Campo de amapolas Van Gogh |
Me ensimismaba por los campos de trigo, o cebada, o lo que quieran ser esas plantas gramíneas que inundaban los recodos de la carretera escarpada. Esa que nos llevaba a la casa de campo que alquilábamos en el verano.
Como siempre, me quedaba prendada de las amapolas que salpicaban la mirada. Me quedaba absorta con su levedad. Su color sangrante. Su esperanza. Con esos, sus estambres negros, entre los iluminados pétalos. Su alegría.
Florero con margaritas y amapolas, presto para subastarse, de Van Gogh |
Luego, con el pan bajo el brazo me empeñaba en reseguir las sílabas de los botes de la alacena de estantes de madera, con esa cenefa de tela de cuadros azules y blancos. Con mi dedo iba leyendo, desde el Arroz hasta la Valeriana, sobre las letras góticas casi despintadas por esas décadas de uso cotidiano.
Cuando llegábamos a esa planta tranquilizante, los dedos de ambos se habían tocado. Porque tras de mí, acompañabas mis manos, para, casi a diario, seguir luego los caminos de la piel por recorrer sin prisas. Justo antes de tomar esa infusión de té que olía a naranja en tu boca, y a canela en la mía.
¿Dónde quedó mi afán por mirar sin cortar jamás una amapola?.Dónde duerme tu sonrisa cuando te explicaba que Van Gogh captaba lo que yo sentía?
¿Dónde reposa ese acabar enroscados bajo la mesa de la cocina, entre dos gallinas?...¿recuerdas?, esas que jamás sabremos cómo entraban, por ver cómo la vida estaba más allá del gallo que cantaba, peripuesto, la puesta en escena de las mañanas.
Las gallinas cluecas, que con sus andares presumidos, sacaban al gallo de quicio y se presentaban, a ver el esfuerzo de los humanos por reconocerse, más allá de un campo de cebada salpicado de amapolas.
ResponderEliminarUn beso.
Esas gallinas un poquito animando el día..pero en la cocina. Ya se sabe, que van a su aire ellas. El gallo canta que es un primor, pero luego la vida que huele a vida..como que son ellas quienes las llenan!.
EliminarUn beso.
"La vida huele a vida... " salpicada de ardorosas amapolas y de albadas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias. Me gustan las amapolas. Son esas flores tan necias, verdad?...y qué de color y de ansia nos regalan para adornar de vida, a la vida. Humildes, efímeras...pero potentes.
EliminarUn abrazo.
Yo conozco una amapola muy divertida.
ResponderEliminarEs azzul.
Besos.
Es un color que sin duda alegraría los campos de gramíneas...de forma muy divertida. Le das un abrazzo pues!
EliminarUn beso.
Me gustó el texto, muy evocativo y sentimental, pero ¿por qué las amapolas son flores necias?
ResponderEliminarSe consideran malas hierbas, hierbajos...porque no aportan nada. Por eso las llamo necias, pero como queda patente, para mí no lo son, porque me reportan alegría, salpicaduras de color en la monotonía de un paisaje, y muchas sensaciones encontradas. Quise poner el ramo, en contraposición con lo efímero que representa las amapolas.
EliminarLo efímero o lo duradero...siempre en función de quien lo percibe de una u otra forma, A mi juicio. Un cordial saludo. ...
Ya quisiera yo ver un campo,
Eliminarcubierto de amapolas.
¿Qué aportan? belleza, creo,
que no por efímeras son menos hermosas.
Qué aportan, qué regalan?
EliminarBellas chiribitas rojas
que nos alegran el alma.
Un cordial saludo.
La amapola con toda su simpleza es una de las flores más llamativas del campo. Bien entrelazada la entrada del blog.
ResponderEliminarSaludos.
A mí es que me encantan. Serán efímeras y molestará a los agricultores, pero cómo negar que son como el confeti de la fiestas!.
EliminarUn saludo, y gracias por comentar.
La nitidez de estos recuerdos infantiles no los borra el formateador más poderoso. Otra cosa es lo que sucedió anteayer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esos recuerdos, infantiles en tu caso, están pintados con amapolas y tal vez con arena en las zapatillas, o mercromina en las rodillas, entre gallinas que corretear.
EliminarUn abrazo.