Siguiendo la propuesta de Neogéminis, sobre algún blog que nos llame la atención no he sabido elegir. Primero pensé en Julian Trujillo porque me encanta, pero me gustan muchos, por eso en este post querría incluir a todos, y es imposible. Vaya un intento :-)
Caía la noche en el extrarradio
de la ciudad. Como vagabundos que somos, empezamos a llegar bajo el puente de
la autovía. Usamos el barril vacío de otras veces, y nos dispusimos a hacer
lumbre por calentarnos las manos, y las almas.
Gabiliante y yo
habíamos llegado los primeros, yo por estar cansada de caminar, él por haber
venido en un artefacto volador de su invención. Pronto llegó Tracycorrecaminos,
con su vestido de volantes a la vuelta de la esquina y sus sabores
andaluces en las manos. Toro salvaje nos había avisado de que llegaría muy
tarde, o no llegaría, porque su Justiniano había devorado, esta vez sí, a la residente
nueva, tan bella que estaba para comérsela. La Autodidacta llegaba con
su mochila de chistes y sus experiencias de vida, aderezadas con matemáticas. La
pinturera llevaba en su carrito maquillajes y consejos de bienestar que había
atesorado por la ciudad de las luces. Esperábamos las crónicas de una soñadora,
quien traía poemas frescos, como pescados allí mismo, quien apareció con Javier
azul y nos deleitaron con un Chante Noir. Como otras noches,
descubrimos que a medida que íbamos llegando, había más y más espacio alrededor
del bidón reciclado. El fuego ya lucía esplendoroso, dejando una cercanía
cálida cuando llegó, en la Hora bruja, Sindel con su borboleta
turquesa. La antorcha de Kraus seguía alumbrando la esquina de los tiempos
pasados, y bajo su luz, nos explicamos lo que habíamos hecho ese día. Todos hablábamos
con el dulce susurro de las palabras, creo que porque temíamos despertar
a los fantasmas del cementerio cercano. Y los que habitaban en nosotros, pobres locos
sin carnet. Eran algo más que palabras y nos arrebujábamos,
cómplices, yo usando mi fular, hecho de imágenes increíbles y versos sin
dobladillos. Contando bajo la lluvia o bajo las estrellas, en verano, nuestras
reuniones sin previo aviso eran esas escapadas de la mente y las rutinas de cada
quien. Eran noches de Pensamientos y devaneos poéticos, en las que,
como microbrevedades, nos repartíamos, como cartas de barajas, los
poemas y las ideas, los abrazos y las admiraciones, sin que jamás hubiera
envidia ni malos deseos. Neogéminis fue de las últimas en llegar esa
noche. Traía imaginación y dibujos, buen hacer y ganitas de compartir.
Los blogueros que faltan en este
texto están mi mente, pero creo que pude explicar cómo nos veo, como errantes
sin patria más allá de la escritura.
Palabras 403. Pido perdón por no dar cabida a todos los amigos blogueros.