Este jueves, Dorotea nos propone un texto sobre los plop plops, y, echando mano a mis recuerdos, parece que las musas andan de vacaciones, mi aportación es esta.
El charco albergaba dos hojas mustias,
una funda de chicle, una peladura de pipas y un botón rojo. Las nubes se habían
abierto paso por entre el azul de agosto y a poquito a poco habían construido
un cielo gris denso y plomizo. El primer trueno se oyó lejano, pero el segundo
le pareció más que cercano, así que le puso a Laura sus botas katiuskas. Nada mejor
que ese calzado para ver gozar a la nena, se dijo.
Las gotas, rotundas, primero
separadas por unos instantes y luego arracimadas, fueron cayendo sobre la ciudad
y sobre el barrio. Laura, mojada a pesar del paraguas con el que su madre pretendía
protegerla, las vio.
─ Mira mamá, salen plops plops.
Mira qué chulos.
─ ¿Qué son?
─ Esas burbujitas diminutas
que nacen y mueren tan deprisa sobre el agua.
─ Ah, pues es verdad. No sabía
que tenían nombre, pero claro, todo tiene nombre.
─ Claro. Mira, ahora una le
pregunta a otra qué son mis botas.
─ ¿Y qué le responde la
segunda plop?
─ Que son de una cosa llamada
plástico, que impide que me moje los pies.
─ Muy buena respuesta.
─ No creas, la primera no sabe
lo que son los pies, ni el plástico.
─ Cuando quieras nos vamos, porque
no sé si acabarán por saber qué llevas puesto.
─ Escucho un poco más, espera-
dijo la nena-.
A los dos minutos se
incorporó, tomó la mano de su madre y siguieron por la acera, rumbo a la tienda
de frutas y verduras. El chaparrón duró media hora, para irse yendo luego, tan
despacito como pudo, dejando más charcos sucios en las aceras.
Al pasar por el que le había llamado
la atención a Laura, ésta se detuvo.
─ Mira cómo flota la cáscara
de pipa, mamá. No queda ni un plop plop
─ Entre efímeros que son, y poca
memoria que tienen, mal podrán aprender nada, pobrecitos
─ Eso, como los peces de nuestra
pecera, que saben hacer plop plops pero no consigo que aprendan a hacer nada.
Bueno, no sé si tienen cosas interesantes que enseñarme, o que aprender.
Las vi seguir por la acera, y recodé mis katiuskas negras, allende el
tiempo, hace ya tantas vidas, y sonreí.
Un texto precioso. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues muchas gracias, disfruté imaginando.
EliminarUn abrazo, Rocío.
Me han dado ganas de salir y ver esas burbujitas, mis hijos estarán encantados de acompañarme. Saludos.
ResponderEliminarPues a salir a la calle, que os coja un chaparrón bonito y disfrutéis mucho.
EliminarUn abrazo, y gracias.
Creo que esto de los plop plop va a hacer mella en nosotros de alguna manera. Son peor que la memoria de pez :-)
ResponderEliminarY se dan mucho para el tema infantil.
Gracias por este relato, Albada.
Un besote.
Pues decidí en le último momento. Es una propuesta muy original, y tenía como tres opciones en mente. Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn abrazo, Mag, y feliz día.
La niñez tiene esa capacidad de crear y ver cosas donde ya de adultos no las vemos, otros mundos.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Sí, por eso me refiero a esa otras vidas, donde la imaginación podía construir castillos enteros en el aire.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, Dulce.
Además de bonito le embarga una ternura sin igual, y es que la infancia está rodeada de ese halo mágico que da vida a lo más inverosimil. Precioso, Albada. Me ha encantado y me ha hecho recordar tardes de charcos.
ResponderEliminarMil besitos para ti y muy feliz tarde ♥
Es que es el paraíso perdido, ya lo creo. La infancia es así, libre como las palomas, y en esas mentes pequeñas, cabe un universo entero.
EliminarMuchas gracias. Por los charcos, por los canelones que dejaban ir un torrente :-). Un abrazo
Plop-plop de toda la vida. Si es que hay madres que no se enteran de los nombres de las cosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas madres no escuchan, oyen, pero no escuchan, es verdad, Macondo :-)
EliminarUn abrazo y feliz día
Quiero muchos plop-plops y pronto!!!
ResponderEliminarLas katiuskas.... qué tiempos.
Besos.
Y yo, Toro, los añoro. Las botas también, pero más la alegría infantil.
