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viernes, 30 de octubre de 2015

Escultor de arcilla lunar

Detalle de Eros y Psique, de Antonio Canova
Pronto permitirán que reciba visitas. Los martes y jueves, de cuatro a seis, en el patio interior de un pabellón del Pere Mata.

Daniel había trabajado duro en su botijo de cerámica, hasta dar con una forma de trabajar la arcilla que, tras pasar por un horno especial que había mejorado con sus propias manos, consiguió emocionarle.

Animado por el efecto de la presentación de la obra, en la que tras poner agua por el orificio mayor, ésta se convirtió en una hilera de pañuelos anudados unos a otros, de variopintos colores, decidió concentrase en su obra maestra, largamente soñada.

En primer lugar atacó  la mole de arcilla, con la magia de sus manos amorosas, remarcando y delimitando las caderas y el vientre. Posteriormente le llevó días acertar con la forma, tamaño y textura de los pechos, para  darse al fin una noche de respiro antes de acometer  el cincelado  de la cabeza de esa mujer.

Cuando al fin, tras trabajar sin descanso por dos días, puso sus labios sobre los de la estatua yaciente en una la tarima improvisada con palets, la cara se le iluminó con una sonrisa amplia,  se desabrochó la camisa y abrió hasta arriba la persiana del balconcillo de su estudio, para ofrecer su pecho al sol. 

Sujetándose a la barandilla, con el pelo enmarañado, desafiando a dos palmeras y a la ley de la gravedad, le vieron dar saltitos, le escucharon reír como un loco, entrando y saliendo de un quinto piso, cada vez más agitado. Cuando se puso a gritar repetidamente,- “la encontré, la encontré”, el señor de bar de abajo llamó a la guardia urbana.

Los policías le encontraron, tras forzar la puerta, a cuyas llamadas no atendió, acariciando sonriente a una mujer oscura, que dos agentes vestidos de azul juraron, en privado, haber visto estremecerse.

Dice la prensa que en el edificio llevan días escuchando sonidos en el ático que habitara un estudiante de tercero de Bellas Artes. Ese joven que se ganaba unos euros haciendo juegos de prestidigitador en estaciones de tren, y retratos rápidos en el paseo marítimo de Calafell. La noticia añade que las dos palomas blancas que hallaron en el piso, ya están en el Refugi de animales abandonados del Baix Camp, 

En el barrio hay quien afirma que ven sombras en la noche. Unos dicen que de una mujer desnuda, y otros que de aves volando. En el bar de abajo nadie cree que sea otra cosa que el ulular del viento sobre la cortina de un balcón entreabierto.

Y es que  otoño es una estación de desvaríos, la mayoría de los cuales, sin causa concreta y sin espacio en noticiario alguno.  



6 comentarios:

  1. Que tendrá el otoño que nos trae melancolía, haceres locos, poetas tristes y artistas eufóricos que devienen carne de sanatorio.
    Un beso.

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    1. Es que el otoño tiene esa temperatura intermedia donde todo es posible, y uno, sin querer, se aferra a los momentos vividos, de euforia o locura, que igual van unidas, quién sabe

      Un beso

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  2. Fabuloso relato. De antología.

    Te felicito
    Abrazos

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    1. Eres muy amable y benévola con tus comentarios. Es, tal vez, que ponga unas pizcas de sentimientos y sueños a los textos, en general. Porque los hago bastante bestias también :-)

      Un abrazo

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Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.