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jueves, 30 de abril de 2020

Aventura IM-posible, en jueves

Imagen de internet


Siguiendo una  iniciativa de jueves con Mag, la trastienda del pecado. Mi texto es el siguiente. 

Busqué en el cajón, y vi ese mes que iba a tirar a la basura, donde el viaje mil veces soñado de tierra virgen, había quedado en  un limbo de anhelos aplazados, o rotos. El resguardo del viaje vibraba, triste, alicaído.

Nos recogieron en el hotel de San José, para llevarnos hasta la costa, a Guápiles, y más tarde  tomamos una lancha que nos hizo viajar por un sistema de canales naturales. Se atravesaba una vasta extensión de bosque, y el aire olía  a humedad, los verdes eran de una intensidad que te dejaba la mirada teñida de esperanza y vida. Los sonidos de la selva permitían intuir el sonido de la naturaleza primigenia, te hacían sentir lejos de todo lo conocido. El Parque nacional de Tortuguero es un hábitat tan rico, que yo no dejaba de mirar, de aquí a allá, sin poder decidir dónde centrar la visita porque todo era un vergel de posibles descubrimientos, de aventuras tras las lianas, de amaneceres selváticos.

Nos llevaron a la playa a la caída de la tarde. En el grupo sólo yo viajaba en solitario. Mi marido hacía años que no se apuntaba a ver mundo. En esas horas, mientras Rafael, el guía, nos explicaba cosas de las tortugas, de la historia de este país y su apuesta por el turismo sostenible, yo disfrutaba de la línea de la playa, del firmamento estrellado, de los aromas de salitre, de los sonidos del mar.

La experiencia me conmovió, por el esfuerzo de esas hembras. De regreso al hotel, Rafael se mostraba muy amable,  y en la cena se lo montó para sentarse a mi lado. Hablamos  de mil cosas y nos reímos de todo y de nada, dejando la noche, a punto de acabar,    abierta a emociones posibles, y a cantos de sirena, seguramente. 

Sonaba el timbre de la cocina, las lentejas estaban hechas.  Como era de esperar, se estaban pegando al suelo de la cacerola, pero mi viaje de aventura había valido la pena, aun soñando.

Palabras:282. Recordaba el tema de Sabina. ¿Nos han robado el mes de abril ? :-) 



lunes, 27 de abril de 2020

Almendras amargas


Al final del pasillo se abría el estudio de Pilar. Una habitación soleada y con un estilo casi monacal. Siempre que la visité noté, incluso antes de entrar en su santuario, como decía en broma, un aroma a sándalo y a café, si habíamos quedado previamente. Tengo sus llaves desde hace veinte años. Las he usado poco. 

Un silencio anómalo, y un olor a almendras amargas me han acompañado todo el pasillo. Pilar yacía exánime y plácida, con una carta manuscrita de quien, según me dijo, fuera su gran amor. En el suelo, una invitación de boda reverberaba al sol.

Imagen de Aguirrefotox



Para el programa de relatos encadenados, de La Ser, sin ser elegida, pero todo se andará, o no :-) 

sábado, 25 de abril de 2020

Creando a una editora




Le había  gustado mucho, de hecho, los finales agridulces no eran de su agrado, ese sí,  y era  tan bonito, que le gustaría que fuera un libro, para poder tenerlo y leerlo. Ese hatillo de folios mecanografiados en sus manos era como asistir  a un parto. Los hijos traen un pan bajo el brazo, dicen,  y  María hace tiempo que tiene una idea de negocio. Quiere ser editora, y ya he leído otros textos de sus posibles representados,  y nunca se rinde, así que, aun con un final en el queda en el aire el futuro confortable, será una ventaja no añorar  demasiado el mar. Los de secano, como ella, están,  acostumbrados a vivir sin él. Los finales medio imprecisos,  no sabe por qué, tienen una lectura esperanzadora, y es que María  sigue queriendo creer que si hay amor todo es posible, y ella se ha enamorado de una novela inédita.

