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Hace tiempo que me vienen confundiendo
con Victor del Árbol, lo cual me halaga, porque le considero guapo y sobre todo, un buen escritor. Ayer
un señor entró en el café donde yo tomaba un café con hielo, matando el rato ante mi tablet. Leía el correo sin prisas porque hasta la noche no regresaba mi mujer con el chaval, y el tipo se dirigió directamente hacia mí tras mirarme a través del cristal, desde el exterior del bar. Pidió permiso paras sentarse.
¿Puedo?, me preguntó, de un modo humilde, como pidiendo de verdad mi aprobación
Claro, le
contesté.
Usted es ese escritor de novelas
tremebundas, ¿verdad?. Esa tal Victor del Premio Nadal, a que sí?
Se confunde. No soy Víctor ni soy
escritor, pero me halaga.
Ya imagino que le molesta que se le
entretenga, tal vez está usted imaginando una historia de esas que quitan el
hambre, con tanta sangre y tan malos instintos.
No, es que no soy él. Sólo es eso, le dije cortante, porque hace dos
años una mujer se empeñó en que sí lo era y me explicó una historia de su niñez
con dos asesinatos aún sin resolver, convencida de que ofreciéndome esos
recuerdos, yo los usaría para escribir una novela.
Ya imaginé que no querría escucharme.
Dicen que es usted un borde y ya veo que tienen razón, dijo mientras se
levantaba de la silla que ya había ocupado frente a mí.
No sé por qué, de pronto, al ver el
cuello gastado de su polo azul, y esos pantalones desfasados, una cierta piedad
hizo que le sujetara de su brazo y le invitara, con un gesto, a sentarse
nuevamente. Le pregunté qué tomaría y pedí otro café con hielo para él. Saqué
una libreta que acababa de comprar para mi hijo, de papel cuadriculado, y me dispuse
a hacer ver que tomaba notas, con lo que se animó y su cara expresó una alegría inmensa. Era un paripé que empecé por no desalentar al tipo, o por aburrimiento. Dudo mucho, no, muchísimo, que los escritores se avengan a escribir sobre historias que les cuenten, aunque sé que se inspiran, como es lógico, en situaciones que han vivido de cerca. A medida que me iba situando dejé de hacer como que le prestaba atención para de verdad prestarle toda mi atención. Lector de diarios habitual, me pude situar más o menos en los acontecimientos que me narraba.
Mi interés iba creciendo, y mis notas eran con una letra más clara, porque ya no pretendía hacer casi garabatos, sino anotaciones que poder interpretar con precisión, ya que su historia, vivida muy de cerca, era inquietante cuanto menos. A las
seis de la tarde, en vista de que el hombre del polo azul seguía con la narración
de la historia de una desaparición ocurrida en Barcelona hace cinco años, y en circunstancias
rocambolescas, pedí unos bocadillos de jamón y dos cervezas.
Nos despedimos, con la ilusión
por su parte de ver una novela regalada a mis brazos por él y con la duda de qué hacer
con las notas por la mía.
Ahora he de dejarles. No soy
escritor ni pretendo ganar un premio Nadal, pero tengo el hilo conductor de una
novela policíaca, y tal vez el perfil del autor de tal delito, así que empezaré
una novela, donde un tipo de polo azul se ve inmerso en la desaparición de una mujer
rubia, hija de un empresario bien conocido de la ciudad condal, que fue
secuestrada, pagado el rescate y que nunca jamás apareció. Luego, cuando acabe las primeras páginas, ya iré con mi hijo a comprar otra libreta, para él.
Al final le gustó eso de meterse en el papel... Besotes!!
ResponderEliminarCreo que se empapó de la historia del tipo de azul. La realidad en ocasiones, supera a la ficción
EliminarUn abrazo
La mujer del no escritor. ¿Qué edad tiene?
ResponderEliminar;)
Un beso.
La del no escritor estaba viva, pero estaría bien saber qué edad y qué aspecto tiene o tenía la mujer del tipo de azul :-)
EliminarUn beso y feliz finde, Alfred
El afán de protagonismo de la gente no tiene límites.
