Voy desgranando versos
al borde de aquella
orilla,
que me acuna y me
relaja.
que me recuerda ser
agua,
siendo agua estoy viva.
Quien me alienta y
quien me mata.
Mis metáforas marinas
nutren mis
almohadas blancas
como playas tropicales.
Mis versos de
intenso rojo
son remedos de
corales
vistos desde
lontananza.
Sirenas y
barcas varadas,
me miran
esperanzadas.
Los mascarones de
proa,
de mis versos de añoranza,
toman mi mano y mi
pluma
y escribo a mi mar
amada.
Salitre, arena mojada,
mi refugio de
ermitaño
cuando estoy ya
desbordaba.
Me transformo en
caracola
por recomponer mis
alas.
Renazco. Mi mar
aguarda.
Poema oceánico, sin duda. Ese sentimiento poderoso por el mar, que tenéis los de costa, no lo tenemos tan vívido los de interior. Pero al menos nos hacéis participar del sentimiento. Y lo gratificante que tiene que ser saber que esas aguas son las mismas que tocan puertos asiáticos y africanos. Al fin y al cabo fue el mar el que potenció culturas anteriores e introdujo otras nuevas, de cuyas aguas bebemos aún, si energúmenos de los USA no lo impiden para el futuro.
ResponderEliminarEl mar como la luna que es su enamorada nos dejan los mejores poemas, repletos de esa sensibilidad que es innata, esas mareas que nos invaden y nos llenan de poesía. Un besazo, feliz martes
ResponderEliminarLos que tenemos el privilegio de vivir junto al mar entendemos perfectamente ésta belleza de poema.
ResponderEliminarChapó Maripau.
Un beso.
Qué delicia de poema, suena el mar al leerte.
ResponderEliminarAbrazo
Siempre el mar...
ResponderEliminarQué maravilla, Albada.