EliminarUn beso
Qué relato mágico Albada, solo tú sabes darle ese toque tan tierno y fantasioso.
ResponderEliminarMe encantas!
Un beso admirado!
Me vas a hacer sonrojar. Me alegra mucho que te haya gustado. Luna.
EliminarUn abrazo, y gracias.
Todo lo que puede dar de si al contemplar esas gotas de lluvia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un universo entero, Rafael, con los ojos de un niño, todo cabe en su mirada.
EliminarUn abrazo.
Has encontrado un plop bien bonito , para mi fue casi imposible no estaba yo en él ajajja. Muy chulo el texto y en pensar en lo feliz de esa pequeña dan ganas de ponerse las botas y pisar charcos ...
ResponderEliminarAbrazos y muy feliz noche.
No sales en el texto de casualidad :-). Era una gozada, ya lo creo. La magia de los charcos, de la lluvia, de la mirada infantil.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo grande
los niñ@s son muy sabios. la protagonista de este relato es mi ídolo. las pequeñas burbujas que se forman en el agua tienen que ver con la tensión superficial, y su vida es breve.
ResponderEliminarpor cierto, llevo varios inviernos intentando encontrar katiuskas para adultos, pero no hay manera. :D
abrazos!
Su vida, efímera del todo, ya ves el juego que da. Pues no son katituskas como tal, pero en Decathlon las tienen.
EliminarUn abrazo
La imaginación de unos ojos inocentes, que ternura. Mirar y ver tantas maravillas. Qué pena que perdamos esa capacidad.
ResponderEliminarPrecioso tu texto.
Un beso
Nos dejamos amputar esa mirada, no sé cómo nos dejamos engañar. Por eso uno ve a los niños y piensa..."No crezcas, es una trampa " :-)
EliminarMuchas gracias, Carmela. Un abrazo, y por un jueves bonito pàra ti
Inocencia y creatividad en tu relato. Muy buen aporte para este difícil reto. Un beso
ResponderEliminarSalió así al final, y me gustó, por eso lo dejé en esa observación de una madre con su hija ante un charco.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Guapo, guapísimo tu texto, explicación y diálogo. Gracias por entenderme. Un beso
ResponderEliminarSolo la niña podía entender el dialogo de los plops, creo. Los adultos ya no escuchamos las cosas :-), un apena.
EliminarUn abrazo y gracias, anfitriona, por un día amable
Buenas noches Albada!Gracias por tu comentario en mi blog!
ResponderEliminarQué ternura de relato y esa inocencia de la infancia que nos han robado o ya... el tiempo no sabe de inocencias(qué pena)
Así que la proxima vez que vea un charco,te aseguro que me pararé a ver los plops ploos que en mi tierra llueve mucho
Es bonito leerte siempre!
Besucos y hasta pronto!
Gó
No sé si nos la roban o la amputan, porque los modos son bastante bestias. Y pienso en los Reyes Magos, por ejemplo :-). Yo me sigo quedando a mirar los plops plops, más de una vez, si bien no les había puesto nombre :-)
EliminarMuchas gracias. Un abrazo y por un jueves estupendo para ti
Que hermoso y tierno relato amiga, me encanto imaginarlo. Saludos y abrazo amiga
ResponderEliminarLo imaginé, como espero que lo hayas hecho tú. Qué bien que disfrutaras.
EliminarUn abrazo, Sandra, y por un día bonito para ti.
Me encanta que la niña entienda el idioma, y como se lo traduce a la madre, que ni lo escucha ni lo oye. Y la cáscara de pipa, que gracias a su forma de barquito es el unico detritus que sobrevive al chaparron.
ResponderEliminarBravo por los dialogas
Y bravo por el "latigazo" nostálgico del final
Un Disfrute
Besos, amiga
Se percibe tu lectura atenta y exhaustiva. Esa cáscara de pipa era importante, y creo que pasó desapercibida. Acaba flotando, como cáscara de nuez :-).
EliminarMuchas gracias, y sí, el final sólo podía ser ese latigazo de nostalgia en la mirada. Un abrazo grande, amigo.
Lo bueno de no tener memoria es que todo se vive por vez primera, una y otra vez. Lo de ser efímeros es un poco más fastidiado, aunque también es relativo. Para un plop, su corta vida sigue siendo toda una vida...
ResponderEliminarLas musas andarán de vacaciones, pero siguen portándose bien. Me pareció una entrada llena de ternura y asombro.
