Ya no buscaría a nadie como él con sus trinos. Agotó en su corona de espinos el único amor que había tenido. Y muerta de amor había elegido, un sucedáneo del mismo, sin dolor ni compromisos.
Quería escapar en un barco de piratas, que en el mar de las Antillas la invitasen a natillas y olvidasen las bravatas. Quería nadar entre las aguas, vestida de trufa y nata, entre encandiladas olas de azul. Mecida entre gaviotas, y arrullándose de tul...
Y él la llevará... porque ella se dejará llevar. Su mano en el antebrazo, su corazón de corsario y un seguro de coche por renovar. Hasta la sal y la nada. Entre un siempre y un quizás luego. Entre su agua y su propio fuego. Se derretirán cual ensalada, de una soledad callada, que inventarán cada noche, asomándose en su escote de algas y mar salada.
La llevará de la mano, entre estatuas de romanos, cántaros de barro huidos en un mar de los perdidos besos para no dormir. Entre caracolas de noches y de magnolias, prendidas en escarpelos de nácar, sueños y ajonjolí.
En la playa de ese mar de las Antillas, entre fuegos de artificieros, con son de mar, marinero, desnudarán el alma al alba. Despojarán los mantras, de toda voz conocida. Y entrelazadas las piernas, de roja arcilla, alunizarán de forma aún no descrita. Ecos de una maravilla, que quedó por descubrir, enterrada en el baúl de esa antigualla, que no supieron abrir.
Surcaran, anticipándose a las olas que intentan retenerlos en la playa del olvido, el mar de la aventura, que les proporcionará la escapada perfecta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un mero ejercicio jocoso entre natillas de la nevera, oyendo el mar y algún tema.
EliminarLa escapada perfecta siempre acaba siendo la inesperada, la no prevista, la más difícil de haber planeado.
Un abrazo de escapista, vestida de olas y percal azul.
Me ha recordado la experiencia que he tenido con mi hija este verano. Ella aprendiendo a bucear cogida en mi brazo "experto". ¡Que vidión más increible ver bajo el mar su expresión de admiración! Juntos, los dos respirando a través de un tubo descubriendo a los peces que nos saludaban con asombro. Todo un mundo nuevo el subacuático que ahora empieza a descubrir. ¡Una gozada!
ResponderEliminarBesotes salados con escamas multicolores
Me parece maravilloso. El mar, la mar para ser exactos, nos depara un universo de sensaciones que no son posibles en tierra. Con los hijos, en el vano intento de darles nuestros ojos, acabamos por mirar desde los suyos. Y eso es lo maravilloso, creo.
EliminarUn abrazo alicatado de agua salada y guiños de sol bajo el agua.