Nadie se había comprometido a tutelar mi proyecto. Alegaban cuestiones éticas y legales.
Me esmeré en la justificación, rescribí la metodología, las variables, el número de la muestra y las condiciones controladas del estudio. El objetivo lo diseñé con tanta meticulosidad que yo mismo no podía pensar en el esfuerzo que el conjunto del proyecto de investigación me iba a llevar.
Cuando al fin aceptaron su puesta en marcha, el trabajo de campo para encontrar a los sujetos del estudio fue agotador. El equipo concluyó en la elección de seis individuos, que no se conocían previamente. Todos ellos con algún problema de adicción social leve, en una franja de edad dentro de la madurez, sin pareja y de clase social media.
Al despertar en el habitáculo, diseñado con todas las medidas de seguridad ISO, y dotado de las máximas comodidades, todos ellos se mostraron sorprendidos. Se preguntaban dónde estaban y por qué. Sólo Eva se puso a chillar al confirmar que la escotilla estaba cerrada. Sin internet no era nadie. Heliodoro confió en su fuerza para intentar hacer girar la manivela, ya que por su vigorexia estaba muy musculado. Sebastián calibró las posibilidades de encontrar otra vía de escape y se apostó la calderilla que llevaba a que antes de media hora encontrarían otra salida. Susana, en pocos minutos tras despertar de la sedación, se puso a disposición de Luis, que le ofrecía su brazo como defensa ante invisibles peligros, sin dejar de observarse en los espejos, que en realidad eran las ventanas de la sala de observación del equipo.
Sólo Pablo permanecía tranquilo, observando a esas dos mujeres y calibrando las posibilidades de tener sexo con cualquiera de ellas, o con ambas.
Bueno, me faltan detalles para poder opinar. Por ejemplo, si los encerrados sabían previamente que los iban a encerrar, pues digo yo que no se someterían voluntarios sin ninguna explicación (imagino que los que aspiran a ir al Gran Hermano ya saben que aquello es la mierda que es, claro está). Pues bien, presuponiendo todo eso, creo que le doy unos puntos a Pablo, que es el único que se mantiene sereno para "calmar" a las nerviosas compañeras, todo un acto de buen compañerismo, jajaja :-)
ResponderEliminarUn abrazoteeeee... y besos
Gracias por tu lectura, Luis.
ResponderEliminarSin ánimo de hacer trampas, el texto siguió escribiéndose, dando lugar a un segundo y final capítulo.
Que, espero te guste.
Un abrazo.