El mar puede curar, con sol, salitre y espuma, todos los males del alma, y algunos del cuerpo. Ante las olas que lamen la playa desierta, su actitud es como un canto a la esperanza, en tiempos de confinamiento, donde dos seres se enamoran y viven su propia historia de amor. El murmullo del oleaje  como fondo, les une mucho más de lo que parece, ya que dos son almas libres. Ella, ante el mar, sujetando lo que ha decidido publicar cuando pueda,  rezuma amor, compenetración y esperanza. Esos parámetros para sobrellevar el confinamiento con ilusión y sin derrumbarse le son de especial valía. Le queda un suspiro latente y así, enamorada, de la lectura, y  del mar, ya tiene  quien le escriba y, tal vez en un futuro,  una rastra de hijos. Porque pase lo que pase, de todo se sale, se dice.

Después de lo pasado, el posible despido inminente tras la pandemia, será lo menos importante. Habrá otras opciones que le permitirán salir del bache hasta que su editorial vea la luz, pero ha descubierto algo que la mantendrá fuerte, la vida le ha dado una oportunidad, y ha decidido disfrutarla. Tiene en sus manos una historia que demuestra cómo una amistad por internet puede crecer hasta convertirse en un proyecto de vida. Mirando al mar, se queda añorando  los veranos en las playas de la infancia y el contacto físico con las personas amadas, sabiendo que todo regresará. Tiene una imaginación para ver y enlazar la belleza de lo leído, aún fresco en su cabeza, con las imágenes de ese bestseller que llegará a ser,  siendo consciente de que tiene la fuerza para saber que,  sean cuales sean las pruebas que le pongan, siempre saldrá a flote con esos textos que le enviarán los escritores, y donde  siempre dejan  una parte de ellos. Siempre,  y cada día, se deslizará por los textos como quien se lanza por un tobogán. Sabe que hay amor entre las palabras y ella,  y que saldrá adelante. Un acontecimiento, la llegada del manuscrito, es casi como una señal divina, que augura un nuevo mundo, una nueva oportunidad.

La vida en su más pura esencia; aquella que se abre camino, y aquella que sufre y pende de un frágil hilo, será editada por María, y reeditada. Está segura. "Nada se va, hasta que nos haya enseñado lo que necesitamos saber", se dice, cuando el sol asoma por el horizonte marino. Esa romántica historia, que hará pensar que dentro de todo, la vida presenta regalos, más allá de aquello que falta por contar, es el inicio de una nueva vida para ella. En la adversidad es donde uno se crece, lo sabe, y en esta ocasión podrá contar con  el apoyo y toda la fuerza de quien le ha de acompañar en el camino. Es consciente que la vida nunca es de color rosa, que siempre plantea dificultades para que nos mantengamos ocupados. Ese abrazo de la mujer con libro, está teñido de  esperanza, porque mientras ambos se acunan, será más fácil enfrentar lo que venga. ´

La  imagen a contraluz, es un canto a la esperanza, esperanza verde como ese mar que María añoraba aun siendo de secano. Se ha generado, por amor, un ecosistema que abarca todo que lo ocurre en este confinamiento y de lo que ocurrirá más allá. Ojalá perdure el amor por la lectura, y cuando pasen los años,  y llegue a ser una viejita con nietos, pueda contarles cómo salió adelante tras la pandemia de primeros de siglo XXI, se dice. El abrazo al recién nacido, aún desnudo, contiene la fuerza de que el amor todo lo puede en la vida. No importa cómo. Es posible que tenga que superar  los sustos iniciales de un nuevo proyecto. Confiará en Raúl, lector  empedernido y hermano de letras, y con el ingenio y olfato de ambos, este proyecto recién gestado ratificará que arriesgarse ante lo desconocido,  puede ser un paso hacia la felicidad.


Este texto está confeccionado con  los comentarios del post previo, así que gracias, amigos blogueros,   :-) . 

jueves, 23 de abril de 2020

Publicación de un libro, en jueves.



Siguiendo la iniciativa de TRACY correcaminos para "cada jueves un relato", mi propuesta es esta. El tema que propone es la publicación de un libro y para ello nos da unas directrices a seguir.

Título. La mujer de mar.

Tema. La compañía y la añoranza del mar en cuarentena.

