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jueves, 14 de junio de 2012

Tropezando con las sombras

Te vi la otra tarde, y por no poder controlar mis latidos, tomé la bocacalle que se abría a mi paso.

Ibas solo y parecías pensar casi en voz alta.
                            Lejano y abstraído. Tal vez estando.


Cuando tropecé hoy contigo, al girar la plaza, hemos dicho " perdón" a la vez y hemos seguido caminado.



Yo no me giré por ver si me mirabas, pero sentí tus ojos en mi espalda, como en las noches de Abril. Aquellas en las que afirmabas que nada iluminaba la oscuridad como mi piel desnuda bajo la luz de la luna.

Recompuse los papeles en mi brazo , la cinta de mi bolso sobre mi hombro, caminé digna siguiendo una línea recta indiscutible por la acera y seguí mi camino a la oficina.

Entre los pentagramas que dibujas en el aire y las gafas que claman revisión, pudiera ser que ni me vieses.

 Ignoro si tú te giraste a mirarme.            
        O si quisiste decirme algo.
               Igual... ni me conociste.

7 comentarios:

  1. Tropezar con las sombras del recuerdo, es algo que sucede muy a menudo, sobre todo cuando pasamos por los lugares donde quedaron huella.

    Excelente relato, Albada.

    Me gustó mucho!

    Abrazos alados.

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    1. Gracias por tu lectura Diana.
      Nunca sabremos si él se percató de su cruce de caminos. Ni si la miró alejarse.

      Un abrazo.

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  2. Entre los pentagramas que dibujas en el aire y las gafas que claman revisión, pudiera ser que ni me vieses.

    Ignoro si tú te giraste a mirarme.
    O si quisiste decirme algo. Igual... ni me conociste.

    fantástico, Albada...me ha encantado

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    1. Gracias Helena.
      Tal vez ni era él el hombre con el que tropecé.
      Igual.. sólo usaba la misma marca de colonia.

      Un abrazo.

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  3. Los aromas pueden traicionarnos, a veces en una sala oscura y llena de gente, nos dirijimos con excesiva familiaridad a un desconocido, que aprovecha la confusión.
    Un abrazo Albada.

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    1. Bueno, las colonias y aftershaves, imagino que como los perfumes, pueden jugar malas pasadas y provocar una confusión de los sentidos.

      Un abrazo. Y aprovecho para poner la foto del Viena, en la Plaza ecuestre del Gral. Prim. A cincuenta metros escasos de la calle fotografiada. Que es una plaza pequeñita y preciosa.

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  4. Cuanto nos perdemos por tan poco. ¿Porqué tenemos miedo. Tanto nos hieren que nos escondemos de nuestros propios sentimientos, de su reconocimiento? Es dificil cambiar, pero hay que intentarlo.
    Un besote bien sonoro ¡Que se oiga bien alto!

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Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.