En mi mano, tus dedos de pianista,
tu visión de la blancura impoluta
de una pastilla de ilusión
En tus manos mis pechos.
En las de ambos, el reloj
contador de nuestros besos
sin descontarse ni un momento.
En tu mano, en la palma de tu mano,
mi cara arrebolada y sonriente
descansando de tus labios,
de tus ganas y mis ansias.
En mis manos la lluvia que te sacia.
En tus manos el fuego que me enciende.
La duración de cada instante
colgando, sin remedio, en nuestras manos.