Siguiendo la propuesta de Myriam sobre historia de condominios, mi aportación es la que sigue.
El edifico cumplía cincuenta primaveras y las puertas, algunas con poco cuidado hacia ellas, chirriaban. La del tercero cuarta era muy escandalosa. La puerta, y ella también. Siempre pensé que su dueña tenía demasiado trabajo intentando ser feliz. A su manera. Las veces que me crucé con ella siempre eran una sorpresa…con quién andará, me preguntaba. Siempre iba acompañada por un hombre, o iba con bolsas de la compra. O compra o noche loca, me decía.
Cuando se mudó al cuarto el
muchacho de sonrisa radiante me lo temí. Y así fue. Esa puerta indiscreta
sonaba con mucha asiduidad, sin que se escuchara el ascensor previamente. Poco a poco fui identificando los sonidos al
otro lado de la pared de mi dormitorio. Ahora podía poner nombre a los gemidos
de un hombre. De los otros que seguían estando con ella no pude hacerlo, por
supuesto. Me vino muy bien poder poner rostro a esa música de ardorosa pasión.
Precisamente coincidía con la estancia de mi marido en una misión de paz de la
ONU.
La historia entre ambos vecinos se
ha acabado hace poco, según parece, porque ya no le escucho a él. Es más, por unos
días no he escuchado nada de nada, ni la puerta de ella, ni otros sonidos
excitantes. El vecino me ha facilitado unas fantasías eróticas estupendas. Lo
que ha hecho más fácil la espera de mi marido, quien llega mañana. Vivo en el
tercero tercera, y ahora me imagino con Ángel, el joven vecino, cada vez que me
excito. Mi temor es que mi marido no esté a la altura de mis expectativas
amatorias. Ni es joven, ni es atractivo, ni es un amante imaginativo. Me temo
que tendré que usar mi imaginación, nuevamente.
Palabras 285
El juego que dan los vecindarios, son como pueblos en los que hay de todo. Me has mantenido atenta con tu relato y es estupendo. Abrazucos
ResponderEliminarPues sí, son pequeños universos en sí mismos. Y las paredes parecen de papel, eso sí :-)
EliminarUn abrazo, Ester
ajajjajajaj, no vas mal encaminada hay veces que las paredes son tan finas que las artes amatorias de los vecinos despiertan nuestras fantasías más eróticas , claro que luego la realidad deja mucho que desear. Un besote grande .
ResponderEliminarPues nunca lo he ratificado, pero en un hotel fue increíble. Unos gemidos..unos grititos..en fin, que nadie durmió. En el desayuno todos miramos mal a una parejita acaramelada. Pero tampoco era espectacular. Hombre y mujer muy normalitos :-)
EliminarUn abrazo
Diría que la narradora está un tanto frustrada por quedarse sin el espectáculo sonoro que le brindaba su vecina, calificados de música.
ResponderEliminarTanto que ha recurrido a fantasear con un nuevo vecino.
Muy bien contado.
Un abrazo.
jajaj, la imaginé frustrada, y casi cabreada por el regreso del marido pero es que soy muy mala cuando imagino :-)
EliminarUn abrazo, Demi, y gracias
Si uno afina el oído logra meterse en las historias más interesantes de cualquier edificio, jaja. Buen relato para este jueves de vecindad. Un abrazo
ResponderEliminarUf, tienes la novela hecha, ya te digo. Paredes que no permiten intimidad :-)
EliminarUn abrazo
La imaginación -no lo dudes- suele ser una herramienta muy poderosa a la hora de excitarse. La rutina, dicen, mata el amor. El aburrimiento también. Esperemos sólo que el marido de tu voz narradora no se haya venido con una palomita de allá. Digo :-) Excelente relato, Albada, muy ameno. Mil gracias por haberte sumado a mi convocatoria.
ResponderEliminarBueno, a veces la imaginanción es más que suficiente, sólo falta recordar revisats tipo Playboy, por ejemplo. :-)
EliminarPor la pasión, la propia. Un abrazo
Fabuloso relato. Daría para una película...
ResponderEliminarFelicidades
Un beso
Lo imaginé muy visual a pesar de que ella no ve nada. Es verdad.
EliminarUn abrazo, y gracias
Jejeje... forjadas las expectativas así por todo lo alto... me temo una gran decepción.
ResponderEliminarMuy bueno 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
Claro, es el riesgo de las expectativas.. :-) Un abrazo
EliminarJajajaja las comidillas de los vecinos hacen una historias paralelas de las que en realidad se viven de puertas para adentro: menos mal que cada vez se asa menos tiempo en las casas y prácticamente no nos conocemos. dx+zo también tiene su parte mala, como todo.
ResponderEliminarNo nos oconocemos, tal vez en algunos casos, afortunadamente :-)
EliminarUn abrazo
Esos sonidos indiscretos que salen de los pisos colindantes dan para mucho, sobre todo si tienes alma de escritora. Muy buen relato, besos.
ResponderEliminarClaro, todo nos inspira, todo nos sugiere :-)
EliminarUn abrazo
Qué buena ironía, me ha encantado: "... demasiado trabajo intentando ser feliz", pobre mujer la del tercero a falta de emoción y propia vida, buenas son las de los demás. Buenísimo.
ResponderEliminarUn abrazo grande (Esther)
Me apreció una expresión muy suave para la casquivana :-)
EliminarUn abrazo, Esther.