Mi historia no es interesante. En el barrio donde vivo todos creen que soy ciego. Ha ido pasando el tiempo y no he conseguido convencer a la gente de que no es así, se empeñan en ayudarme, a pesar de que no necesito ayuda.
Esa disposición me molesta, sobre todo cuando quiero cruzar la calle, y me pone nervioso. Me agarran por el codo y pretenden acompañarme en mi trayectoria. Llevo el bastón blanco, es verdad, pero eso no presupone que sea ciego. Han llegado a poner monedas en mi vaso de un café con leche de cartón del Mcdonals, sí, como lo oyen, bueno, si no tiene problemas de audición. Una tontería, pero que me ofendió. Un día me había sentado en un banco, con el vaso vacío a un lado y al otro mi bastón. Cuando escuché el tintineo me apresuré a quejarme. "Señor, perdone, pero no soy ciego, ni necesito limosna", le dije. La voz de un hombre joven me sorprendió. " Venga, no tenga tanto orgullo, y acepte la ayuda, cacho maleducado", respondió. Me levanté y me fui, por supuesto
Ahora el tema se ha agravado un poco. Para evitar que me consideren loco, o maleducado, fui a la asociación de vecinos y pedí a los presentes que me enseñaran algún objeto, de uno en uno, con el objetivo de que comprendieran que yo podía ver lo que ponían ante mí.
Por supuesto, yo iba nombrando. Un lápiz, un periódico, una tarjeta de autobús. Mi sorpresa fue que los presentes, no más de unos doce vecinos, comenzaron con unos oh, y unos ah, cada vez que decía el objeto. De hecho redoblaron las muestras de cariño hacia mí, y la admiración hacia mi persona. No aceptaban mi verdad y empecé a ser considerado ciego, y además, clarividente. No se me ocurren más estrategias para demostrar que puedo ver. Tan sólo un chaval cree en mí, y cada tarde me acompaña a ver el atardecer, en un banco de la playa. Yo no consigo darme cuenta del momento mágico de la puesta de sol, pero lo reconozco, sin problemas, a través de las yemas de mis dedos, sobre el rostro del niño.
Que preciosidad de historia, la negación de la realidad, la clarividencia desde el corazón, la alegría de ser como todos y la felicidad de encontrar un niño comprensivo. Y dicho así estropeo tu relato, rompiendo el encanto que tiene, la ocasión de leerlo con la mirada cerrada y el alma de par en par. Un abrazo grande
ResponderEliminarEstoy contenta, sí, porque si bien es un juego o disparate, ha salido como quería. Y no siempre lo consigo.
EliminarUn abrazo y gracias, Ester. Por un viernes, con lluvia por aquí hace un rato, bonito
Un brillante relato, circular y emotivo, donde la realidad y la ficción juegan con el lector, prendido en una manera brillante de expòner la historia.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro te haya gustado, porque cierro un círculo, es verdad, intencionado, lógicamente.
EliminarUn abrazo grande y feliz viernes, Juan L.
Es un relato que me ha provocado ternura.
ResponderEliminarte felicito, Albada, gracias.
Un abrazo
Me alegra, pretendía un texto con ternura final ante una negación de la ceguera
EliminarGracias, un abrazo y felzi tarde
Al final se rompe el suspense con toda la ternura que encierra.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades.
Se rompen las expectativas, creo, o era la intención. Hay que saber mirar más allá de la mirada de la vista
EliminarUn abrazo y feliz tarde
Lo has relatado de una forma tan real, que casi lo he dudado. Qué hermoso saber aceptar la realidad y ver con los ojos del corazón.
ResponderEliminarUn abrazo lluvioso.
Aceptar la realidad o conformarse es una opción, la mejor, pero seguir soñando tal vez sea una salida
EliminarUn abrazo y por un atarde de mirada abierta a los sentidos, a los latidos.
Magnifico relato, muy bien narrado y desarrollada la idea que expones, no ver no siempre supone el no sentir o percibir, como hemos hablado en mi blog en algún poema, se puede ser ciego aún pudiendo ver sin apreciar. Te felicito por el relato.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana Albada.
Ha siso un ejercicio de elegir qué escenas valían la pena. Porque es verdad, tras la mirada hay un universo entero de sensaciones, sentires, pulsiones.
EliminarUn abrazo y por una tarde mágica y especial, Dulce
Intrigante, sorprendente, con sentido del humor, tierno... Te ha salido redondo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas Gracias, Macondo. Me alegra te haya llegado, te haya gustado
EliminarUn abrazo
WoW! Me ha encantado. Realidades, verdades, a todos nos cuesta verlas nítidas.
ResponderEliminarPero el corazón no se equivoca 🙂 precioso! Un abrazo
Me alegra te gustase, la realidad, a veces nos deja con el aire en los pulmones, y hay que dejar que salga, como aquí
EliminarUn abrazo y por una tarde bonita
No es ciego de corazón y eso a él le basta.
ResponderEliminarBesos.
Lo tiene bien abierto y con visión, es verdad
EliminarUn beso
Muy tierno y es que las cosas no siempre son como se ven, también se trata de sentirlas.
ResponderEliminarBesos
Ver y sentir no es lo mismo. Hay que saber escuchar y ver con el corazón.
EliminarUn abrazo grande
Muy chulo.
ResponderEliminarBuen finde.
Un beso.
Gracias, Alfred.
EliminarPor un finde sensacional. Un beso
Me gusta mucho tu manera de escribir...
ResponderEliminarLo disfruto *le da un sorbo a su café
Saludos y bonito fin
Me alegro que un texto cortito acompañe un buen café, o un té, claro que sí.