Estilo. Narrativa romántica.

Prólogo.  Fragmentos de comentarios de blogueros seguidores, que he ido acomodando  y editando en este texto, a medida que fueron comentando. GRACIAS,   de corazón.
Con ese final agridulce  muy tuyo, que es un sí... pero no, dice Toro. Me gustaría que fuera un libro y poder tenerlo y leerlo, comenta Sandra. Ester, por su parte dice "He leído otros textos de esta misma autora y nunca se rinde", y Alfred con su sentido del  humor advierte que tiene final en el queda en el aire el futuro confortable pero no el sentimental ;). Mi amigo Macondo se atreve a más, y dice que le ha gustado mucho mi argumento, y la originalidad de implicar a los blogueros seguidores. Hasta se ha sacado brillo a la calva, por si me da por sacarle :-) Laura se implica. Un final así medio agridulce, pero que no sé por qué también he sentido esperanzador. Juan L. nos recuerda que el mar puede curar-con sol, salitre y espuma- todos los malos del alma y algunos del cuerpo, mientras que a Amapola Azzul le ha gustado mucho,  Campirela opta por opinar que nos habla de tiempos de confinamiento donde dos personas se enamoran y viven su propia historia de amor. Tracy, la promotora, dice que  rezuma amor, compenetración, esperanza, como los principales parámetros para llevar el confinamiento con ilusión y sin derrumbarse. A Rafael le deja un suspiro latente su lectura,  y a Carmela  le gustaría que siguiera. Mag dice que es una bonita historia con un nexo importante. Arriesgarse ante lo desconocido puede ser un paso hacia la felicidad. Chema sugiere que  nos deja añorando los veranos junto al mar y el contacto físico con las personas amadas, mientras Buscador hace una reseña de la autora: siempre y cada día te deslizas en textos como quién se lanza por tu tobogán de creatividad. Myriam, por último, porque aquí lo dejo, cree que es muy probable que pasados los sustos iniciales, piensen en un nuevo proyecto común.
Me siento muy halagada y feliz por tener lectores tan buena gente. 

Imagen. La que adjunto es una composición hecha con un programa, usando una foto de mi autoría.

Dedicatoria. Dedicado a quienes, aun en este tiempo de confinamiento, no bajan el listón de estar vivos, y de buscar la felicidad, ese estado de ánimo que nos levanta el pulso cuando estamos en equilibrio entre lo que nos llega y lo que queríamos. 

Sinopsis. La cuarentena pilló a una mujer enamorada del mar, lejos de éste. Cuidando a su madre, en Madrid. Conoce por internet a un poeta, quien le empieza  dedicar poemas en un foro de escritura de Facebook. Le pide amistad. Ella no acepta solicitudes  de quien no conozca personalmente, pero cuando le dan los resultados de su prueba de contagio, siendo positivo, acepta. Sólo tiene tos y le pautan tratamiento  domiciliario, pero las dosis de angustia por no contagiar a su madre, la tiene nerviosa. Contactan  privadamente y se intercambian los teléfonos.  
El apartamento de Carlos está en primera línea de mar.  La complicidad y la tristeza de María llevan a que cada noche él se muestre más solícito, más pendiente, más enamorado de hecho. Cada tarde le pasa por wasap una foto de la playa. Vacía siempre, o con algún despistado. A veces con lluvia, a ratos con luna, a instantes con luz. A medida que pasan los días, quedan para conocerse cuando se levante el estado de alarma, que se aplaza por dos veces. Entretanto ella sigue cuidando de la madre, quien sigue bien de salud. La añoranza de María, ahora con el acicate de compartir la playa con alguien que le parece interesante, le hace sentirse vulnerable, pero excitada ante la perspectiva de encontrar una persona especial. Al fin se conocen. Carlos viaja a Madrid, ciudad que apenas conoce, y con ella, recorre los lugares de la infancia de María. Al final conviven en el apartamento de Carlos.

