Estas imágenes son del Aquarium de Barcelona, donde estuve
hace poco, y que he recordado. Por el silencio.
El silencio, aunque no sea tal para los peces, para nosotros
es atronador. Cuando un
ser querido se va, queda ese vacío, silencioso, que invade los rincones del alma
tras dejarte los lugares de más trasiego tan yermos como eriales.
Se van. A veces los seres más queridos se van. Cuando llega
la hora, la puntual parca se los lleva. A veces con ruidos de goteros, a veces
con ruidos de caídas de laderas, o de hierros en las carreteras.
Qué fácil decir que era su destino, qué simple oír que era su
hora y que nos dejan pero se quedan. Así. En ese silencio que cuesta de llenar
con sonidos ajenos a su voz, o a su risa. El silencio poblado de flashes, de
fotos, de instantes que uno sabe que no regresarán jamás. Y ese jamás no se
puede comprender, ni aceptar.
Nos enloquece. Nos rompe. Nos aniquila.
Nos subleva. Nos pone a prueba. Nos irrita.
En el silencio
del fondo del mar,
corales y pececillos buscan aliento,
para llenar el espacio
de impostados goces
para seguir viviendo.
De sonrisas tan forzadas que duelen las
mandíbulas.
De palabras de teórica aceptación que nunca es aceptar.
De instantes prendidos por siempre entre las clavículas.
De llanto contenido, siempre por desalambrar.
La vida sigue, claro, siempre sigue, aún en el silencio del fondo el mar.
Ese silencio es desgarrador mi querida Albada , las lágrimas gritan, las entrañas sollozan de dolor, es tal el dolor que ni con palabras sabría explicar lo que se siente .
ResponderEliminarHace una semana una persona apreciado se fue, ya era muy mayor, pero el dolor es el mismo, lloré y lloré, y no me salían ni palabras porque mis ojos se bañan entre lluvia de lágrimas y mi interior hablaba por mi, me sentí muy mal y ese vacío y ese silencio no lo llena nadie.
Muy bonita tu entrada con esas preciosas imágenes.
Un beso enorme.
Sí, hay esos vacíos que uno no entiende, que te llenan de silencio en la voz, y de lágrimas, externas o no, el corazón.
EliminarEs la vida, ya se sabe, cuando la edad ha preparado la partida, y duele una barbaridad, así que si es forma súbita o temprana, parece una broma cruel. Un beso, dulce María
Nos sabemos las palabras que hay que decir y las decimos con la mejor de las intenciones, pero no nos sirven cuando tenemos que decírnoslas a nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto. Uno sabe lo que puede decir, pero también entiende que no hay nada que pueda taponar la herida de los latidos detenidos cuando hay que asumir la realidad de las partidas.
EliminarUn abrazo
La muerte ha presidido toda mi vida.
ResponderEliminarTodo lo que he aprendido, vivido, experimentado, sentido, amado... siempre me pareció relativo ante la descomunal y sobrecogedora presencia de la muerte.
Todo le rinde pleitesía.
Besos.
Yo tiendo a pensar que lo que se ha vivido, sembrado, amado, penado y gozado es el único equipaje que al final de los finales uno se lleva consigo. Para yoda la eternidad, consigo. Por mucho que los que se quedan sientan tanto desgarro, el que deja de poder gozar y penar...ese sí que desaprovechó lo no vivido.
EliminarUn beso
Desgarradora la partida de un ser querido. Yo perdí a mi compañero el 11 de noviembre de 2006. Se fue de pronto, sin avisar. De un infarto de miocardio. No estaba enfermo. Tenía 54 años y yo 45. Todo fue oscuro y desgarrador. Luego poco a poco aprendí a continuar sin esa persona. Pero cuesta. Y todavía hoy le veo en los árboles, en los pájaros, en los lugares que frecuentábamos.
ResponderEliminarUn abrazo en el silencio...
Hay partidas tan de repente, que nos desgarran el alma. Luego hay que aprender a vivir otra vida, sin esa persona, y cuesta, ya lo creo.
EliminarUn abrazo
Bella entrada que he vuelto a leer.
ResponderEliminarUn beso
Muchas gracias, Ana.
EliminarPor un bonito día. Un abrazo