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sábado, 20 de septiembre de 2025

La prisión de los olvidos.

De Lecturalia

He dibujado tu cara, con más pena que gloria. 
Con un carboncillo que dormía en un plumier olvidado.
He hecho un boceto y he mirado mis manos. 
Mis dedos artrósicos me traicionan 
o los  recuerdos se me  confunden entre los verdugones de los años.

Una cara que ahora encuentro ajena, 
me mira desde  un bloc  
Arranco el mamarracho, 
quedando pedacitos en la espiral metálica.  
Esa espiral, tan superior,  con su vertical visión del mundo. La
que divide la realidad de lo que sucedió.
Hago un esfuerzo para arrancar con precisión 
los fragmentos perforados de este intento de dibujo. 
Para desincrustar con ellos los últimos retazos de ese recuerdo confuso.

Quedo exhausto y pensativo 
con un dolor derramando  escarcha 
entre las falanges y esa instantánea de dos jóvenes 
asomados a una noche cuajada de estrellas.

Yace en la mesa de la cocina una bola de  papel, 
junto a la caja de calmantes y frente a un plato de loza.
Los recuerdos van derramándose 
entre los azulejos hasta desaparecer, en esta prisión de los olvidos.




Mañana, en el café de la esquina, intentaré volver a recordarte, a recuperar las líneas de tu torso mientras cocinabas cantando... esa canción, sí esa. Que ahora no recuerdo.