Capítulo cinco y final

Carlos tuvo que reincorporarse  a su trabajo presencial, pero ella seguía de baja, así que, dejando a su madre al cargo de la cuidadora habitual, quien había podido regresar de Bolivia con la apertura de los vuelos, se había instalado en el apartamento de él.
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María escuchó el llavín. Era más pronto de lo esperado. En chanclas  se sentía muy bajita a su lado, pero le abrazó con fuerza, como siempre. Ahora que ambos tenían anticuerpos, no reparaban en arrumacos, en caricias de albahaca, en besos con sal y agua marina. Salieron a la terraza a comer , como cada día, a contemplar la playa bajo el toldo, que ella caminaba temprano. Dejaban a John Denver o a alguna pieza de jazz de fondo.

—Te noto muy guapa, preciosa, qué bien te sienta mi casa-dijo él, sonriendo.

Ella dudó si comunicarle sus sospechas, pero al fin, partiendo un trozo de tomate de la ensalada alzó la vista y acabó por contestar.

—Pues puede ser que me haya sentado tan bien que estuviera embarazada- dijo sonriendo, ya habrá tiempo de decirle que  cuando me den el alta, está por ver si me renuevan el contrato, se  dijo.  Y se dejó abrazar, sabiendo que sus ojos tenían  un brillo especial.

Él se levantó, la rodeó con sus brazos y cerró los ojos. Ya vendrá el momento de decirle que mi empresa va a hacer una reducción de plantilla, pensó.    

Agradecimientos.  A Tracy en especial por haber propuesto este ejercicio de metodología :-), pero sobre  todo a los blogueros, sin cuyas lecturas y comentarios sería una necedad seguir escribiendo en este rinconcito, que quise blanco, que quise  simple, que quise amigable. Gracias, de corazón.

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martes, 21 de abril de 2020

Siete días para Ginebra, Incertidumbres



Me animo a escribir mi semana pasada, para Varietés, de Ginebra, quien propone  "Pregúntate cada día (durante siete días), qué es lo que has hecho, pensado, soñado… que te haya hecho sonreír o sentirte feliz por breve o efímero que haya sido. Un motivo cada día, por el que has decidido no rendirte, secar tus lágrimas y seguir luchando. Un motivo por el que, a pesar de todo, no has parado de reír". Sonreir al menos, me digo yo.

Lunes, con dátiles.

A veces compro fruta en un bazar árabe, de momento no compro carne Halal. Tenían unos envases con dátiles, con su ramita y todo. Como son tan calóricos apenas compro, pero un día es un día, me dije. Los dejé en la mesa de la cocina. Por la tarde fueron cayendo algunos, sí, entre horas. No llegaron al jueves, por cierto, bueno, me dije, más ratito en la elíptica  :-)

Martes, una serie que no creí que sería tan buena.

Noche y día, serie catalana. Me atrapa, por argumento, puesta en escena e interpretación. Iré viendo días posteriores, seguro. Lo constato, me la acabé durante la semana.

Miércoles, chat con un amigo reencontrado.

Lo importante es que está, habiendo superado unas metástasis que pintaban mal. Nos prometemos vernos cuando podamos. Nos enviamos abrazos por telegrama.  A los dos nos gustaba Aute.

Jueves, la música, cómo remueve los recuerdos

Entre Aute, John Denver y su Annie´song,  y mi querido Sabina, que está muy recuperado del batacazo que tuvo, los recuerdos, los buenos, los de tardes lindas y primaveras bajo la falda, van pasando por mi mente, me certifican que todo tiempo es bueno, me reafirman que he vivido, me  refieren hasta qué punto sigo viva
.
Viernes, la familia siempre al quite, siempre al lado.

El wasap de mi familia anda excitado. Todos tenemos pequeñas cosas, bonitas,  que compartir. Sobre todo comidas, algunas casi de gourmet. Yo me conformo con cocinar lo mínimo, pero me salieron unas lentejitas la mar de gloriosas. 

Sábado, me llega un pedido de Decathlon.

Mis camisetas de deporte, dos, y una quedó llena de gotas de pintura, estaban para jubilarse.  Me llegó el pedido de tres, de diferentes formatos y dos pantalones cortos deportivos.  

Domingo, habría sido un cumpleaños.

