Qué duro es imaginar
una mesa de a diario
cuando en la calle se escucha
la alegría del vecindario.
Las luces de navidades
Iluminando la estancia
del plato con macarrones
sin sabor y sin sustancia.
Dónde quedaron los hijos
dónde la mujer querida,
los proyectos, los anhelos,
o esa ración de alegría.
No dejo de pensar en él.
En su soledad estas noches,
en los recuerdos hirvientes
y los cuantiosos reproches.
Si conociera su rostro,
si supiera dónde vive
le invitaría a mi mesa
brindándole algo que anime.
Tal vez un cómo estás.
Un cómo dormiste hoy
Una sonrisa en mi cara,
o un espérame, que voy.
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