EliminarPor un finde, con frío aquí, bonito y plácido. Un abrazo
una de las fases del duelo es la negación. quedarse ciego por un accidente o lo que sea debe de ser muy duro. el que es ciego de nacimiento, quizá ni siquiera sepa lo que significa 'ver'.
ResponderEliminartu relato es muy bonito, especialmente el final.
abrazos!
La negación como mecanismo de defensa. Qué potente es el cerebro, sin duda.
EliminarUn abrazo y feliz sábado, Chema
El sentido de la vista para mi es el peor de los que podemos carecer ..pero mucho peor es el que su corazón lo cierra y no lo quiere abrir ese si es ciego del todo ..una pena .
ResponderEliminarMuy lindo y el final me gustó .
Abrazos y feliz noche.
Es quizá lo que más miedo me daría, me sentiría absolutamente vulnerable. Me alegra te haya gustado, Campirela.
EliminarUn abrazo y por un sábado con la mirada abierta y el corazón vivo.
Wow es demasiado profundo y increíble.
ResponderEliminarhttp://geeky-freeky.blogspot.com
http://seempiternal.blogspot.com
http://hallelujahohjesus.blogspot.com
ERES ADMIRABLE.
Muchas gracias, Bea. Activa ne tus blogs, me gusta,
EliminarUn abrazo y feliz sábado
Impecable. De lo mejor que he leído, mi estimada Albada.
ResponderEliminartu relato nos demuestra que "Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero ninguno tiene el mismo horizonte".
Un abrazo inconmensurable desde Colombia.
Muchas gracias, Guillermo, viniendo de tí, es un gran halado. Exacto, bajo un mismo cielo, qué de horizontes podemos ver, o sentir, o inventar.
EliminarUn abrazote y feliz día
Magnifico relato. Un ciego positivo. Ellos pueden ver lo que nosotros no.....me encanto, saludos
ResponderEliminarQuizás lo que ellos ven difiere de lo que vemos nosotros, quizás lo inventan, lo construyen. Es ese sentido, la vista, que más terror me daría perder.
EliminarUn abrazo, Sandra, y pòr un día cargado de vistas preciosas.
Caramba, me has dejado pasmado. ¡Qué relato más original y bien narrado! Y con su dosis justa de humor. Nunca había oído hablar de un individuo tan especial: vidente de día y ciego de noche, jeje. Desde luego, las cosas no siempre son lo que parecen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto. Muchas cosas no son lo que parecen, la actitud es muy importante. Me alero te hay gustado, Josep Mº, yo disfruto escribiendo. Imaginoq ue s enota :-)
EliminarUN abrazo y por un finde espectacular
Más allá de la ceguera física ocular está la ceguera colectiva de la sugestión. Pasa mucho. Tiempos de toda clase de cegueras. No obstante, es un tema aterrador. ¿Aportarán más luz los niños? Eso creíamos antes. Ahora los niños están abducidos por las nuevas técnicas y las malas educaciones de los mayores. Un texto preciso el tuyo, intrigante hasta las yemas de los dedos en el rostro del niño.
ResponderEliminarLOs niños creo que siguen teniendo su mirada abierta y limpia, pero es verdad que los adultos, con tanto cachivache y pantalitas les estamos sin infancia. Una lástima, porque ese niño del texto, pronto se cansará, y nuestro personaje se quedará sin " ver" el atardecer
EliminarUn abrazo y por un sábado soleado, al menos en el corazón.
¡¡¡¡Muy bueno el relato!!!!
ResponderEliminarDeberíamos hacer más caso a los ojos del corazón, aunque a veces cuesta distinguir qué vemos con los ojos y qué con el corazón.
Un abrazo grande
El corazón al final es quien gobierna con mayor claridad, la razón la hemos de tener en cuenta, pero es lo que sentimos los que nos define
EliminarUn abrazo y por un finde sensacional
Hola!
ResponderEliminarNo conocía tu blog, ya tienes nueva seguidora!. Me ha encantado tu relato.
Me quedo por aquí leyéndote
Besos:)
Me alegra que te haya gustado. Es un lugar muy sencillo, como ves.
EliminarUn abrazo y por un finde bonito
Magnífico relato. Lleva implícito, además, hermosos mensajes. La aceptación de saberse y vivir(se). Así como ver a través de los sentidos, y de las emociones que se reflejan en la piel y en los gestos. Esa mirada que muchas veces no utilizamos y que tanto nos transmite…
ResponderEliminarUn placer, querida amiga.
Abrazo grande, y muy feliz finde 💙
Pretendí abordar la ceguera de un amanera diferente, y es que no valoramos lo que tenemos, hasta que lo perdemos, por supuesto. La mirada desde el corazón es muy válida, y no suele equivocarse
EliminarUn barazo y por un finde hermoso, con sol en el corazón
Hola, Albada. Tu relato me ha encantado. La historia, el personaje, el tono... Te felicito.
ResponderEliminarSeguiré leyendo.
Me alegro que te haya gustado, Ángeles. Por supuesto, pasa cuando quieras.
EliminarUn abrazo y feliz día
Tantos videntes que en realidad son ciegos de corazón y un invidente capaz de ver más allá.... un relato precioso Albada,
ResponderEliminarUn beso.
Esos videntes que se aprovechan de los crédulos, y algún invidente que en verdad puede ver mucho más allá.
EliminarGracias por comentar. Un abrazo y feliz domingo, con sol, al menos en el corazón.
La ternura de quien quiere ver con el corazón, es cierto
ResponderEliminarUn abrazo Julio David
¡Qué ternura de relato!
ResponderEliminarNo hay mayor ciego que el que no quiere ver. A tu personaje le rodean muchos "ciegos" que no quieren ver.
Precioso!
ES verdad, el verdadero ciego es quien no sabe ver con el corazón. Me alegro te haya gusta el texto, Galilea
EliminarUn abrazo y por un martes bonito