Un abrazo grande
Es la gracia de la amnesia, claro, todo es nuevo, siempre :-). Claro, la efímera vida de una mosca es toda su vida, pero es curioso cómo medimos el tiempo , seguro. Las musas siguen cerca, no suelen dejarme lejos, pero a veces he de echar mano de mi propia memoria, de pez :-).
EliminarUn abrazo y gracias, la ternura se escapada en la tinta. :-)
Ojalá llueve pronto en Santiago y puedas recordar esa infancia con charcos, esa infancia con asombro en la mirada.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde
Nos hipnotizan, cuando llueve es como una magia en todo, incluido los plop plops :-)
ResponderEliminarMe alegro que te gustara. Un abrazo.
Imaginación y ternura unidas en una... Me hiciste recordar mis años de infancia chapoteando en los charcos!
ResponderEliminarUn abrazo Alba.
Me alegro que te hiciera recordar esa infancia de lluvia y juegos.
EliminarUn abrazo, y feliz finde
Que saben los peces del agua y viven en ella toda su vida.
ResponderEliminarTierna historia.
Un placer leerte
beso
Sí, es curioso, pero para ellos, los peces, el agua es su mundo, pero no pueden definir de qué se trata. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, y por un viernes bonito
Feliz jueves.
ResponderEliminarIgualmente. Por un viernes genial para ti.
EliminarDime, ¿quién no ha pisado de niña un charco aprovechando los plops?. Llegabas a casa con los calcetines calados.
ResponderEliminarDesde hace años llevo buscando un charco azul.
Felicidades por tu relato.
👏👏👏👏👏
Sigue buscando, los hay. Esos charcos especiales, limpios, con el reflejo de la luna y de nuestra cara, de existir, existen :-)
EliminarMuchas gracias. Un abrazo grande
Tu relato está lleno de ternura e inocencia. Me ha gustado mucho esa niña que sabe comunicarse con los plop plop.
ResponderEliminarBesotes, Albada.
Los niños pueden hasta inventarse amigos, cómo no suponer diálogos, ¿verdad?
EliminarUn abrazo, y por la infancia, ese paraíso perdido.
Me deja con una amplia sonrisa, esa niña que habla con los Plop, si que ella los entiende, aunque a ellos, se les olvide todo.
ResponderEliminarMuy lindo Aldaba!!
Un abracito :)
Qué bien que te dejara una sonrisa. Esa niña, y tal vezo todos los niños saben interpretar a los plops, y a las hormigas..para ellos todo puede contener alma e historias.
EliminarGracias. Un abrazo, y por un finde estupendo para ti
Despiertas los recuerdos de la niñez pisando los charcos. Ahora solo podemos contemplar los plop.
ResponderEliminarUn saludo
Sí, de pequeñas podemos imaginar mil cosas, todo parece posible. Luego nos podan las ilusione y la fantasía . Una pena, y un error.
EliminarUn abrazo.
Un relato conmovedor, lleno de ternura e inocencia desde la primera palabra hasta la última en donde uno se siente niñ@ quieras o no porque llevas al lector muy bien trenzado e hilado en cada frase. Encantador, Albada !!!
ResponderEliminarUn abrazo con cariño y feliz viernes !!!
Me alegro que acabaras con los recuerdos de tu cosecha, porque el mundo de esos plop-plops a los niños nunca les son ajenos.
EliminarMuchas gracias, Joaquín. Un abrazo, y feliz tarde
felicitaciones un tópico difícil de escribir y tu lo has hecho
ResponderEliminarNo sé si era difícil, pero acabé por disfrutar como una niña, o como una loca :-)
EliminarUn abrazo
Pues te ha quedado ploplonudo, amiga.
ResponderEliminarUn beso de lluvia.
ploplonudo del tod :-). Gracias.
EliminarUn abrazo de luvia para allá va.
Me resulta muy tierno.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Amapola, me alegra que te resultara tierno.
EliminarUn abrazo.
La niñez nos da nuestras propias maneras de llamar las cosas, de entenderlas en esa magia que nos permite darles animación, o eso que pretenciosamente la literatura lla personificación. UN abrazo. Un deleite leerte. Carlos
ResponderEliminarSí, es la edad esa mágica, donde todo es posible, donde cualquier pbjeto tiene vida propia.
EliminarUn abrazo de vuelta.
Qué originalidad hacer un relato con esta temática plop plop, diste en la infancia, esos momentos de inocencia. Saludos desde El Blog de Boris Estebitan.
