dedos de los pies para que aguanten, sin perder el paso, la melodía que llegue con cada cara e historia; las manos para no dejar caer las expectativas que depositen en ellas y los bíceps para aguantar el peso de otras cargas sin que las agujetas le devenguen intereses.

Con el sabor a un café y a dos tostadas con mermelada de sonrisas, da un último vistazo al espejo de su alma y un pellizco de colorete a sus pestañas.

Al llegar pasa revista a los espacios, los estados de ánimo, los registros de actividad, los materiales y enseres que conformarán su jornada. Revisa, especialmente, el armario de los sueros isotónicos de manzanas verdes, y el stock de viales de dosis de ataque contra la desesperanza.

Encara entonces el universo de estreno diario con el uniforme y el ánimo a punto. Sus herramientas más preciadas abultan poco: miradas cómplices en el dolor ajeno y oídos libres de prejuicios o tapones.

Y ahí la veo llevando en la batea de acero inoxidable productos varios: guantes de quita y pon para las manos que nunca son de usar y tirar, pomadas y ungüentos contra el desánimo, gasas de esperanza, esparadrapos varios para fijar guiños de empatía, pinzas para agarrase a la vida, desinfectante de miedos, congojas y desasosiegos varios, y algún artefacto por catalogar.

Lleva siempre a mano dos contenedores de residuos: uno rojo para tirar las lágrimas del dolor y los suspiros que alivian, y otro amarillo para los sueños rotos que se han de volver a tejer, y que ha de manipularse con precauciones adicionales.

lunes, 9 de abril de 2012

Experimento II

Las cámaras confirmaron que tras la búsqueda infructuosa de algún ordenador, Eva se quedó sentada en el suelo, apoyando la espalda en la pared Norte, con las piernas flexionadas y observando a sus compañeros.

Quedó grabado cómo Heliodoro medía con sus pasos las dimensiones del habitáculo longitudinal y diagonalmente, sopesaba el microondas y el sofá y se palpaba los bíceps de forma repetida.

Sebastián hizo múltiples intentos de apostar con todos los compañeros, siendo totalmente ignorado y sacaba las monedas del bolsillo derecho del pantalón cada cierto tiempo.

Susana fue filmada continuamente cerca de Luis, en actitud sumisa y arreglándose la falda cada poco tiempo. Se observa un único contacto físico con la mujer rubia, en forma de agacharse y tocarla el hombro izquierdo.

Luis es el único sujeto que mantiene un contacto visual y un acercamiento con todos y cada uno de los compañeros. Combinados con miradas al espejo continuas. Parece responder al rol de macho alfa del grupo.

Pablo se ha ido acercando alternativamente a las hembras, con gestos amables, palmas abiertas y sonrisas profusas.

Lamentablemente, espalda plateada hizo llegar la orden de finalización del trabajo de forma amenazadora e intempestiva. A las 2 horas y 10 minutos del inicio del experimento.

No hemos podido llegar a conclusión alguna, por falta de tiempo. Se distribuyó sedación por el conducto de ventilación, en dosis alarmantes, a juzgar por la rapidez de los desvanecimientos de los sujetos. Mi colega y yo fuimos sacados a la fuerza sin escuchar nuestras quejas ni permitirnos recoger nada.

Desde la playa vimos cómo retiraban a los humanos y, al instante, presenciamos la destrucción del búnker por una explosión controlada.

Ahora mi colaborador y yo estamos en un recinto cerrado, que creemos se halla ubicado en el subterráneo de nuestra Facultad de Antropología. Tal vez llevamos un par de días pero no puedo afirmarlo, ya que nos despojaron de los relojes y no tenemos referencia lumínica alguna. Empezamos a sospechar que nuestro secuestro, no es una detención a la espera de un expediente disciplinario, sino que estemos siendo los sujetos de algún estudio.

Cada vez estamos más convencidos de que heredamos de los humanos la enorme curiosidad por conocer la verdad. Eso pudiera ser el motivo principal de que nuestra especie haya llegado más lejos en la evolución, y quién sabe, si el hecho diferencial que nos hace únicos. Por desgracia, de momento, no podemos confirmar la hipótesis que planteaba en mi tesis.

domingo, 8 de abril de 2012

Experimento

Nadie se había comprometido a tutelar mi proyecto. Alegaban cuestiones éticas y legales.

Me esmeré en la justificación, rescribí la metodología, las variables, el número de la muestra y las condiciones controladas del estudio. El objetivo lo diseñé con tanta meticulosidad que yo mismo no podía pensar en el esfuerzo que el conjunto del proyecto de investigación me iba a llevar.

Cuando al fin aceptaron su puesta en marcha, el trabajo de campo para encontrar a los sujetos del estudio fue agotador. El equipo concluyó en la elección de seis individuos, que no se conocían previamente. Todos ellos con algún problema de adicción social leve, en una franja de edad dentro de la madurez, sin pareja y de clase social media.

Al despertar en el habitáculo, diseñado con todas las medidas de seguridad ISO, y dotado de las máximas comodidades, todos ellos se mostraron sorprendidos. Se preguntaban dónde estaban y por qué. Sólo Eva se puso a chillar al confirmar que la escotilla estaba cerrada. Sin internet no era nadie. Heliodoro confió en su fuerza para intentar hacer girar la manivela, ya que por su vigorexia estaba muy musculado. Sebastián calibró las posibilidades de encontrar otra vía de escape y se apostó la calderilla que llevaba a que antes de media hora encontrarían otra salida. Susana, en pocos minutos tras despertar de la sedación, se puso a disposición de Luis, que le ofrecía su brazo como defensa ante invisibles peligros, sin dejar de observarse en los espejos, que en realidad eran las ventanas de la sala de observación del equipo.

Sólo Pablo permanecía tranquilo, observando a esas dos mujeres y calibrando las posibilidades de tener sexo con cualquiera de ellas, o con ambas.

sábado, 7 de abril de 2012

Sombras chinescas

De Google

Este traslado debía ser el último. Se sintió harto de sentir que un acomodo no es lo mismo que un hogar, harto de que en cada municipio le pidieran documentos diferentes para censarse, pero sobre todo, más que hastiado de ir por la vida sin tener un paisaje que añorar o un destino donde regresar.

Las sucesivas quemas de papeles hicieron ligero el equipaje, pero sobrevivió una cuartilla de papel cuadriculado, amarillenta y doblada, en el libro de texto "Historia del Arte" de COU. Siempre supo que estaba allí.

Buscando la manera de llenar la caja de mudanzas, como siempre, le salió al encuentro el recuerdo de esa chica pecosa. De unas tardes sin fin preñadas de promesas de amor eterno, de miedos y risas, de azúcar y sal.
Releyó, apoyado en la escalera de mano, esas líneas que jamás pudo contestar.

Cuando sientas que el aire que te abraza es tibio
y deja tu piel limpia, fresca e hidratada.
Cuando la luz de la tarde cubra tus verdes ojos
con la luz que acota el bastidor de tus pinceles
y deje desnuda la sombra de mis dedos en tus manos.
Cuando la noche calce tus sienes en nuestra almohada
y se atrevan a vivir en los sueños los deseos que sembraste…
Entonces, sólo entonces, entenderás, amor, hasta qué punto te amé.

Volvió a doblar el papel, confirmando que la tinta había perdido intensidad. Se preguntó una vez más qué habría sido de ella. Y por primera vez echó de menos las sombras chinescas que hacían sus cuerpos, en la pared del único cuarto que sintió su hogar.