Mi madre habría cumplido 94 primaveras. Hace justo diez años. Se fue tan de repente, que no nos despedimos, pero se fue en paz. Yo, que odiaba tanto algunas costumbres o manías suyas, ahora me sorprendo con las mismas que ella. No hay tristeza, sólo dulzura en los recuerdos. Alguna vez he pensado en qué suerte tuvo, por no ver alguna cosa que nos sucedió, era muy madraza.

domingo, 19 de abril de 2020

En el desguace

Imagen de la película IA, Inteligencia Artificial de 2001

Los desguazabots ya venían de camino, nos habían descubierto. Tras la montaña de coches espachurrados del desguace de la ciudad, Mara y yo nos miramos. Ella temblaba, seguramente por el tajo que casi cercenaba su cabeza, y yo, con una pierna a rastras, tampoco podía pensar con claridad. Los destructores eran cuatro, de última generación. 

En un desesperado intento por distraerlos, me arranqué la pierna, hasta atarla a la cola del perro del lugar. Fue divertido verles perseguir al can, hasta que, sin previo aviso, la bola metálica se soltó sobre nuestras cabezas, y la luz de Mara se apagó, ante mi propia desconexión.

Texto para La Ser, relatos en cadenaMás relatos para La Ser

sábado, 18 de abril de 2020

Don Pepón

Imagen de Internet


Tomi había entrado en los cincuenta con pocas ganas de aventurar el futuro tras dos fracasos sentimentales. Tal vez existían los príncipes, pero a mí me han tocado las ranas, se decía, eso sí, con una sonrisa franca.
Con su hija ya independiente, lo del confinamiento le pilló con un grupo de amigas importante, de esas de confianza, de esas que no caducan, cómplices en lo bueno y en lo malo, pero se acabaron los vermuts en el chino, las quedadas de una cervecita más de un finde, y en general, por mucho que internet le permitía contactos audiovisuales, empezó a sentirse sola al cuarto día de cuarentena. Sin mascota, que eso será muy bonito pero dan mucho trabajo-decía-, como tenía tiempo y materiales,  se dispuso a confeccionar un compañero de piso. Hoy, ilusionada, lo ha presentado al grupo de wasap, le llama Pepón.
—Tomi, ¿cómo lo llevas, guapa?
—Bien, me he confeccionado a Pepón, mejor dicho don Pepón, que me ha salido calladito. No me discute ni me lleva contraria, ahora os lo presento. Y tú Rosa, ¿Cómo vas?
—Fatal de la perola. Sólo me faltaba llevar 35 días con mi marido y mi hija. Esto ya es para cumn laude  Capaz que me enamore de nuevo, o le tire por la ventana J, es broma
—María, cómo vas tú guapetona.
—Muy tranquila, pero a  ver si nos presentas a  don Pepón, Tomi
—Es la primera pareja que tengo que me deja ser quien soy, y ni se molesta si le grito. Anda que si lo llego a pensar…antes lo habría creado J
No tendrá mucho glamour pero ¿a que es simpático?- pregunta su creadora


miércoles, 15 de abril de 2020

Afrodita y Mara Laira, en jueves

Imagen del blog de Demihurgo

Siguiendo un iniciativa de Demiurgo de Hurlingham, un jueves, un relato me uno con poquita fe, pero con voluntad. Ha creado un universo, al que llama Mar-verso, donde el personaje central es esta Mara Laira, quien  es locutora, en ese mundo cibernético, y donde aparecen diversos personajes, todos sin infancia, como AFRODITA. Como ella, nacen adultos, y son como super personajes nacidos de su fructífera imaginación.  

En la segunda época del Renacimiento, el afamado Dr Spit presentó una vacuna para erradicar la violencia. Una sustancia que provocaba algo así como felicidad y placer. La denominaron de una manera científica, pero la gente la llamó  la "vacuna del amor". Los Gobiernos, incluido del de Mara-verso, se apuntaron a inocular a sus ciudadanos, y con ello el índice su delincuencia bajó a cotas insospechadas. Todo iba  bien, el Universo de Mara estaba en paz, cosa que no solía suceder, y pareciera que la vida se había vuelto aburrida incluso.

