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sábado, 28 de noviembre de 2015

El escritor de feria

Lamento la escasa luz, con flash salía el reflejo :-)

Para Daniel, lo de las letras fue un descubrimiento que le abrió a un mundo por descubrir y a miles por inventar. Bueno, eso lo es para todos, pero su caso era especial

Escribir se convirtió en su sueño desde que las letras se le descubrieron como fijas de scrabble pero con colores. De tal modo, que poco después de los seis años, y con su caligrafía ligada de estreno, escribió él solo su primera carta a los Reyes. Les pedía letras de colores, que ensamblaría luego como piezas de Lego muchas tardes, tras hacer sus deberes y jugar con su hermana Lola. Sus majestades habían tenido trabajo para encontrar esos cubos con letras que constituyeron su juguete más querido.

Llegó la adolescencia, y con su Harry Potter leído una y otra vez, se enfrascaba en componer magia con las palabras. Inventaba algunas que le parecían faltar para expresar sensaciones. Catalogaba las palabras por sílabas y por fonemas, por colores al pronunciarlas y por el aroma que desprendían al leerlas en voz alta.

Una noche de tormenta soñó que quedaba atrapado entre las paredes de una jaula de cristal.  Con una pluma en la mano, y la imaginación en ristre había de mantenerse quieto, hasta que con una moneda permitía que se pusiera en marcha el mecanismo que le permitía mover su brazo derecho, bajar un poco la cabeza, e ir escribiendo textos, que acababan por salir de una ranura cuando acababa el tiempo estipulado.

Infeliz e impotente, a ratos se preguntaba dónde habrían quedado su familia, y sus amigos, y su mundo de verdad, pero la tristeza se aplacaba cuando podía escribir lo que iba creado en su mente, que con los años, de haber podido, hubiera llegado a ser una novela de más de mil páginas.

Cada visitante se llevaba un fragmento de la gran obra que ya estaba redactada en su mente, y de alguna forma, esa constancia de su paso por la literatura, aunque precario y fragmentado, le concedían algo de felicidad.

Llegó un aciago día en el que cambaron las monedas del país. Veía impotente cómo intentaban  introducir un círculo de metal más grande que el carril de las monedas que habían instalado en su máquina. No podía mover su brazo. Lloraba sin lágrimas, y gritaba sin voz.

Algún estúpido se había olvidado de que él también tenía derecho a vivir.

13 comentarios:

  1. Triste destino del escribidor mercenario, que vende su obra en pequeño formato, por unas monedas caducadas.
    Besos.

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    1. Es un cuento triste, para un personaje que nacía reluciente, reverberando alegría para las letras.

      Un beso

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  2. Daniel era especial en el sueño de su mundo de letras entre colores, imaginación e ilusiones.

    Un placer leerte mi querida Albada.

    Un beso muy dulce de seda.

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    1. Como polichinelas de feria, hay escritores que encuentran en una caja hermética su oasis , pero no quise jugar a la metáfora.

      El mundo de las letras es ilimitado, como sabemos, y es lo que nos fascina.. Un beso, dulce María

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  3. Qué bonito.
    Dichosos euros.
    Un abrazo.

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    1. Cachis...a Daniel el escritor de cuentos por palabras se vino fatal :-)

      Un abrazo

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  4. En Francia (creo que en Francia) han instalado en el metro una máquina expendedora de... microcuentos! Y es gratuita. Creo que sería un buen destino para tu personaje. Abrazos!

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    1. Vamos a tener que decirle al dueño de la máquina que estudie un traslado urgente, y ya puestos, cambien los rieles de las monedas a unas de uso corriente.

      Un abrazo

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  5. Escribir siempre abre horizontes aunque las circunstancias los cierren o dificulten.Pero, a veces es el mismo escritor que se encierra en su jaula de cristal o su escritura queda condicionada a cosas ajenas y se vuelve mecánica. Solo la creatividad, la libertad de mente es fuente de inspiración.

    No pensabas en metáforas, pero yo he percibido algo así.

    Ya sabes que los lectores somos así.
    Un abrazo.

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    1. Es que realidad a veces supera la ficción. recuerdo cómo se ha escrito, por ejemplo, la continuación de la saga de "los hombres que no amaban a las mujeres", tras la muerte del autor de la trilogía.

      Ha de ser duro ser títere de quien paga porque tu escribas. Y coincido también en que hay quien se aloja en torres de marfil, quedando a salvo de lo cotidiano de la vida, y sólo escucha su propio mundo sobredimensionado,

      Yo en parte...no pensaba en metáforas, tampoco :-). Un abrazo

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  6. Bienvenido Julio David. Entiendo por bloqueo la parálisis creativa externa, porque no existe la interna. y ahí te doy la razón. Raro que no se bloqueara :-)

    Un saludo

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  7. Qué bueno relato, Albada:

    Discurre en dos planos. El plano de lo real y el alegórico. Has sabido describir con magia y maestría la soledad del escritor de fondo. Muy interesante tu modo de abordar el tema. Y el personaje es insólito, pero muy real al mismo tiempo.

    Gracias por compartir. Felicitaciones.
    Un fuerte abrazo
    Ana

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    1. Ese autómata estaba en Montjuich, y le vi en las Ramblas, en una sala de exposiciones. Actuaba con monedas, que provocaban que pareciera que escribía, y salía luego un pequeño texto por una ranura.

      Era un atentación pensar que un escribidor estuviera atrapado en ese espacio. No sé si conseguí plasmar lo que él sentía. Un abrazo, Ana

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Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.