Translate

martes, 29 de octubre de 2013

Soltero y sin compromiso

Obra al óleo de Ramiro Ramirez
Julio tenía una máxima: una mujer para cada aspecto de la vida.

Así era, en efecto. Cuando se instaló en la nueva ciudad que le acogía, conoció a una mujer interesante, culta y con buen humor, cuya relación se basaba en los gustos comunes, ya fuese el teatro, la arquitectura, o esa pasión por Gaudí casi enfermiza que ambos compartían  Tuvieron la suerte de conocerse en pleno apogeo de la vitalidad de Madrid y hablaban a menudo de la propuesta de Barcelona para el 92, donde, por azares del destino, él acabó residiendo. 


Ella dejaba claro desde el primer momento estar casada y ser feliz en su matrimonio con un invidente adorable y tierno, que era su razón de ser. No se quitaba la alianza grabada con dos nombres separados por un punto.

Lucía era consciente de su suerte al poder afirmar que ninguna persona, hombre o mujer, podría competir con la sensación de sus manos y su voz grave. Juan era ese marido que se mostraba siempre amante, siempre generoso, y defensor a ultranza de que ella disfrutara de sus aficiones, que compartían sólo en parte.

Los amigos charlaban de mil cosas, pasando tardes enteras hablando de todo y de nada, hasta que él recordaba la hora que era, la de ir a buscar a Juan, viendo cómo su mirada se llenaba de alegría al saberse cercana a volver a los brazos del único amor que tenía y tendría.

Para la cama le gustaban las mujeres bonitas, armoniosas y alejadas de la veintena, pues considera que a esa edad andan aún perdidas en un campo de minas hormonal que a menudo desencadena discusiones sobre cosas evidentes, o dejan de percibir el estorbo de otras, así que no mezclaba la charla con la cama.

Sí, claro...cómo no, gustaba de la carne firme y de la pasión juvenil que no encuentra momento para dejar los juegos amorosos, pero no se le pasaba por la cabeza mantener una relación con jóvenes atractivas, más que la basada en premisas de química y química, sin física y sin haber encontrado ninguna jovencita  que valiera cambiar de opinión.

Para una relación que pudiera llevar al matrimonio,  aún era incapaz de imaginar, ni podía pensar en tipo alguno de mujer. No había tenido el gusto de haberla conocido, por lo que cuando se  jactaba de seguir “soltero, pero no entero”, como decía al presentarse, era totalmente sincero y honesto en su definición.

El tiempo diría si había una mujer en algún lugar, que pudiera combinar lo importante:que fuera posible la fusión entre aficiones compartidas y la belleza en la cama de un ser de cuatro brazos aullando a la luna un amor con garantías.
Pecado original, de Modesto Trigo, díptico


Entretanto, cuidaba su cuerpo para que no le traicionase su miedo a la soledad al llegar a una edad, en que el espejo le mostrase a un hombre con pocos fondos en su cuenta corriente del juego del amor.

8 comentarios:

  1. Ahora, con la perspectiva del tiempo pasado me doy cuenta de que eso del matrimonio es una gran trampa...

    Pero claro, a ninguno de los casados le gusta leerlo.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Toro, que los que hay que compran un número de la lotería...y va y les sale el premio gordo. Hay quien compra muchos y nos le toca.
      Tanta literatura para el amor acaba por hacer ver que seguramente, ni existe, porque si no la ciencia ya habría biopsiado no?

      Un beso.

      Eliminar
  2. Con o sin matrimonio, la buena relación en la pareja, es una cuestión de voluntades, la de ser y dejar ser, cada uno con su personalidad y juntos formando otra común, y funciona mientras queramos.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que das en el clavo cuando dices mientras queramos. Yo la verdad es que creo que hay factor suerte, y otro de cutivo.

      Un abrazo.

      Eliminar
    2. No te quepa la menor duda, las relaciones se van formando y conformando a través del tiempo, y de cómo las cultivemos.
      Un abrazo.

      Eliminar
    3. Las parejas que cumplen las bodas de oro, que por motivos laborales me son familiares, afirman lo que tú apuntan, de cómo las cesiones alternas, y la busca de resolver conflictos desde el respeto nutren la relación.

      Llegan a parecerse en las expresiones faciales y todo. Dime tú si el mimetismo no puede llegar lejos! Pero las hay que, seamos francas, son la gran estafa del llamado amor.

      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Hola observadora
    Hoy me he atrevido a entrar en este espacio de pulcritud y recogimiento. He leído el relato.

    También cabe la posibilidad de que todos los protagonistas de la historia sean felices, cada uno a su manera.

    No me atrevo a entrar en el complicado y delicado mundo de las relaciones humanas y sus sentimientos, pero tengo una cosa clara. Tenemos la obligación de ser felices.

    Cada cual debe elegir un camino y andar, siendo fieles a nosotros mismos y haciendo el mínimo daño posible. Caeremos, pero nos volveremos a levantar, es humano, incluso tropezaremos dos veces en la misma piedra, es humano, pero nos levantaremos y volveremos a andar. Y siempre andando, un día, encontraremos la felicidad y aquel día no la soltaremos. Conservar la felicidad, es un arte, pero también se aprende, forma parte del camino, siempre andando.
    Espero no haber sido un rollo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un lujo recibirte en esta, tu casa. Yo no me atrevo a entrar tampoco en el laberinto de las relaciones. Lo que supongo que intento hacer son instantáneas de un estado, de una situación, o sensación entre seres humanos, aunque te advierto. Por este rinconcillo se encuentra de todo.

      Me fascina que afirmes, como quien dijere: " la felicidad es la ausencia del dolor", que estamos obligados a serlo.
      Porque opino que tenemos la obligación de intentarlo siempre, sobre todo cuando las cosas se ponen crudas y el miedo o le dolor nos atenaza.

      Puedes ir en pantuflas por acá, mi rincón limpio donde dejo ir palomas de letras

      Un cordial saludo y bienvenido. .

      Eliminar

Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.