ResponderEliminarMuy verosímil.
Un abrazo.
Es verosímil. El no escritor se anima a dejarse confundir con un famoso y bien pagado escritor. De ahí a ponerse a escribir la novela, puede haber sólo un paso, o una tarde en un café matando el tiempo :-)
EliminarUn abrazo
Es la vanidad, la maldita vanidad que todo el mundo tiene.
ResponderEliminarBesos.
Sentirse admirado, por una tarde, a quién no le gusta, ¿no?. Es muy humano, aunque no se pretenda ser escritor.
EliminarUn beso
A veces, la inspiración, tiene caminos muy insospechados.
ResponderEliminarUn abrazo.
la inspiración llega de las formas más tontas. Es verdad. Aquí el tipo de azul dejó descargado el carro de una historia de la que creía saber los entresijos
EliminarUn abrazo
Sí escribe ese libro h tiene éxito todo sera por el hombre de polo azul .
ResponderEliminarMe a gustado mucho este relato .
Besos de flor .
Imagino que no lo llevará a cabo, pero la tarde le resulta de lo más entretenida. Vaya uno saber si lo que le cuentan es pura leyenda o fruto de lo que ha vivido quien te lo cuenta.
EliminarUn abrazote
Pues sabes , como me dejaste con esa intriga , fui a conocer al escritor Víctor del Árbol , y la verdad es que tiene unos libros muy interesantes , ya que veo que tiene una gran variedad de géneros , no es como otros escritores que se encasillan en un solo genero , gracias por tu recomendación , y ahora con su permiso me voy a dormir la siesta , besos de Sábado por la tarde , flor. ;)
ResponderEliminarLeí tres de los cuatro libros publicados por él. De corrido, claro. Te sorprende mucho en un primer momento. Me alegro te haya motivado a buscar al autor. Un abrazote y buena tarde para tí.
EliminarUn relato que me ha encantado.
ResponderEliminarMagnífico.
Como curiosidad, casi policiaca, apuntar el misterio de la no publicación de su novela "El abismo de los sueños", que fuera en 2008 finalista del premio Fernando Lara.
Un abrazo.
Gracias. Pues sí, es una curiosidad para una novela finalista. Seguramente el por qué sería un argumento novelesco. Hay novelas que tal vez no deban ver la luz. Quién sabe. :-)
EliminarUn abrazo Pitt
¡Qué bonito relato! :)
ResponderEliminarSiempre es posible empezar la aventura literaria por caprichos del azar. Este tipo tal vez se ponga a ello tras escuchar al que narra una historia un tanto rocambolesca.
EliminarGracias, Silvia. Un abrazo grande
Buenísimo tu relato, me ha encantado!
ResponderEliminarMuchos besos.
Me alegro mucho, Sakkarah. Disfrutar escribiendo es siempre un regalo.
EliminarMuchos besos y feliz miércoles
Vaya manera de sentir piedad y de sentirse admirado... Un relato muy interesante y con un muy buen final... Besos al alma y feliz jornada
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado, Paula. Gracias por leerme.
EliminarUn abrazo grande y feliz viernes
Al final, el desenlace habre camino para seguir con total libertad esa historia y hasta engancha la trama para continuar de la forma mas inesperada...
ResponderEliminarUn saludo
Nunca sabremos si el protagonista en efecto sigue las pistas que el lector ofrece, pero sin duda el argumento para una novela sí lo tiene.
EliminarUn saludo y feliz viernes
Yo creo que a todos les gusta sentirse admirado aunque sea por un rato, aunque cuando se vuelve a la realidad como se suele decir; "mi gozo en un pozo". Aunque también los hay que comenzando como tu protagonista han llegado muy lejos.
ResponderEliminarBesos Albada.
Creo en muchas novelas que hay siempre un poco de la propia vida, de la de los que uno conoce tal vez. No tenemos vidas tan interesantes, pero las hay, y quién sabe cuántas novelas empezaron con confidencias.
EliminarBesos, Rafael y feliz domingo