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miércoles, 13 de marzo de 2013

Dragón de la aurora tibia

Imagen de Internet


Huyó del paraíso. 
Por una acequia de papeles de colores, 
rumbo a un mar de no retorno.
Sobre un barco papel.

Cuadriculado.
Imperfecto.
Húmedo y escorado.

Llegó a una isla desierta, 
donde un volcán parecía dormir
entre un intenso azul, 
de espátula pintado, 
con tibias hebras de blanca luna. 
Como paisaje de sueño, en paspartú enmarcado.

Quedó dormida sobre la arena.
Esa perlada de rayos tibios de sol en rama.
Soñó con un dragón gentil, de alas muy cortas. 
Armado de  esos dientes que disfrazaban sonrisas de caracolas.


Quiso enamorarla... 
con palabras de aroma a rosa, 
pero el fuego salió raudo, 
dejándola muda y ...absorta.


Ahora, que ha despertado, 
sabe lo que la provoca el dragón de tibio aliento. 
Ese enamorado de la aurora: tempestades de sueños por tejer
y marejadas de un fuego, que jamás creyó prendido.


4 comentarios:

  1. Amores inciertos, de los que provocan recuerdos, de sensaciones extrañas y sueños ardorosos, los que no se olvidan y recrean con placer.
    La calma tras la tempestad, no nos aparta del fuego que el rayo despierta en nosotros.
    Nos queda muy adentro y quisiéramos recuperarlo con la misma pasión.

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    1. no, no salió mi contestación. Te decía que yo escribo sin más. Gracias por comentar. Si sé de qué hablo...te lo digo!

      Un abrazo.

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  2. Esa que nunca acaba de poderse guardar intacta. Loca. Incendiaria e incendiada.
    El rayo en un estallido, deja iluminado el cielo. Tal vez lo que nos deja deslumbrados es lo que uno intuye ver en la claridad que produce alrededor. Y no se nada. No tengo ni idea, la verdad. Escribí y ya.

    Un abrazo y gracias.

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  3. La llama loca incendiaria de la boca del dragón, tenía tal vez la intención de desatar la cuerda de la mujer atada a una torre.

    Pero yo también escribí. Y ya. Un saludo.

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Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.