No se sabe de dónde, un virus de nueva confección fue diseminado en el agua potable, y con él se anulaba a la vacuna del amor. Era altamente contagioso, para más incordio de los Gobiernos,  o para mejor interés de los fabricantes de armas. Afrodita, salida de la espuma del mar, fue   llevada ante los micrófonos de Mara, al saberse que era el amor personificado.

—Usted sostiene que la vacuna del amor no se inactiva por ningún nuevo virus ¿cómo es eso? - preguntó la locutora de radio más famosa del ciberespacio.
—Lo sostengo porque de donde vengo, la Grecia mitológica, sabemos que el amor, cuando se instala en el corazón de los hombres, y de los dioses, nunca se evapora.  
—¿Pero cómo  explica el nuevo aumento de la delincuencia, de los odios y los conflictos?
—Porque basta con generar la duda del amor para empezar a odiar. Por cierto Mara, tú eres consciente de que sufres el Síndrome de Afrodita ¿no?
—Pues no sabría decirte, sé que el placer con un hombre es lo que busco, una y otra vez, pero luego ellos se niegan a comprometerse, y eso me frustra una barbaridad.
—Eso podemos arreglarlo, Mara, confía en mí- dijo Afrodita, posando su mano por el escote de la locutora, quien, de manera instantánea, supo que estaba por vivir la historia de amor más real de toda la mitología espacial

Salió medio largo, 323 palabras, pero ahí queda. 

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martes, 14 de abril de 2020

El maniquí

Imagen de Aquí

Su preferido. Dice que cualquier cosa que me ponga me queda sensacional, como a la figura que hace de galán  de noche en nuestro dormitorio. Si alguna vez tuve complejo de piel de naranja, o de pecho caído, con él desaparece. Mi autoestima se eleva como un globo aerostático cuando me mira. Con esa pérdida de visión cada vez más acelerada, un día, tal vez, no le podré excitar desde lejos. Hoy, por su cumpleaños, posaré ante él con el conjunto de ropa interior de blonda y pedrería, su favorito. A ver si esta vez no se abraza al maniquí.

Mi texto para la participación de La Ser, relatos en cadena,


sábado, 11 de abril de 2020

Un instante del confinamiento, para María Dorada


María, en su Pluma de cristal propone capturar un instante de este confinamiento, y esa mañana fue especial. La comparto, a sabiendas que fotos de la superluna hay miles mejores, pero esta es la mía.

Del martes al miércoles, la luna debía estar muy cerca de la Tierra, lo que sin duda dejaría ver un disco más grande de lo habitual. Lo habían advertido y ahí estaba yo, mirando por verla salir desde las ocho de la noche. Había nubes y me cansé de mirar. “Mañana me pongo a mirar de nuevo, antes de que salga el sol, así la veré, me dije”.  

Como suelo madrugar, no fue problema. Subí al terrado y mirando al sur me quedaba el sol saliendo por el este, y al girar la cabeza, una luna casi llena y que quería retirarse ya, por el oeste, me sonreía. Al frente tenía el mar lejano, y que no pude ver, pero que suelo visitar. Seguro  que saludaba al astro rey, guiñando un ojo a la luna, que, cercana y bella, le había dado la serenata de un noche irrepetible de abril.

jueves, 9 de abril de 2020

Señales equívocas, en jueves

Imagen de Internet

Siguiendo una iniciativa de Dorotea, señales equívocas, esta es mi propuesta, basada en un wasap:

Para salvaguardar el confinamiento, los tres habitantes del piso pusieron una señal en el pasilo, de dirección obligatoria, señalando la terraza, como lugar de salida, para sentarse y tomar el aire. Se comunican con wasap para, en lo posible, no coincidir, ni en cocina, ni en el lavabo o en la terraza, muy solicitada y pequeña. En el comedor importa poco porque es grande.

