Translate

jueves, 15 de octubre de 2015

Arengas en púlpito inventado

Humilde escalera con artefactos para repintar farolas.

El moro que habla solo es un personaje del barrio como la señora que, a escondidas, da de comer a las palomas, o la que, también con disimulo, deja comida a los gatos que viven tras una tapia  de un solar que nunca vi dejar de serlo y que, cada ciertos años, nos regala por encima de sus muros con plantas que se hicieron árboles.

Este tipo es un personaje bastante reciente. Imagino que llegó coincidiendo con la inmigración de este colectivo étnico del norte de Marruecos, y quien, tal vez, se encontraba  entre sus hombres solos, pero que no supe percibir. Bien es cierto que ahora tengo más tiempo para observar detalles del barrio que antes no podía, así que no puedo afirmar que sea tan reciente como yo creo recordar.

Los moros de mi barrio hablan con un tono de voz muy potente y agudo, tanto hombres, que a en su mayoría van vestidos de manera europea, como las mujeres, quienes no dejan dudas, con su pañuelo, de su procedencia.

Este señor viste normal y más o menos limpio, pero habla solo. Al principio buscaba yo a un interlocutor, llámese teléfono que uno no ve, o persona en otra acera, pero no hay tal persona jamás. Le veo sentado, en diferentes lugares, pero como destino principal tiene un banco de un parque cercano, o un poyo de cemento que da pie a una plazuela. Donde también da el sol bastantes horas.

A veces se le nota disgustado. A veces simplemente habla, tal cual. Como no entiendo ni un comino de árabe, o bereber en este caso, creo, no sé qué dice. No le entiendo, ni le he entendido, ni llegaré a entenderle. Sólo el ademán y tono puedo observar, así que renuncio a imaginar con quiénes se pelea, o a quiénes convence, pero ahora que lo he asimilado como parte del paisaje, me da lo mismo, la verdad.

Alguna vez, no sé por qué, me recuerda  a un Quijote, desafiando a molinos invisibles, pero hoy le visto con otra imagen. Esta mañana, en el parque de siempre, había una escalera, de madera, imagino que para repintar una farola, ya que los cachivaches al pie así lo han hecho pensar.

La he fotografiado, porque me ha parecido anecdótica, tan pedestre ella, así como pragmático y simple me ha parecido el tema del repintado de artefactos de un parque.

Mi sorpresa ha sido mayúscula, cuando le he visto aproximarse, charlando bajito, y veo que al llegar cerca de la escalera, su cara ha cambiado, como su tono, y en un santiamén se ha encaramado a la escala de medio pelo o tribuna de pantalón corto, para iniciar una arenga.

Esa cantinela jalonada de gestos, con buenos cambios de inflexión de voz, que poco a poco he ido dejando atrás, al alejarme del parque y dejar que otros sonidos, hoy el de unos niños en hilera tomados de la mano de dos en dos, en este caso, me inundaran la mañana de promesas por ver florecer, sin arengas.


10 comentarios:

  1. Parece que tiene ínfulas de orador como si estuviera en el corner inglés del Hyde Park, soltando una perorata a las palomas.
    Muy logrado.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Igual explica las mejores lecciones de física cuántica. Nunca podré saberlo, pero la verdad es que es un personaje curioso, cuando menos...peculiar.

      Un beso

      Eliminar
  2. A mí también me ha recordado a las arengas del Speakers' Corner

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En parte era la intención. Pero en zapatillas de estar por casa.

      Un beso

      Eliminar
  3. Arengas me ha llenado de motivaciones y pensamientos colaterales, que incluyen el Hyde Park, ese parque londinense donde los ingleses que quieren hacer una protesta se encaraman a una simple silla, una rústica banqueta,que el indignado súbdito inglés toma por estrado y realiza su arenga destinada a los presentes. Cordiales saludos, Albada Dos !!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esa era la visión novedosa que me llamó la atención, la de Hyde Park, donde hace no sé, tal vez mil años, observé un cajón boca abajo donde se encaramaba un flemático tipo a quien tampoco entendí.

      Mal asunto la torre de Babel, porque el idioma común no separa, y a esa inmensa universalidad de los sentimientos entre las personas es la que deberíamos atender. Un abrazo, Beatriz.

      Eliminar
  4. Un rato que tengas tiempo, creo que deberías aprender árabe. No puedes dejarnos con esta curiosidad.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. He hecho dos cursos de árabe, ambos coincidiendo con la llegada masiva de magrebíes en Cataluña, sobre 2005, creo recordar. Lo que me que quedó claro es que su escritura con tinta y una caña afilada es una belleza. Porque construí mi pluma y constaté lo difícil que es escribir árabe.

      Ya llego tarde para más cursos para intentar entender lo que no conseguí en mi empeño. Y tal vez, superado el inglés, me decantara por el chino. :-)

      Un abrazo

      Eliminar
    2. Yo tengo un curso de árabe aprobado, pero solo recuerdo las tres primeras letras del alfabeto.
      Un abrazo.

      Eliminar
    3. Pues los m´´ios eran cursillos, tipo taller, el primero de lso cuales me dejó la escritura y su belleza experimentada, y el segundo los mejores cuscús que haya ayudado a preparar. Tal vez perdí, cómo no, los apuntes de fonética pero lo que toqué...sí que en parte me ha quedado, que siempre es un consuelo, y algunas palabras, como una docena, no más!

      Un abrazo, Macondo.

      Eliminar

Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.