ResponderEliminarMe parecía la opción más plausible, pero existen esas burbujitas, tengan o no nombre :-)
EliminarUn abrazo, y gracias. He mirado tus blogs, parecen no son muy literarios, pero voy a pasear por ellos.
Cuando leo un plop difícilmente pienso en el sonido de lluvia cayendo. Pienso más en los cómics de Condorito, jaja.
ResponderEliminarjaja, pues tienes razón, como onomatopeya no sé si nos viene a la mente esas burbujitas o un cómic.
EliminarUn abrazo
Un relato muy acorde a este jueves.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nada fácil parecía de entrada. Por eso el recuso de la infancia:-)
EliminarUn abrazo
Precioso relato envuelto
ResponderEliminaren pura ternura y ademas
muy original hasta ese
sonido que hace cuando
se pisan los charcos.
Besitos dulces
Siby
Besitos dulces
Siby
El tema lo proponía Dorotea, pero la verdad es que no era fácil.
EliminarMe alegro que este texto te gustara. Un abrazo
¡Hola, Albada!
ResponderEliminarQué alegría para mí pasar de nuevo por tu cálida casita bloguera.
Es la primera vez que leo un relato dedicado a los "plop". Es retierno y dulce. Lo haz narrado tan bonito que me enamoré de los "plops". Jijiji. Felicito tu pluma creativa. 👏👏👏
Excelente propuesta de Dorotea y muy bien plasmada en tu relato.
Cuídate mucho.
Un fuerte abrazo. 🌷😘
jaja, es que yo creo que nadie les habái tomado en serio. Con eso de ser tan pequeños y efímeros, era difícil, creo. La propuesta de Dorotea era muy compela o muy simple, según como se mire, pero imaginativa sí que era :-)
EliminarMuchas gracias. Un abrazo en la tarde
Un barzo y gracid pro pasarte por est erincón
Un relato muy tierno y evocador. La lluvia siempre deja huella.
ResponderEliminarBesos apretados, Albada.
Ya lo creo, deja huellas siempre, hasta en las cáscaras de pipas.
EliminarUn abrazo y por una bonita tarde para ti
Los plops nos dicen si va a seguir lloviendo o no. Genial relato siempre genial ni el calor arredra tu imaginación. abrazos
ResponderEliminarLo defines perfectamente. Cuando ya no les ves, es que dejó de llover :-)
EliminarUn abrazo, y muchas gracias.
Hola Albada, botas katiskas en una tormenta de verano, caprichos de niñez. Las plops plops me encantaron, es que así suenan, a mi me fascina verlas en los charcos de barro.Qué ingenio, veo que te dejaron la pila recargada las musas, aunque ellas se hayan ido al frescor de los rincones mudos. Feliz sábado.
ResponderEliminarEs que un niño y esas botas es sinónimo de juego asegurado, de risas, seguro. Las musas tan caprichosas, hacen lo que quieren :-)
EliminarUn abrazo y feliz tarde
¡Qué bonito, Albada! ¿Qué son las botas? ¿Y qué son los pies? Vaya niña más observadora y encantadora ha podido conocer a los plops.
ResponderEliminarUn besazo
Pues surgió así, casi solito, y me gustó esa curiosidad infantil tan imaginativa y, en este caso, incisiva de la nena.
EliminarUn abrazo grande
Precioso relato. Has conseguido cumplir con el reto con mucha ternura. Pobres plop plop, es verdad que sí vivirán poco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro que te gustara. Pobrecillos, tan efímeros, ¿verdad?
EliminarUn abrazo
A veces la lluvia hace algo más que plop plop. Si uno tiene goteras en la casa puede convertirse en un verdadero incordio.
ResponderEliminarPero como lo mejor es buscar el lado amable, en este caso se puede optar por el lado musical.
Busco recipientes de distinto tamaño, los ubico donde es necesario y luego, adelante con la sinfonía: tin, tin, plink, plonk, tin, tin, plink, plonk... Llueve, llueve... tin, tin, plink plonk... mañana si que arreglo el techo, mañana, seguro que mañana, tin, tin, plink, plonk...
Es como imaginar aun batería de instrumentos, donde cada uno produce un sonido. Es encantador el texto que usas como comentario.
EliminarUn abrazo, y gracias por permitir imaginar esa polifónica. Un abrazo
Precioso relato lleno de ternura.
ResponderEliminarBravo👏👏👏
Muchas gracias, Galilea. Un abrazo
Eliminar