— ¿Alguien se ha engordado?-pregunta María, sobre las siete de la tarde.
—Yo no sé, llevo pantalón con gomas. Tiré la báscula hace unos años- dice Lola
—Tremendo lo que está pasando, ¿aprenderemos algo con todo esto?, bueno, el que quede- añade María
—Cómo que el que quede, los que queden, querrás decir-añade Gabi
—Digo bien.  El que quede, porque sólo quedará él-se defiende María
—Pues si sólo quedará uno, seguirá en aislamiento igual-responde Gabi
— Será el dueño de todo, no sería justo- opina María
—Pero estaría solo, en aislamiento
—Nooo, estaría solo y saldría de casa. Vería todo vacío, pero saldría, pasando de nuestra señal.
—Saldría, pero con los pantalones apretándole la cintura, seguro-remata Lola
—Daos prisa, que son casi las ocho y hoy quiero ver a la vecina del octavo, que cada día   cambia de modelito. Me pido primera-dice María.
—Pues yo segunda- dice Lola,  notando cómo la goma de la cinturilla le va apretando un poco más que ayer
—Vale, yo el último como siempre-dice Gabi resignado de mentirijillas, porque está feliz  por tener tan excelentes compañeras de piso

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martes, 7 de abril de 2020

Cartas sin destino


Qué soledad en la hora postrera, qué desamparo de sus deudos y amigos, qué de cartas desde el otro lado no se estarán escribiendo, teñidas en lágrimas, y que llegarían al alma de quien queda, calmando un poco la dolorosa ausencia súbita . Se han perdido, se han traspapelado, se han evaporado.

Y cuántas cartas de este lado, que no llegaron a tiempo de despedir al viajero en este viaje, en estos tiempos, tan parcos en gestos y tan duros de roer.


lunes, 6 de abril de 2020

Venganzas

Imagen de @vlaskuzmin y se titula "wall". Tomada de Bic naranja

Pereira ya lo había dicho en cada vermut de empresa: perdonaba pero no olvidaba. Cuando le vi acercarse a la puerta del gerente, el día previo al confinamiento , intuí la venganza. Sólo yo fui testigo del instante en el que mi comentario mordaz le había herido su orgullo, hace tres años, a cuenta de una salida de lavabo, donde supuse se había "consolado". El metódico Pereira había reunido suficientes pruebas de mis fallos, que, sin ser graves, daban un punto de duda sobre mi magnífico expediente. 

Hoy me han comunicado mi despido, con la socorrida excusa de este parón de la empresa por el coronavirus. Lo que no sabe mi exjefe es que he vigilado su casa, a él  y a su familia, tal vez con menos  precisión y meticulosidad  que él a mis quehaceres laborales. He acumulado suficientes horas de imágenes suyas con Raquel, la de Recursos Humanos, y de su adolescente hijo haciendo vandalismo por toda la ciudad, como para pensar qué hacer con ellas.

jueves, 2 de abril de 2020

Desde mi ventana, en jueves

Imagen del muro de A way to Blue
Siguiendo una iniciativa de Molí del Canyer, " Desde mi ventana, la vida sigue", mi propuesta es esta:

La veía desde mi ventana, cada mañana, con esa luz del alba tan potente y arrasadora ,para todo lo que no brilla, centrada en ella. Llevo diez años amaneciendo con la mujer que, tras el cristal,  ensimismada, dejaba volar mi imaginación. Qué pensará, me he dicho, qué vida llevará, me he preguntado miles de veces. Con ella he organizado dos personajes de novela.  Ambos solitarios, como ella, ambos con mundo ocultos, y  que se no permiten sacar al exterior. Eso sí, cuando sacan de paseo su mundo interno,  son de los que no dejan títere con cabeza, nunca mejor dicho.

Sí, mi personaje último, el de la psicópata que, aprovechando la invisibilidad de camarera reponedora de café, decide asesinar a quienes, desde la atalaya de su imperturbabilidad, considera culpables, está inspirado en ella. En el frío de esta ciudad de rascacielos, donde las palomas y yo rendimos culto a admirar su gélida belleza, hoy hay muy poca gente por las calles. No sé si a las palomas les importa, tal vez sí, porque no les tiran comida. A mí me importa cada instante en el que miro hacia el bar de la esquina, buscando inspiración y esa sensación de escribir para alguien,  y la esquina,  y mi vida, están  aún más muertas, sin ella.



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