Imagen de Kristina Makeeva |
Yo iba en mi Citroën muy despacio, entre otras cosas porque el aguacero dejaba a mi limpiaparabrisas casi inútil. Había bastantes coches detenidos, esperando, imagino, que la lluvia torrencial nos diera una tregua, pero si yo me paraba del todo, interrumpiría el tráfico aún más.
Cuando el semáforo, que todavía funcionaba, se puso en rojo, la mancha clara de una mujer con paraguas se hizo reconocible. Lola, me dije. Mi amor por olvidar. La mujer que se me escapa entre los dedos como arena de una playa, y que no supe retener.
Estaba apostada bajo una farola del Paseo de Gracia, con el paraguas negro por fuera y con nubes blancas entre un azul cielo por dentro.
Su melena rubia, siempre cuidada, ahora se aplastaba, húmeda y lacia rodeando
su cara pálida y sus labios rosados. Sus zapatos de tacón dejaban ver el
empeine inmerso en un charco, aunque parecía que no le importaba. Ni pareció importarle que el coche al que yo seguía dejase ir un súbito chubasco lateral hacia su
gabardina beige y su bolso en bandolera. La vi chorreando agua, y lágrimas, y desazón.
No
dudé en abrir mi ventanilla y llamarla. Le costó escucharme. De hecho, me
pareció que estaba en alguno de los universos lejanos donde solía acudir ante acontecimientos que .no acababa de entender, pero acabó por verme y su mirada
adquirió vida.
Torció aún más su cabeza,
dejándola por completo descubierta y se acercó. No pude convencerla de que
subiera al coche. Mis ojos no podían desprenderse de la imagen de desamparo que desprendía. Arranqué cuando los pitidos de los conductores se oían
intensos por encima de los truenos.
Por el retrovisor la vi de nuevo,
inmóvil bajo la tormenta. Bajo la misma farola. Con su figura empapada, y con el lindo paraguas que le
regalé hace un año, apoyado sobre el
suelo.
Siguiendo la iniciativa de https://elbicnaranja.wordpress.com/2017/09/01/viernes-creativo-escribe-una-historia-202/comment-page-1/#comment-6375
Caminar bajo la tormenta en desamparo es desalentador, al igual que tender la mano y ser rechazada la ayuda.
ResponderEliminarLa vida está llena de complicaciones, pero un charquito mientras escurres agua también es buen momento para echar a volar los pensamientos.
Un abrazo, Albada
Sin duda, todos, incluidos los acompañados de tormenta, son buenos momentos para echar a volar los pensamientos. Imaginé una mujer muy compleja, ensimismada por el sonido de los truenos, y el clamor de la lluvia.
EliminarUn abrazo
Sobre todo si hay una farola, al uso, que algunas de hoy en día son muy frías. Sí, es muy placentero dejarse mojar sin variar la marcha, o como dices, imaginando ser filmado. En mi caso, si llevo paraguas y aún así me voy empapando, lo cierro y que sea lo que Dios quiera, al menos disfruto.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay amores que son inalcanzables.
ResponderEliminarDa igual lo que ocurra, sea un aguacero o un terremoto... siguen siendo inalcanzables.
Besos.
Los hay que , por inalcanzables, se convierten en obsesivos, y eso es peor que un terremoto o un ciclón. Hay que saber dejar ir, cuando son inalcanzables o se marchitan.
EliminarUn beso
Después de un un amor por olvidar, no hay nada más desagradable que una lluvia por soportar.
ResponderEliminarUn abrazo.
No creo que sea agradable una tormenta estando por digerir un desamor. Con la vista puesta en la moza con paraguas, el tipo se iría bajo techo, pero tronando, imagino.
EliminarUn abrazo
No me gusta mojarme con lluvia del cielo por arriba, me resulta desagradable y molesto, prefiero empaparme con la lluvia de las olas por abajo.
ResponderEliminarBesos enormes, mi querida Albada.
Es que ese mojarse de estallido de olas nada que ver con la lluvia de tormenta. ES tan vivificante el mar, tan adentrarse en su esencia, que enamora.
EliminarUn beso, dulce María, y feliz martes
Ya estoy aquí, he venido rauda para no perderme. Me gusta pasear bajo la lluvia y si voy sola hasta chapoteo en los charcos. Saltibrincos alegres
ResponderEliminarLa lluvia revitaliza. A mí me recuerda lo divertido que resultaba chapoteo con katiuskas. Es la alegría del sonido infantil y aunque con la edad dejamos de hacerlo, yo al menos, sigo añorando esos ratos.
EliminarUn abrazo
No pudo ser y todo quedo bajo la lluvia.
ResponderEliminarUn beso.
Hay amores que no llegan a ser. Y los hay imposibles. La vida. Es caprichosa
EliminarUn beso
La Vida parece caprichosa, pero en sus infinitos meandros tiene sus sorpresas. ¿Quién podría haberme vaticinado que a la vuelta de los años me casaría con aquél vecino que atravesaba las calles montado en su moto con sidecar ?
ResponderEliminarYa ves si "es caprichoso el azar". Hay un tema titulado así precisamente, de Joan Manuel Serrat y esa mujer con paraguas y la casualidad. Lo canta con Noa, y seguro te gustará escucharlo
EliminarUn abrazo
Precioso relato...
ResponderEliminarTengo que leerlo más..
Besos