Comarruga me da hambre y sueño siempre.
De pequeñas comentábamos esa circunstancia, que nuestra madre
afirmaba, incluso hacia sí misma.
Te ofrecí que vinieras, si podías, y que sería un placer
tenerte con nosotros, por esa sensación real de recargar baterías,
si existe tal concepto en los seres humanos.
De hecho supongo que es porque no hay tráfico. Ni ruidos.
Tampoco consta de comodidades. El apartamento no se ha reformado,
manteniendo el aspecto digno y limpio en pintarlo cada año, y
siempre de blanco, sin notas de color, más que los escasos muebles,y
los cuadros de mi padre en las paredes.
Es como salirse de la ciudad, porque es así, y cambiar el aire
que respiramos, porque el mar está a escasamente cien metros, dando
la seguridad de un horizonte al que puedes mirar siempre, sin temor a
encontrar pared alguna que te frene la mirada, o los deseos de sentir
cómo sale el sol, y cómo se despide, de forma tan íntima, que
puedes creer que es sólo para ti.
No nos entendimos, como es ya lo normal entre tu frecuencia de
expresión y la mía. Llegado el punto en que nuestros dialectos
parecen ser incompresibles entre sí, e incompatibles. Luchar por
hallar un lenguaje común nos ha desgastado en exceso.
Dices que no entiendo nada. Qué verdad. Ahora te agradezco la
ayuda, porque entiendo que estoy aquí, en un planeta donde todo lo
que sucede me importa, pero no lograr entender no me quitará el
sueño. Es mi manera de aceptar que no sirvo para entender, sino para
sentir. Y que mi gato y mi perra pueden hallar puntos de encuentro y
de afecto en la asimetria de su relación, pero nosotros nos
sentenciamos a no hallarlos.
Comarruga es mi marmita de Obelix, donde con pocos instantes me
rehago, me reencuentro, me reconozco y me siento feliz por ser quien
soy.
Sentirse bien no depende del lugar, lo sé, sino de lo que uno
siente en las entrañas, y eso siento. Que quiero rodearme de seres
que emanen la misma ilusión por sentirse feliz que yo, la misma
dicha por estar vivo, y no complicarme en qué no entiendo, sino
centrarme y gozar de lo que sin entender o entendiendo, siento de forma
real, intrínseca y que no quiero renunciar a ello.
Comarruga me dice...sigue latiendo nena, sigue sintiendo que has
nacido para ser feliz. Porque nadie puede obligarte a cuestionar lo que es real para ti.